Hola mi querida Khaleesi, mi conejita, Khalee, princesa, bebé, psicópata, loca, cielo, cariño... Tenías tantos nombres y a ninguno respondías, no voy a decir mentiras, eras muy desobediente y rebelde, nunca hacías caso a lo que se te decía.
Eras muy asustadiza, toda una cobarde, pero a la vez eras valiente y grande, aunque podías sentarte en la palma de mi mano, es lo que tienen los conejos enanos.
Mi pequeña Khaleesi... El tiempo ha pasado... Parece que apenas fue ayer cuando llegaste a mis brazos. Apenas eras un bebé, llegaste a tu nuevo hogar con apenas dos meses, tan pequeña, tan frágil... ¡Tan hostil! Eras un demonio en miniatura. Nuestra relación no empezó con buen pié, todo lo contrario, ni siquiera me querías ver...
No querías a nadie, solo la soledad de tu jaula era tu compañera, rechazaste mis jueguetes, me mordiste y me llenaste el brazo de arañazos. Como ya dije, eras un pequeño diablo... O quizás yo nunca te supe comprender, no lo sé y nunca lo sabré, pero eso ya no importa, nunca importó, tú ya estabas en mi corazón.
Siempre estuve ahí, siempre para ti... Pasamos muchas cosas, incluyendo tu enfermedad, un problema de nacimiento en tu cerebro, el cual por suerte no fue a más, pero siempre estuvo presente junto al miedo de perderte...
Como ya dije al principio, eras fuerte, una guerrera y no dejaste que esa enfermedad volviera, enhorabuena Khaleesi, lo hiciste muy bien, el orgullo que siento nunca se irá, te lo aseguro, permanecerá por siempre en tu recuerdo.
Pasó el tiempo y cumpliste dos años y medio, los conejos viven nueve, así que el tiempo que teníamos por delante era extenso. Aún no sé como pasó, pero en ese tiempo dejé de ser la chica a la que odiabas, a la cual arañabas y me convertí en la que amabas.
Mi pequeña... Ya no me tenías miedo... Me convertí en tu escudo, en el lugar donde te sentías protegida de todo mal, sentías que allí el dolor no te podría alcanzar, siempre que te acariciaba te lograbas calmar, no sé como lo hice, pero me convertí en tu familia y en tu más fiel amiga.
Nunca pensé... Que un día de invierno, que un día de nieve, un día tan esperando para mí... Sería uno de los peores de mi vida... Aun tengo pesadillas, aun tus gritos están en mi cabeza...
Una vez más fui a regañarte porque estabas haciendo una de tus travesuras en la jaula... Y te vi... Allí estabas... En la jaula, en tu casa, en el suelo boca arriba chillando de dolor... No sabía que pasaba, pensé que te ahogabas... No sabía que hacer... Solo grité. Fue mi madre quien te sacó de tu casa mientras yo llamé a tu veterinario entre lágrimas...
Él dijo que debía llevarte urgentemente o no llegarías... Te tomé en brazos y fuimos al coche, fue mi padre quien conducía. Tu gemías y te retorcias, era obvio que algo te dolía. Me sentía impotente, no sabía como aliviar tu dolor... Solo podía susurrar palabras bonitas en tu oído, quizás mi voz te calmara una vez más, como otras tantas y lo lograba, dejabas de gritar por esos instantes... Aunque yo no dejaba de llorar... Íbamos a llegar, estaba segura... Pero me equivoqué... De pronto deje de sentir tu acelerada respiración... Tuve miedo... Pero aun así creí que estabas bien... Fue al bajar del coche y entrar al veterinario cuando me di cuenta de la verdad, él me lo dijo... Y las lágrimas no se hicieron esperar.
Tu doctor me dijo que ya no había nada que hacer... Habías muerto en mis brazos metros antes de llegar a él... No puedo describir lo que sentí en esos momentos... Solamente te dejé allí y me fui... No sabía que había pasado, estabas bien... Todo en mi mente era confusión y con mi corazón destrozado esperé la autopsia del veterinario.
No tardó en explicarme lo que de verdad había pasado, seguro que quieres saber que fue... Prefiero que no lo sepas Khalee, ya no importa, solo te diré que no fue tu enfermedad, luchaste contra ella y ganaste, siéntete orgullosa de ser una campeona. Solo te diré que aunque hubiésemos llegado a tiempo... Nada se habría podido hacer... Tal vez ponerte esa inyeccion para dormir y que así te fueras sin dolor, sin sufrír, podrías haber tenido una muerte digna y no una así... No merecías morir así.
Khaleesi, te extraño. No eras solo una coneja, eras mi bebé... Te crié, te tuve en mis brazos, contigo jugué, te limpié, te cuidé, te di de comer... Hacía mucho que no me sentía así, ya perdí a un amigo antes, a un pequeño de cuatro patas que pasó conmigo doce años. Tú solo estuviste dos, pero te agárraste a mi corazón de tal manera que jamás podré olvidarte, esos dos años serán una eternidad en mi memoria, estarás siempre en mis pensamientos y en mis sueños.
Khaleesi, no sé dónde estás, pero sea donde sea que estés... Debes saber que te queremos, que te echamos de menos y que nunca jamás te olvidaremos. Debes saber que me duele dejarte ir, siempre te acompañé en cada paso... Me duele que nos hayamos separado... Pero me alegro de haberte tenido en brazos en tus peores momentos, me alegra no haberte dejado sola, por mucho que me haya dolido verte en esa situación... Me hace bien pensar que como siempre logré apagar tus miedos, te di comodidad, seguridad y tranquilidad, al menos te fuiste conmigo a tu lado, no estuviste sola, te fuiste en mis brazos.