Las gotas de lluvia continúan cayendo. Parece que se vendrá fuerte.
—Uy, se va a poner a llover. Tendremos que terminar la actividad, nos regresaremos al instituto —nos informa Mercedes.
Alberto me da con el codo suavemente.
—Menos mal que se acabó. Me pongo nervioso cuando actúo.
—Lo has hecho bien —le digo.
—Exacto —añade Bella.
Nicolás nos mira con timidez.
—Bueno, chicos, yo voy a volver con mi amigo, Gerson. Ha sido divertido trabajar con ustedes —nos dice y, agitando su mano en el aire, se va hacia donde está Gerson. Constantino se pone la mano en la nuca.
—Actuaron bien. En especial tú, espantapájaros.
—¿¡Cómo me llamaste?! —le dice Alberto furioso, y se lanza sobre Constantino. Nuestros compañeros forman un círculo alrededor. Alberto arroja a Constantino sobre la hierba y le da un derechazo. Constantino resiste el golpe como si nada, y, con sangre en el labio, mira fijamente a Alberto, provocándolo. Logra tirarlo hacia atrás, y ambos se incorporan para quedar frente a frente en posición de combate; pero aparece la profesora Mercedes y se pone en medio.
—Ustedes dos, aléjense, ¡aléjense! —les dice casi histérica Mercedes.
—Sí, ya se acabó, espantapájaros.
Alberto aprieta los dientes y agita su puño.
—No quiero que se vuelvan a acercar. Llegando al instituto, reportaré el hecho. Ahora nos vamos —concluye Mercedes.
No puedo creer lo que acaba de pasar. Miro a Bella y, al igual que yo, aunque en menor medida, está sorprendida. También miro a Constantino y pienso: es un patán, alguien aborrecible, no sé cómo pude, tras ver la actuación, imaginarme que quizá era un buen chico. Dejamos el parque y nos vamos al paradero a esperar el bus.
El bus demora un poco en pasar. Ya cuando vamos sentados, miro por la ventana, pensativa. La lluvia ha comenzado a caer. Veo las calles mojadas y veo a muy pocas personas; la mayoría se han refugiado de la lluvia seguro. La actividad estuvo muy buena. Actuar me trajo recuerdos de aquella obra de cuando tenía 13 años. Entonces vivía con mis padres. Todavía no se habían separado. Hoy, sin embargo, estoy conforme y agradecida por todo lo que tengo. Mis amigos, mis compañeros, mi madre, mi gato; también agradezco ir al instituto. Y vivir en Pueblo Gríseo. Tengo muchos recuerdos lindos. No sé qué haría si un día me fuera de aquí… o este pueblo desapareciera… O, peor aún, se congelara. ¡Se congelara! ¡Ciel! Empiezo a recordar aquella terrible visión. ¿Realmente mi pueblo está en peligro? ¿O quizá me quedé dormida fuera de clase y fue todo un sueño? No; estoy segura de que me encontré con Ciel.
Y él…, él sabe cómo salvar a mi pueblo.
Yo…, tengo que hablar con Ciel.
Saco mi celular y busco el contacto de Bella.
Empiezo a escribir.
“Bella, tengo que contarte algo…”
Me detengo. No, no puedo contarle sobre la visión ni sobre Ciel. Es lo más sensato guardármelo por ahora. Sé que Ciel tampoco querría que hablara de lo que vi y lo que me dijo. Pero no sé cuánto tiempo podré aguantar sin contarle esto a mis amigos.
* * *
Ha pasado un buen rato. Volvimos al instituto y Mercedes le contó sobre la pelea a Rigoberto, el inspector; La morsa, como le decimos. La morsa llevó a Alberto al despacho del director y decidí seguirlo. En la placa de la puerta puedo leer el nombre del director: Lace Rodríguez.
—Aquí te dejo, joven. Espero no vuelvas a meterte en problemas —le advierte la morsa a Alberto y se aleja por el pasillo.
—Ojalá no me castigue el director Lace. Lo bueno es que es bastante relajado.
—Sí, pero a veces es estricto cuando es necesario —le hago saber a mi amigo—. Vamos, toca.
Alberto toca la puerta. Nos abre Constantino y entramos en el despacho del director. Es un despacho muy ordenado y huele a incienso de… No puedo identificar cuál olor es, pero huele muy bien. También hay muchos trofeos que ha ganado el instituto en competiciones. Constantino vuelve a pararse sobre la bella alfombra que hay en el piso, quedando frente al director.
—Acérquense, por favor —nos dice Lace.
Lace Rodríguez, el director, está sentado tras su escritorio con el cuerpo relajado. Es el rector más joven que ha tenido High Grayson, su padre fue el anterior en el cargo. Creo que una vez escuché a alguien decir que Lace tiene 24 años; hay muchas probabilidades de que esa sea su edad. Tiene el pelo largo y plateado, viste una chaqueta negra y usa guantes del mismo color. También una vez me contaron el rumor de que usa esos guantes porque sus manos están quemadas. De personalidad es calmo y despreocupado. Yo pensaba que le gustaba el año pasado (tenía bastantes razones para pensar así).
—Señorita Bellarose, veo que ha venido a acompañar a su amigo —me comenta Lace con las manos entrecruzadas.
—Sí, señor… —asiento.
—A ver, a ver… Constantino me iba a contar pero no alcanzó a hacerlo. Cuéntenme por qué están aquí.
—Una pelea, señor —informa Alberto respetuosamente.
—¿Una pelea?
—Sí, señor —responde Constantino.
—Aaah… —Lace se levanta de su escritorio y se pone las manos una sobre otra en la baja espalda—. Señor Alberto, usted nunca me ha dado problemas, este es el primero… Bueno, la primera pelea, pues casi tuvo una con Stan, esa no cuenta.
—Sí, señor.
—Y usted, Constantino… Ya es el tercer problema. Dígame ¿por qué le gusta venir tanto a mi despacho?
—Yo, señor… Creo que usted es muy lindo —suelta Constantino.