Expediciones ~
“Hay amigos que son más que un hermano.”
Solíamos conversar de todo. Hacíamos todo juntos. No estaba sin él, ni él sin mí. Dejábamos nuestras risas salpicada en las calles, y también nuestras indiferencias. Le exponía todo lo que había en mi enana roja, y él, lo atesoraba con sus más fuertes fuerzas. Él era primavera a mi corazón, quien detenía la lluvia que se generaba dentro de mí. Miraba la llovizna de mis ojos y venía a mojarse conmigo, a bailar bajo nuestra lluvia con cancioncitas memorizadas de ayer y hoy. Pero también, juntos creábamos la mayor tormenta dentro de nuestro mar, y cuando la tripulación colapsaba y el viento soplaba tan fuerte aparecía nuestro capitán, y todo volvía a ser día. Éramos astronautas en un planeta desconocido. Nuestro corazón ardía y nos construimos alitas de algodón para llegar al sol aunque muriésemos de calor. Trotábamos por el vasto universo en busca de nuestro planeta favorito y chocábamos con lluvias de meteoritos que nos dejó las manos llenas, relampagueantes de polvo de estrellas. Él era mi compañero de viajes en el tiempo por agujeros negros y a expediciones a la conquista de un planetoide. Aún sigo en el espacio, esperando que su mano regrese a ser el motor que haga andar mi navecita de cartón; lo perdí en la desesperación de un paseo al sol y hoy lo busco en los cráteres purpura de Plutón pero, aún está ahí fuera, en algún lugar de la galaxia, en mi Universo. El tiempo se me escapó en sus ojos y en el espacio, así que me sentaré y esperaré a que se me llenen los ojos de la luz de las auroras y encuentre vida en mis manos otra vez.
Las memorias de un Noviembre
13.11.18