Las Migajas

Si lo ago está mal

Le molesta si le pregunto con quién habla, como si mis dudas fueran un delito, como si mi interés por su vida fuera una intromisión imperdonable. Cuando intento acercarme y conocer un poco más de lo que hace o con quién comparte su tiempo, me corta con frialdad, diciéndome que no debo meterme en su vida, que él es libre de hacer lo que quiera y hablar con quien quiera. Lo dice con tanta seguridad, como si esa libertad fuera solo suya, mientras me deja claro que yo no puedo hacer lo mismo. Porque si lo hago, si siquiera intento vivir con la misma libertad que él se otorga, inmediatamente me señala, me acusa, me hace sentir culpable, como si estuviera traicionándolo. Es una regla injusta y cruel, donde él siempre tiene permiso y yo siempre estoy limitada, donde sus acciones están justificadas pero las mías se ven como errores imperdonables. Y aun así, me quedo ahí, tratando de entender, buscando una lógica que no existe, sosteniendo un equilibrio roto que siempre lo favorece a él y me va apagando a mí.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.