Las nubes no son de algodón

Capítulo 8: Taylor

—¡Es una lunática, una esquizofrénica! Yo solo trataba de hacerla sentir mejor. —Estoy en mi roca con la botella casi vacía de whisky en la mano hablando conmigo mismo, o más bien gritándome a mí mismo.

«—Se enoja si soy amable y se enoja si no lo soy ¿Cómo rayos se complace a esta mujer?

Me paso el resto del día pescando y buscando fruta para comer, fue la mejor forma de distraerme después de todos mis fallidos intentos de convencer a Kat de salir del avión. Al menos se comió algo de la fruta y el pescado que dejé en la puerta del avión para ella. Supongo que hasta a las locas les da hambre. Al empezar a oscurecer enciendo la fogata para calentarme.

—¡¿Por cuánto tiempo se puede estar enojado injustamente?! —pregunto en voz alta sabiendo que la única persona que puede darme la respuesta se niega a mostrarme su cara. 

Mientras medito sobre mi dilema existencial me percato de que tengo público presente; la pequeña alimaña peluda del otro día está erguida frente a mí con la cabeza ladeada mirándome inquisitivamente. 

—¿Y tú qué haces aquí sabandija? ¿vienes a molestarme otra vez? —El animal se queda intacto ante mis acusaciones.

—Estabas con ella ¿no?, ¿Cómo está, sigue enojada conmigo? —Continúa mirándome fijamente, pero esta vez inclina la cabeza al otro lado—. No me mires así, no es mi culpa. Traté de ser amable, diciéndole que no es mi tipo y que veo chicas desnudas todo el tiempo y... ¡oh Dios, soy un idiota! —expreso apenado al darme cuenta del terrible error que cometí y lo peor de todo es que un hurón fue quien hizo que me diera cuenta—. Tengo que entrar al avión y disculparme por... un momento, ¿por qué sigo hablando con este animal? Creo que este lugar está afectando mi cerebro.»

Entro en el avión con la intención de disculparme con Kat por mi comentario; avanzo por el pasillo hasta llegar al asiento en el que estaba plácidamente dormida, usando una de mis camisas blanca y uno de mis calzoncillos cómo pijama, no puedo evitar sonreír ante la visión y la verdad es que se ve muy sexy.  Creo que yo también merezco descansar un poco, ya me disculparé mañana. 

(*******)

Apenas consigo conciliar el sueño cuando el sonido de una voz mascullando me despierta.

¿Será que hay alguien aquí? 

Me levanto rápidamente y empiezo a caminar buscando el origen de la voz solo para darme cuenta de que se trata de...

—¿Kat? 

La observo moverse de un lado a otro, con los ojos cerrados, mientras suelta palabras inaudibles. Me inclino hacia ella hasta estar a unos centímetros de su rostro y sujeto sus hombros suavemente para tratar de despertarla.

—Kat despierta, estás hablando dormida.

—Eres un idiota Taylor. —«Vaya, al parecer la piloto Manson está soñando conmigo, y hasta en sus sueños me insulta»—. Eres un idiota y quiero besarte, maldito mujeriego crees que no soy bonita, tú eres tan sexy bésame.

Esto sí que me sorprende, y poca cosas me sorprenden; la dulce piloto Manson cree que soy sexy y quiere besarme, esto me hace sonreír. Pero por muy divertida que sea esta situación tengo que hacer lo correcto y despertarla.

—Kat despierta. —La sacudo suavemente de los hombros y al ver que no obtengo resultados decido ejercer un poco más de presión—. Kat estás hablando dormida, despierta.

Me detengo por un momento y miro su rostro fijamente mientras ella sigue susurrando palabras sin sentido; se ve tan hermosa, sus labios carnosos son casi hipnóticos; entonces pienso, si las palabras y las sacudidas no funcionan tal vez los besos sí, después de todo es ella quien prácticamente me está pidiendo que lo haga. Me inclino aún más sobre ella hasta rozar sus dulces labios cerrados con los míos. Es solo un ligero toque, pero se siente mucho más intenso que besar a cualquier supermodelo.

—Un momento, ¡¿de dónde salió eso?!—exclamo en voz alta, tan alta que hace que Kat abra los ojos y suelte un chillido agudo que me deja parcialmente sordo.

De pronto me tira de los brazos y me pone de cara contra el asiento, se coloca detrás de mí y me sujeta las manos contra la espalda, en una maniobra digna de cualquier luchador de la WWF.

—¡Ya basta soy yo, soy yo!

—¿Qué diablos crees qué haces? —me pregunta enojada, ejerciendo aún más presión en mi cara y mis manos.

—Estabas hablando dormida, solo intentaba despertarte.

—¿Ah sí?

Cuándo al fin libera mis manos y logro ponerme de pie me volteo hacia ella enojado.

—¡¿Pero qué demonios te pasa?! ¡Casi me rompes el brazo!

—Oye me despierto y te encuentro encima de mí, ¿qué esperabas que hiciera? —me espeta poniéndose a la defensiva con los brazos cruzados a la altura de su pecho—. ¿Y qué decía mientras dormía?

—Bueno, entre otras cosas que soy sexy y que quieres que te bese —le digo con una media sonrisa. 




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