—Confía en él, confía en él. —Es lo que me digo a mi misma mientras doy vueltas de un lado a otro en el apartamento de Taylor.
«Hace cinco minutos que se fue y ya me estoy volviendo literalmente loca. Taylor me prometió que solo sería una cena inofensiva, pero estoy segura de que esa fulana hará lo que sea para metérsele por los ojos.»
Me detengo por un momento y pienso, «¿será que esto es mi culpa?» Digo, él claramente no quería participar en la subasta y hasta me hizo señas para que dijera que no a su madre pero, ¿qué podía hacer? ¿Decirle lo siento pero soy una egoísta y no quiero que mi novio ayude a recaudar dinero para su fundación? ¿Qué clase de impresión hubiera dado?
Respiro hondo, tal vez no sea culpa de nadie pero no pienso quedarme aquí de brazos cruzados. Me cambio de ropa rápidamente y llamo a un taxi, en cuanto llega le doy el nombre del restaurante que me dijo Taylor y le exijo que me lleve hasta allí lo más rápido posible.
Cuando al fin llegamos salgo del taxi y le pago al conductor, el restaurante tiene una fachada de cinco estrellas con una entrada decorada con luces y flores silvestres. Camino hasta la puerta pero una chica delgada, de baja estatura y piel pálida parada en el podio me detiene antes de pueda dar un paso más.
—Bienvenida a "Le Moulin Bleu", ¿tiene reservación? —me pregunta la chica de pelo castaño con destellos dorados, casi tan corto como el mío, ojos claros y nariz pequeña con pecas, vestida con un uniforme entallado.
—No, no tengo pero debo pasar —digo tratando de ignorarla y continuar mi camino pero ella se pone enfrente impidiéndome El Paso.
—Lo siento pero no puede pasar sin reservación —me dice con una sonrisa.
—Escucha amiga mi novio está allí con una arpía de cabello oxigenado y pechos falsos llamada Victoria Miller y tengo que impedir que le ponga sus garras encima —le explico.
—Espera, ¿dijiste Victoria Miller? —Ella le hace una señal otra empleada para que se acerque y tome su lugar—. Ven conmigo —me dice tomándome de la mano y llevándome a un área del restaurante que es solo para empleados—. Odio a Victoria Miller, es una maldita perra que se cree la reina del mundo y nos trata súper mal a mí y a los demás empleados cada vez que viene. Te ayudaré.
—¿Enserio me ayudarás? —pregunto sorprendida—, pues gracias.
—Será todo un placer. Soy Sky por cierto, Sky Turner ¿y qué tienes en mente? —Estrecha mi mano efusivamente y puedo notar un tatuaje en forma de cuervo en su muñeca.
—Bueno la verdad no tengo ningún plan en mente pero ahora que cuento contigo, ¿crees que puedas prestarme un uniforme?
—Veré que puedo hacer. —Después de prestarme un uniforme Sky me adentra en el restaurante presentándome a los de más empleados como la nueva camarera—. El restaurante tiene dos pisos, en el piso de arriba está el área VIP donde las mesas están aisladas para dar más privacidad, ahí es donde está tu hombre.
Sky me guía hasta el segundo piso y luego habla con la camarera que los está atendiendo para que la dejara servir la mesa en su lugar y esta aceptó de inmediato, al parecer todos en serio odian a esa mujer aquí.
—¿Esto no te meterá en problemas o sí? —le pregunto sintiéndome un poco culpable.
—No te preocupes, ya quería renunciar —me contesta encogiéndose de hombros.
Busco con la vista a Taylor hasta que lo encuentro justo a tiempo para ver cómo Victoria le coquetea descaradamente. Podría explotar de la ira en este instante pero trato de controlarme, mi Amelia imaginaria esta parada en la esquina de un ring vestida con ropa y guantes de boxeo, enojada y lista para la pelea.
Trato de cubrir mi rostro con mi flequillo y tomo la botella de vino que la camarera iba a servirles. Después del visto bueno de Verónica me acerco a la mesa, evitando el contacto visual a toda costa y empiezo a servir el vino lentamente mientras escucho su conversación.
—No sabes lo mucho que te he extrañado Taylor —La escucho decir mientras acaricia sus manos con sus largas uñas rojas—, eras tan ardiente, aún lo eres.
—Victoria sabes que estoy en una relación seria —dice él retirando la mano.
—¿Una relación seria? ¿Con esa chica tan insulsa? —Lanza una carcajada irónica—. Por favor Taylor no me llega ni a los talones.
Estoy tan ocupada tratando de controlarme para no sacarle los ojos a esta bruja que no me doy cuenta de que el vino se está derramando sobre la mesa.
—¡Oye estúpida! Fíjate en lo que haces.
—Lo siento señorita ¿así está mejor? —Tomo la botella de vino y empiezo a verterla sobre ella.
—¡¿Pero qué te pasa maldita perra?! —Me dice poniéndose de pie—. ¡Haré que te despidan por esto!
—Espera un momento ¿Kat, eres tú? —Taylor se pone de pie y toma mi rostro en sus manos y lo gira hacia él para asegurarse de que en efecto se trata de mí.