Las nubes no son de algodón

Capítulo 25: Katherine

Llego a casa totalmente desconsolada por mi conversación con Taylor y lo primero que hago es llamar a Stephanie para contarle parte de mi dilema. En menos de un segundo se aparece en mi casa con un tarro gigante de helado de chocolate en una mano y una cubeta de pollo frito en la otra.

—¡Pijamada! —Es lo primero que dice en cuanto abro la puerta.

—Cariño, eso es para mí —James camina hacia ella con la intención de tomar una pieza de pollo pero aleja la cubeta de él en un movimiento.

—No toques el pollo —le dice arrastrando los dientes, haciendo que James retroceda como un gatito asustado. 

—Oigan chicas me puedo unir a ustedes —ambas nos detenemos al pie de la escalera al escuchar la voz de Magy, la novia de Lucas, que casualmente lo estaba visitando hoy.

—¡Claro que sí! necesitamos toda la ayuda femenina posible —le contesta Stephanie emocionada.

Se para del sofá y empieza a subir las escaleras con nosotras.

—Pero cariño, se supone que hoy veríamos una película.

—Ahora no Lucas, es noche de chicas. Tu hermana está triste, sé más considerado —lo reprende ella.

—Si cariño, lo siento, tienes razón.

Les explico a las chicas la situación mientras nos devoramos el helado y el pollo frito.

—¿Y en serio te irás a Nueva York? —pregunta Stephanie.

—Aún no lo sé 

—Pues yo creo que hiciste bien. No puedes renunciar a tus sueños por seguirlo a él —me dice Magy mientras mordisquea un muslo de pollo.

«La verdad me siento un poco sorprendida de recibir su apoyo. Ella y mi hermano han estado saliendo por un largo tiempo pero nunca hemos sido muy cercanas, aunque debo de admitir que es mi culpa; siempre me mantengo alejada de las otras chicas, a excepción de Stephanie, porque creo que juzgarán mi estilo poco femenino.»

Pero ahora me doy cuenta de ella no es así, en realidad es muy amable y viéndola de cerca reconozco que es muy hermosa también, tiene el pelo largo estilo californiano, ojos marrones y un cuerpo curvilíneo muy sexy; eso ligado a su origen latino, colombiana creo, la hacen la chica más atractiva con la que mi hermano ha salido, con razón está loco por ella.

—Si pero el hecho de que te haya pedido que vayas con él es tan romántico, tal vez debiste decirle que lo pensarías al menos —dice Stephanie sosteniendo una cucharada de helado a medio camino de su boca. 

—¿Alguna de ustedes tiene sed? Porque  yo sí, ¡Lucas amor, tráenos algo de tomar! 

—¡Si cariño! ¡Claro cariño! ¡En un minuto cariño! 

—En serio lo tienes comiendo de tu mano —dice Stephanie fascinada, Magy solo sonríe a modo de respuesta.

—Chicas yo no sé qué hacer estoy confundida —les digo afligida luego de tomar los refrescos que trajo Lucas.

—¿Y por qué no lo llamas? —propone Magy.

—Sí, eso sería una buena idea —opina Stephanie.

—¿Llamarlo? ¿Y qué le digo: lo siento por rechazar tu romántica oferta pero mis sueños son más importantes?

—Noooo, dile que estás confundida —me dice Magy.

—Que no debiste rechazar su oferta tan pronto. —Esta vez es Stephanie quien habla.

—Y que aún lo amas —concluye Magy.

—De acuerdo, lo haré. —Exhalo un profundo suspiro y marco el número de Taylor en mi teléfono. Lo escucho sonar unas cuatro veces  pero nadie contesta—. Esto es extraño, pero no me contesta, ¿creen que aún esté enojado? Llamaré de nuevo. —Marco otra vez el número y obtengo el mismo resultado. Niego con la cabeza a la pregunta no pronunciada de las chicas.

—Tal vez se fue a un bar a desahogar sus penas —sugiere Magy, y Stephanie le da un codazo a modo de reprensión.

—No, él no es así —contesto un poco afligida.

—Tal vez solo debas darle esta noche para que se calme y pasar a arreglar las cosas mañana —me dice Stephanie.

—Sí, tal vez sea lo mejor.  

(********)

Al día siguiente aparco mi auto en el edificio donde vive Taylor y subo a su apartamento. Extrañamente la puerta está sin seguro así que entro y lo primero que veo son unos vidrios rotos. Continuó avanzando por el apartamento hasta que lo veo, amarrado a una silla de pies y manos y con la boca amordazada, a punto de desmayarse.

Abro los ojos como platos y me llevo la mano al pecho emitiendo un gemido de angustia; el corazón se me quiere salir del pecho.

«¿Quién pudo haber hecho esto?»

Por un instante las piernas no me quieren responder pero me obligo a mí misma a caminar hacia él. En cuanto nota mi presencia se reanima y empieza a moverse y a emitir sonidos que no logro entender.

Estoy tan cerca de tocarlo, extiendo la mano hacia sus ataduras y es entonces cuando siento el frío metal de una pistola en la parte trasera de mi cabeza.

—Si te mueves, disparo muñeca —me dice el extraño en mi oreja, dejándome paralizada mientras Taylor se mueve como loco en la silla y tira de sus manos ferozmente tratando de soltarse.




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