Ashley golpeaba impaciente sus uñas contra la mesa de metal al compás de un segundero. Por dentro la carcomían los nervios. Estaba a punto de ver a los ojos a la asesina de su madre, a quien odió por tanto tiempo. En realidad ya la había visto, pero no sabiendo quien era realmente. No sería lo mismo ahora.
Andrew estaba a su lado, la observó y le acarició la mano en silencio, con intención de tranquilizarla un poco.
Hasta que por fin apareció, acompañada de un guardia, con el cabello despeinado, un corte bastante importante en la comisura de la boca, y el entrecejo fruncido. Miraba a todas partes con rencor en los ojos, hasta que los vio, y se mostró sorprendida.
-¿Que hacen aquí?- preguntó tomando asiento, un escalofrío le recorrió el cuerpo, al igual que a Ashley al verla llegar.
-Ashley necesita saber toda la verdad, Sarah. -dijo Andrew, en tono pasivo.
Sarah corrió la mirada a ella, soltó un suspiro y se hecho hacia atrás en la silla.
-Yo no soy Kayla Collinge.-comenzó. -Soy Sarah Collinge Grey. - y a Ashley se le transformó la cara.
-Soy la hermana gemela de tu madre, sí. Y también soy la Sirena negra, como todos ya saben.- comentó con una risa sardónica.
-¿O sea que mi tía es la asesina de mi madre?-reflexionó espantada.
-Oh no, no me digas tía que nunca cumplí ese rol, de hecho no sabía de tu existencia, no sabía que Kayla había tenido una hija. -contó indiferente y relajada. -Pero me alegra verte, eres igual a nosotras.-agregó sonriente, cargada de ironía.
-¿Por qué nunca supimos de ella? ¿Por qué no nos contó que tenía una hermana? -se dirigió a Andrew, pero antes de que éste hablara Sarah lo interrumpió.
-Porque me abandonaron, nadie de mi familia me quiso ni si quiera tu madre. Me hicieron pasar por muerta sólo porque estaba enferma, porque iba a morir. Y claro, eso dañaría la reputación de la familia ¿No?. Me dejaron sola, sin nada ni a nadie. -estaba llena de rabia, ira, impotencia... -Y pues claro, Kayla era la hija sana, la hija con un futuro prometedor. La eligieron a ella y a mi me abandonaron en la puerta de un orfanato como a un perro. Tenía apenas cinco años... y me quitaron la vida que era para mí. - agregó. -Pero aquí estoy, no he muerto, solo he matado...-dijo malévola.
Estaba claro que habían hecho algo terrible con ella, que había pasado fatal, y que estaba llena de odio, resentimiento y dolor por todo aquello.
Ashley se sentía extraña, por un lado sentía pesar, y por el otro odio. Sí, había sido una injusticia lo que le habían hecho, pero entonces con más razón debería haber actuado diferente... nada justifica todo el daño que causó.
-¿Por eso mataste a mi madre cierto?-preguntó, con los dientes apretados y los ojos llenos de lágrimas.
-Sí... la maté porque ella se robó mi vida, y yo la quería devuelta. Así que fui a recuperarla. Se la arrebaté, como ellos me la arrebataron a mí. -dijo fría.
-Eso no te traería de vuelta tu vida, sólo te traería a la cárcel donde estás ahora.
-Claro que no.-rió. -He vivido por más de diez años la vida de tu madre en Sidney. He sido Kayla Collinge, he sido la mejor surfista, yo también amo el agua y el surf ¿lo sabías?
Ashley la observada con repugnancia.
-¿Por eso la obsesión con los surfistas en general? ¿Por envidia y rencor? Acabaste con un montón de vidas que no tenían absolutamente nada que ver con lo que te hayan hecho.-dijo Andrew, con los ojos llenos de impotencia.
-Lo hice por venganza. ¿A caso no merecía poder vengarme?
-La venganza nunca lleva a nada bueno, sino mírate.- contestó.
-Ya obtuve mi venganza, no importa lo que me suceda ahora... de todas formas, podría morir en cualquier momento. Da igual.
-Kayla no sabía que tú estabas viva. A ella le dijeron que habías muerto a los cinco años. Una vez me lo contó... sentía pena por ti, decía que le habría gustado haberte conocido de adulta. No tenía muchos recuerdos contigo.
Sarah rió con una mirada cínica.
-¿De verdad crees eso? Ella sabía que yo estaba enferma.
-Señores, se acaba el tiempo de visita.-llamó la atención el guardia, golpeando la puerta de chapa.
-Morirás aquí tras las rejas, por todo el daño que nos has hecho. -le espetó Ashley furiosa, mientras se ponía de pie. Y se marcharon dejándola sola allí, sin mirar atrás.
-Ashley, sé fuerte. Ya se hizo justicia al fin, era lo que tanto queríamos, ya no habrá más muertes.
-Lo sé.-dijo desanimada, dándole un fuerte abrazo.
-Ya que estamos aquí, quisiera que conozcas nuestra casa,donde vivíamos tu madre y yo antes de que nacieras. ¿Te gustaría?
-Claro.-dijo sonriente, y marcharon los dos lejos de allí.
La pequeña casa playera quedaba en una isla australiana. Era toda blanca y bastante rústica, con caracoles por doquier, decorando los rincones.
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Editado: 21.02.2019