Fernando llevaba de novio alrededor de tres semanas con una de las chicas más bonitas del salón, era llamativa, pero casi nadie se atrevía a acercarse a ella, pues parecía que todo el mundo era simplemente un estorbo. Su rostro siempre era sereno, nunca se le vio ni una sola vez enojada, triste y mucho menos feliz; era cierto que varios chicos habían intentado tener una relación larga con ella, pero gracias a ese pequeño defecto con su rostro todo se había ido al carajo; aparte de su rostro, Zoé no era una chica cariñosa, jamás le habían visto regalar un chocolate que no fuera por compromiso o tener un detalle cariñoso hacía ninguna persona; por lo que era realmente sorprendente que alguien tan simple y carismático como Fernando llevará tanto tiempo junto a ella.
- ¿No te cansas de verle la cara de palo? - preguntó Oscar, su mejor amigo mientras la observaban leer con mucha concentración un libro bastante grueso.
- No, para nada... creo que no se sabe expresar, es todo. - Fernando no era una persona que malinterpretará a otra persona, por lo que dichas acusaciones no le preocupaban en lo más mínimo, sabía que tarde o temprano podría romper aquella barrera que se había puesto la chica y vería en su rostro más de una emoción aparte de la apatía que siempre mostraba.
- No sé cómo la aguantas, chico, eres mi héroe, es bonita pero... solo imagínate esa cara cuando estés íntimo con ella... sería fatal amigo.
- No seas tonto; uno no tiene novia solo por eso.
- Yo si. - contestó orgulloso mientras imaginaba a todas las chicas con las que ha estado y a las cuales se ha llevado a la cama.
- Por eso te dejan todas tan rápido.
Zoé levantó la mirada de su libro para clavar sus orbes color miel en las pupilas marrones de Fernando, acto seguido volvió a bajar el libro; quizás la habían molestado con su plática; pero a Fernando le bastaba, por ahora, con que Zoé le dedicará algunos segundos su mirada; pues significaba que sabía que existía y eso ya era un gran logro en su relación; era novato en esto de estar en pareja así que no sabía si estaba haciendo las cosas cómo se supone debería de hacerlas, por lo que por el momento se dedicaría a investigar más sobre ella.
Era extraño el cómo se habían vuelto una pareja, pues fue gracias a una simple confusión que se volvió realidad con el tiempo, a pesar de que no habían avanzado más allá de tomarse de las manos y darse un beso en la mejilla.
Detrás de Zoé habían demasiado rumores, algunos eran demasiado extravagantes para ser tomados en cuenta, como que se encontraba traumatizada por algo que ocurrió hace mucho tiempo atrás, otras decían que tenía una enfermedad que no le permitía expresarse de manera adecuada y una de las que más se escuchaba pronunciar era que despreciaba a todos, que su relación con Fernando solo era para encubrir el hecho de que era una completa antisocial que solo deseaba ver el mundo arder.
Zoé se acercó a Fernando cuando el horario de las clases les daba un descanso, mismo que muchos utilizaban para comer, otros más para estudiar y algunos otros para tener un merecido tiempo de parejas; por su parte la extraña pareja lo usaba para sentarse el uno cerca del otro y tomarse de las manos en silencio, no sabía que decir Fernando y Zoé nunca comenzaba las conversaciones.
- ¿Quieres ir al cine este sábado? - preguntó de pronto Fernando, pensando que sería una idea bastante buena para poder sacarle una sonrisa a Zoé.
- Claro, si quieres. - fueron sus palabras.
Fernando suspiró, tenía tantas ganas de que le hablará con algo más que con esas respuestas un poco cortantes, necesitaba saber cuales eran sus gustos, qué cosas le gustaban y cuales no, también quería conocerla más a fondo, saber que eran sus colores preferidos o la comida que más consumía de la misma manera que los dulces; sin embargo, rara vez veía a Zoé comiendo en la escuela, cuando lo hacía solo compraba una soda y algunas frituras que terminaban en manos de una de sus compañeras.
- Están estrenando la película que te dije la vez pasada, la del espejo y la chica...
- Está bien si esa es la que quieres ver. - nuevamente una respuesta al aire, era evidente que no conseguiría una respuesta honesta de su parte.
- ¿O quieres ver alguna otra?
La que tú prefieras esta bien. - el maestro llegó, sus manos se separaron y tuvieron que regresar a esa rutina en que los dos eran simples compañeros de clase, a pesar de que todos conocían perfectamente el estado en el que se encontraban.
- Paso por ti a las ¿6?
- Esta bien. - y todo termino allí.
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el deseo a una estrella fugaz, un amor a punto de romper, una chica que no sabe expresarse
Editado: 07.06.2020