ABRIL
Puedo sentir el sudor caer por mi rostro y mi espalda, los rayos de sol lentamente penetran mi piel, la tierra bajo mis pies ensucian mis botas y overol café que llevo puesto.
He estado trabajando con la tierra por varias horas ya, paso mi brazo por mi frente intentando quitar un poco de mí sudor. Este año nos han dicho que tendremos que cosechar más de lo usual, se pronostica un largo y frío invierno, posiblemente el más largo que hemos tenido hasta ahora.
La campana del almuerzo suena, todos se levantan del suelo para poder ir a la cafetería. Yo en cambio, camino hasta la bodega, dejo mi pala a un lado donde no puede estorbar.
Ya que aún no cumplo los dieciocho y no tengo mis poderes todavía, tengo que trabajar con estas herramientas en la cosecha, al menos hasta que eso suceda.
Sacudo mis manos con el overol lista para ir a la cafetería por algo de comida, estoy que muero de hambre.
La fila es más larga que de costumbre. Agarro la tabla gris del montón apilado y espero mi turno como todos los demás.
—Hola, Abril—Gladyse me saluda desde el otro lado del mostrador.—¿Aún no hay nada?
—Aún nada. Esperamos que dentro de poco comience a dar frutos el cultivo.
La cosecha ha tardado mucho en crecer últimamente, no estamos muy seguros de a que se deba eso, mi padre ya informo al consejo, seguimos en espera de una respuesta.
Mi papá es el encargado de esta orbe desde que tengo memoria, ha sido un trabajo pesado para ambos, extrañamente está en casa, pasa la mayor parte de su tiempo resolviendo cosas en el reino o trasladándose entre reuniones con el consejo de Rodem.
Por ejemplo, hace unos días tuvo una reunión para hablar de la cosecha que no parece ceder este año, lo cual es preocupante de muchas maneras. Los demás dependen de nosotros para que su comida llegue hasta su mesa todos los días.
—¿Qué hay hoy?—pregunto esperanzada.
—Lo mismo de ayer—murmura en un suspiro. No puedo evitar poner cara de disgusto.—Lo sé, pero aún no nos han llegado los suministros de la cornucopia.
—Entiendo.
Lo cual es mentira, nosotros somos los que les damos las cosechas, nuestras cosechas. Trabajamos bajo los rayos del sol todo el maldito día, no me parece justo que seamos los últimos a quienes les entregan los suministros.
Siempre que le saco el tema a mí padre para que diga algo ante el consejo, termina diciendo que así es como funcionan las cosas y no hay nada de lo que él pueda hacer o decir para cambiarlo. Esto es una burla, desde varias generaciones nos menosprecian lo cual no logro entender por qué, si fuera por mí ya hubiera hecho algo para cambiar eso, pero tristemente no está en mis manos.
De todas formas, de alguna manera u otra tenemos que conformarnos con lo que nos queda, son sobras o nada y francamente necesitamos esas sobras, por muy pocas que sean.
Me despido de Gladyse con un movimiento de cabeza, dejando que la persona detrás de mí reciba su comida. Tomo asiento en la mesa de madera mirando la bandeja frente a mí con poco apetito.
—¿Lo mismo de ayer?—Clara me pregunta con esperanzas.
—Sabe más rico de lo que se ve—digo con una sonrisa falsa, tratando de no mostrarle lo mal que sabe esto.
Entrecierra los ojos dudando de que este diciendo la verdad, sin decir nada más se va a hacer fila para recoger su comida, minutos más tarde vuelve dejando su bandeja en la mesa, sentándose frente a mí, se lleva el tenedor a la boca dándole un mordisco a su comida.
—Podría estar peor—admite.
Gritos de celebración se escuchan por todo el comedor. Nestor entra a la cafetería dando brincos de alegría. Tobias y Alan siguen su espectáculo atrás de él.
—No lo mires. Ten—Clara agarra el tenedor de mi plato, llevándomelo a la boca atragantándome con la comida.—Come, come. Has como si no lo has visto antes de que...
—Mira quienes están aquí—Nestor interrumpe a Clara, mi mejor amiga maldice en voz baja, trago como puedo la comida que me metió a la boca a la fuerza, no puedo evitar toser.—Cuidado Abril, no queremos que nuestra chica favorita se nos vaya antes de tiempo.
—Veo que están muy contentos—logro decir cuando termino de toser. Clara me mira con dagas en los ojos por dirigirle la palabra.
Nestor siempre ha estado enamorado de Clara, eso no es secreto para nadie, en cambio mi amiga lo odia con toda su alma o al menos eso es lo que ella dice.
—Me alegra que lo hayas mencionado, Abril. En efecto estamos contentos ya que estamos celebrando. ¿Adivina quién ya tiene sus poderes?—mueve las cejas de arriba abajo, pone su competa atención en Clara esperando su reacción.
—Espero no seas tú—mi amiga susurra al mismo tiempo que Nestor nos dice que es él. No puedo ocultar la risa al ver la cara de sorpresa fingida de ella.
—Y muy pronto cuando tengas los tuyos amor mío, te daré el beso eterno y no habrá nada que nos separe.
El beso eterno.
Mi padre me explico cuando era pequeña que cuando tienes tus poderes debes escoger una pareja que igualmente tenga poderes como tú. Para esto cada año se organiza una fiesta en la cual puedes escoger tu pareja, una vez que lo hayas hecho le das el beso eterno, significando que has hallado a tu pareja y pasaras el resto de tu vida con él o ella.
Es una especie de rito de compromiso, pero para estar seguros de que todos los que están ahí sean puros, es decir que tengan ya sus poderes, el gobierno toma tu sangre para examinarla, se supone que al llegar a los dieciocho años ya deberías obtener tus poderes, pero hay casos en los que no llega a suceder, a esos extraños casos les llamamos "Los Enfermos".
—Ya quisieras casanova—Clara dice trayéndome de vuelta a la realidad.—Y cuando yo tenga mis poderes, ¿quién dice que te escogeré a ti para estar unida el resto de mí vida?
Nestor se toca el pecho fingiendo estar herido.
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Editado: 28.02.2022