AMELIA
Salgo de la casa junto con Jared. Miro hacía la casa inquieta por dejar a mi sobrina sola, pero me temo que esto es importante, de lo contrario Henry no me hubiera escrito.
—Por favor sígame—Jared avanza en frente de mí.
Lo sigo no muy segura de lo que estoy haciendo. ¿Y si es mejor que no lo vea? ¿Aún es muy tarde para regresar? ¿Qué puede ser tan importante que tuvo que venir a Terra?
El corazón se me acelera con cada paso que doy, expectante. No sé cómo voy reaccionar cuando lo vea, cómo va a reaccionar él.
¿Porqué regresa después de tanto tiempo? ¿Porqué me busca ahora?
Creí que habíamos dejado las cosas claras cuando decidimos que lo mejor para ambos era separarnos, nunca volver a vernos, apagar todos esos rumores que se esparcieron por el reino de raíz. Han pasado años desde aquellos días, pero aún hay personas que siguen recordando, manteniendo vivo ese rumor.
Caminamos en la oscuridad de la noche, guardamos silencio asegurándonos de que nadie nos sigue. Estamos lo suficientemente lejos dónde nadie puede vistos.
—El rey esta esperándola—Jared apunta con la mano la dirección.
—Gracias Jared.
Sostengo la respiración, avanzo vacilante hacia dónde me apunto Jared, él se queda atrás para darnos privacidad. No sé lo que esta a punto de pasar. ¿Porqué acepte venir?
Por que la curiosidad ese más fuerte que nosotros, Amelia.
Avanzo entre los árboles hasta que logro ver una figura dándome la espalda. El aire abandona mis pulmones, mi corazón bombea como un loco en mi pecho. Carraspeo tomando el control de mi cuerpo.
—Su majestad—logro decir haciendo una reverencia.
—Viniste—gira sobre sus talones para verme. Sus ojos se llenan de emoción, una sonrisa aparece en sus labios.
—Jared me entrego su mensaje—explico sin poder verlo a la cara. Temo no poder contenerme si lo hago.
—Sabes que no tienes que hablarme de usted—dice herido por la formalidad que uso para hablar con él.
El silencio se hace largo y pesado. Espero que diga algo para acabar con este suplicio. Su silencio me obliga a levantar la mirada hacía él. Por primera vez, en tanto tiempo, lo veo de nuevo. Ha crecido, luce más maduro. Su cabello castaño destella con finas líneas grisáceas, al igual que su bigote y su corta barba, las expresiones en su rostro están más marcadas, pequeñas arrugas se forman alrededor de sus ojos y en su frente. Los músculos siguen ahí presentes, su espalda está más ancha que antes. Veo su fuerte mandíbula, su fina nariz, ese hoyuelo que se forma siempre que sonríe, sus dulces ojos, luego sus labios...
Aparto la mirada. A pesar de todo este tiempo sigue siendo el hombre atractivo que alguna vez conocí. Quiero abrazarlo, decirle todo lo que no he podido durante nuestra lejanía, pero me mantengo impasible en mi lugar.
—En su mensaje menciono algo sobre que había vuelto—respondo en cambio.—¿A qué se refiere con eso?
—El Aether, ha regresado—encuadra los hombros.
—Eso es imposible.
Recuerdo lo que paso con el Aether hace años, no hay manera de que pudiera regresar.
—La sospecha de que no trabajo sola siempre estuvo ahí—siento como el pánico y el miedo me inundan, trato de mantenerme serena, pero esta confesión me tomó por sorpersa.—Lo que temíamos que pasara esta pasando, Amelia.
—¿Cómo sabe que ha vuelto?
—Han habido reportes de una niebla por ventus—respira hondo antes de continuar.—Así fue como todo comenzó la primera vez.
No necesita recordármelo.
Un peso se asienta en mi pecho dificultándome respirar. Los recuerdos golpean mi mente, unos tras otro sin piedad. Trago saliva con dificultad.
—¿Por qué yo?
—La detuviste una vez...
—Me temo que no soy más esa joven—lo corto.
—Sabes como piensa, como se mueve—niego rehusándome a hacer esto de nuevo, no puedo.—Todo lo que te pido es que me ayudes a encontrarla, a detenerla sus ataques, antes de que acabe con todos nosotros. Por favor, ayúdame—suplica.
—Confieso estar un poco oxidada.
—Conseguiste información de que las piedras fueron robadas—lo miro pasmada. ¿Cómo sabe eso?—No estas para nada oxidada—la esquina de su labio se eleva formando una sonrisa.
No quiero hacer esto. No puedo hacer esto. Regresar a mis tiempos de detective es lo que menos necesita mi familia ahora. No quiero dejarlos, mucho menos a mi sobrina. Ella me necesita.
Pero si es cierto que el Aether esta de regreso, ella corre el peligro de saber la verdad. Y sé que Henry no se dará por vencido en mí. Por más que intente ignorarlo, tiene razón, solo nosotros sabemos de lo que el Aether es capaz de hacer. Que forme parte de esto es la mejor manera de proteger a mi familia.
—Esta bien, lo ayudare. Visitaré ventus mañana a primera hora, cuando consiga algo se lo haré saber—digo aceptando la misión. Hago una reverencia buscando mi camino de regreso a mi hogar.
—Te extraño—suelta de pronto.
Paro en seco en mi lugar, un nudo se forma en mi garganta, agua invade mis ojos nublando mi vista. He soñado con escuchar esas palabras salir de sus labios por tanto tiempo, que no creí que fuera a escucharlo en esta vida. Mi corazón se agita sin control, todo mi cuerpo me suplica que me de la vuelta y corra hasta él, me reclama el contacto de su cuerpo, aunque sea una sutil caricia.
Con todo el dolor del alma, reprimo esos impulsos y obligo a mis pies a avanzar sin poder ver atrás.
No detengo mi andar hasta que llego a la casa. Entro por la puerta buscando a mi sobrina por todas partes. La encuentro recostada en el sofá, consumida por el sueño. Sin hacer ruido recojo una sábana cubriéndola con ella. Mi corazón se hincha de amor siempre que la veo. Ella es mi motivación, mi paz dentro del constante torbellino en el que vivo. No sé que hubiera sido de mí si no hubiera aparecido ella.
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Editado: 28.02.2022