Las piezas del destino

Capítulo III: El libro del defensor

III

Leti llevaba 4 días consecutivos llevando a penas pocas horas. Aprovechó que se encontraba de vacaciones para aprovechar el máximo tiempo posible. Sabía que el tiempo pronto se detendría y si no llegaba a tiempo podría ser la caída del cuarto pilar.

Tenía 25 años y la única constante en su vida había sido la negativa de que la llamasen por su nombre completo, corrigiendo a menudo a las personas para ser llamada solo Leti. A lo largo de su vida había vivido en distintas ciudades debido al trabajo de su padre, pudiendo mantenerse en un solo lugar cuando inició la universidad años atrás. Era una persona muy activa comprometida y competitiva, pero más que eso, una persona que no sabía decir que no, no solo a los retos, sino también a cualquier solicitud que algún amigo le hiciera.

Un par de semanas atrás se encontraba realizando una entrevista de trabajo, mientras esperaba que su actual jefe no se enterase de dónde se encontraba, si no lograba ser contratada. Estuvo entrando en la sala donde se encontraban los 3 evaluadores y estando a punto de estirar la mano para darles el saludo, estos quedaron inmóviles y breves instantes después sus cuerpos se tornaron completamente en un color plomizo, terminando luciendo como pequeñas nubes plomizas las cuales se alzaron y terminaron disipándose. Gritó de la impresión, llamando inconscientemente por ayuda, pero nadie llegó.

No esperó ni un minuto y salió de la sala donde se encontraba con la intención de encontrar a alguna de las personas que había visto previo a ingresar a su entrevista. El edificio se encontraba completamente vacío, lo cual era raro, ya que eran las 11:15 am. Quiso salir del edificio, pero el ascensor no funcionaba, por lo que decidió bajar por las escaleras. El impacto de lo que había presenciado hizo que no le importase que se encontrara en el piso 11, lo único que la motivaba en ese momento, era el deseo de salir de aquel lugar.

Abrió rápidamente la puerta de la escalera de emergencia la cual cruzó con tanta prisa que no se fijó qué había a través de ella. Al otro lado de la puerta se encontraba la entrada del edificio principal, había llegado desde el onceavo piso hasta la entrada de aquel edificio. No le quedó más remedio que pensar que todo era un sueño, por lo que, resignándose a ese contexto, caminó las calles esperando encontrar algo fuera de lo normal.

Las calles se encontraban completamente vacías, ningún artefacto eléctrico en los mostradores de las tiendas ni los anuncios de los paneles publicitarios se encontraban funcionando. Era demasiado extraño incluso para los alegres sueños que siempre había tenido, tanto como el extraño malestar que empezó a sentir a lo largo de su cuerpo. Un extraño adormecimiento empezó a recorrer todo su cuerpo, como si su cuerpo le exigiera dormir, aun estando dentro de un sueño.

Recordó que había dejado su bolso dentro de la sala de entrevistas por lo que decidió volver por él antes de encontrar un lugar donde reposar. Intentando repetir el proceso, se acercó a la puerta que más cercana que tenía y cruzó por ella, llegando nuevamente hacia donde quería. Esta vez no solo a la entrada del edificio o en la entrada de la escalera de emergencias, sino directamente a la entrada de la sala de entrevistas, la cual se encontraba aún vacía.

Cuando se acercó a recoger el bolso del piso, su cuerpo cedió y terminó tirada en el piso. Quedó en el piso, con su cara a pocos centímetros del escritorio, cuando vio este comenzó a iluminarse con una luz que emanaba de sus ojos. La habitación poco a poco se fue llenando de ese brillo, encontrándose en una habitación completamente blanca. Este se había vuelto el sueño más extraño que había experimentado en toda su vida.

Se vio envuelta en una conversación similar a la que Dante tendría semanas después. Estuvo completamente emocionada, aún creyendo que era un sueño, por lo que solo se limitó a escuchar lo que le estaban diciendo. Aunque era una historia algo vacía, estar en aquel ambiente era una experiencia interesante.

Terminado lo que tenía que oír, la luz del ambiente fue disminuyendo hasta que la habitación volvió a su estado previo. Se puso de pie, cogió su bolso y cuando iba a girarse para salir de la habitación, un extraño humo negro comenzó a descender, el cual en cuestión de segundo comenzó a recomponerse volviendo a ser aquellas 3 personas con las que tendría su entrevista. Respondió el saludo que le estaban realizando y se tomó asiento para iniciar su entrevista, mientras guardaba para sí el enorme miedo que sentía al percibir que nada fue un sueño, el cual solo manifestaría, al encontrar dentro de su bolso horas después, un libro titulado “El libro del defensor”




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