VIII
Eran pasadas las 8 de la noche, en cualquier momento Dante vería la grieta abriéndose en cualquier lugar en la azotea. Leti ya debería de estar terminando su reunión con Diana, la cual solo debería ser un breve intercambio de información tal como habían coordinado por la mañana.
Dante sentía aún curiosidad por lo sucedido en el último lapso vacío, quería probar estas habilidades pero a la vez temía que atrajese a alguno de esos seres monstruosos y se terminase generando otro lapso vacío. Revisó nuevamente su grimorio, y encontró un encantamiento que le permitiría aplicar su habilidad de sellado en un determinado área, impidiendo que cualquier emisión de magia en el interior sea detectado a la vez que servía para poder ocultarse. Era un encantamiento útil, considerando que podría utilizarlo para proteger al Pilar si la situación se tornaba complicada, mientras que Leti intentaba crear una brecha o sanarlos.
Aunque solo había aprendido la técnica de sellado básico, había adquirido un mayor conocimiento, aunque de forma forzosa, sobre lo que dicha habilidad implica a través de las transformaciones que el grimorio había presentado. Aquel daño físico que había sufrido estuvo a la par con la carga mental que tuvo que padecer al estar su cerebro asimilando gran cantidad de información para poder continuar con el flujo de los hechizos ejecutados por el grimorio.
Quizás no funcionaría de forma similar a lo que se indicaba en el grimorio pero podría hacer a su manera un espacio de sellado que cumpliese con el mismo fin. Continuó leyendo el encantamiento similar en el grimorio, cuando al fin llegó Leti. Lo hubiese tomado por sorpresa de no ser por el sonido que se oye al abrir la brecha, similar al ruido que hace la tela al romperse. Luego de intercambiar con Leti su información de contacto y contarle lo que estaba intentando hacer, Leti se mostró interesada y le pidió a Dante que intentase realizar el encantamiento.
Ambos sujetaron sus respectivos grimorios mientras su cabello y color de ojos cambiaban de color. Inmediatamente después, Dante, con el grimorio flotando estiró sus brazos en direcciones opuestas, y poco a poco fue creando una semiesfera verduzca similar a la que generó cuando activó el hechizo básico de escudo. La semiesfera se fue extendiendo hasta cubrir el área de la terraza. Una vez cubrió todo el piso, el campo fue cambiando de forma y color, adquiriendo una tonalidad plomiza a la vez, que empezó a deformarse y ampliarse hasta adquirir una forma cúbica. Dante bajó los brazos; sin embargo, el grimorio se mantuvo flotando, ya que aún se estaba ejecutando el hechizo que había adaptado.
Dante desactivó el cubo pero no desactivó el flujo de energía utilizada, por lo que no presentó cambios físicos. Para una persona que podía desaparecer de un punto y estar en otro en un instante, el afirmar que volvería en breve sí era tomado muy en serio. No pasaron ni quince minutos y Leti apareció con una pequeña caja de tizas en la mano.
Sin necesidad de preguntar qué es lo que intentaría hacer, Dante abrió el grimorio buscando la página donde se encontraba el encantamiento original. Una vez hallado giró el libro mientras que Leti comenzaba a escribirlo en el piso. Replicó la acción 3 veces más, por los lados restantes y una vez culminado Dante se dispuso a activarlo.
Luego de culminar de escribir el encantamiento dentro del cubo, intentó activarlo y efectivamente funcionó, aunque solamente restablecieron el ligero cansancio que tenían ya que ninguno contaba con heridas. Comenzaron a preguntarse si podrían realizar hechizos de los guardianes espadas o si solo ellos podrían utilizar las habilidades del otro, al estar ambos encargados de la protección directa del pilar. El problema, que tenían de momento, era el averiguar cómo curar a Leti si algo le sucedía. Si ella estuviese en serios aprietos, él y Diana caerían como piezas de dominó.
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Editado: 04.10.2022