Las Plegarias de Nerina

Capítulo 9

Desconocido

La música que escucho a lo lejos retumba en mis oídos, ha sido tan insoportable no poder dormir por su causa.

Que mejor que arreglar las cosas por mi propia cuenta, veo dos chicas discutiendo a lo lejos (vaya que la rubia está pasada de copas) la chica pelinegra solo se queda sollozando.

¿Que te han hecho?.

¿Quisieras mi ayuda?.

Me río internamente cuando veo a un chico mirándola a lo lejos, ¿Que miras maldito acosador?, espera ¿el no fue el que destrozó todos mis libros cuando era más joven?.

Bastado.

Pagarás por todo lo que me hiciste, veo que ya no hay nadie en su alrededor, en un abrir y cerras de ojos la mujer se había ido.

Lástima, no tenemos espectadores.

Aunque no puede haber evidencias, así que la hubiera matado después.

A mí no me gusta darle su merecido a personas inocentes, oh claro que no, solo a aquellas que me han hecho daño.

Como él "Gerald Equízel" alguien reconocido por ser un mujeriego y torpe en la escuela, pero claro, el es muy guapo así que por eso nos tenemos que quedar callados.

Mhm...si no te hubiera visto esto no estaría pasando.

El sigue apoyado en un árbol de espaldas fumandose un cigarrillo, me acerco a él sigilosamente, sin hacer crujir ninguna rama.

Tal vez esto me sirva para que toda su fiestita que han armado se calle.

Con un alambre filoso lo en rollo en su cuello, el golpea mis manos y yo lo volteó pegando su espalda al árbol con mucha fuerza para que pueda verme.

—T-tú —su voz se escucha sorprendida.

—¿Y-yo? —lo imitó en forma burlesca.

—¿Qué demonios estás haciendo? ——habla rasposo y sin aire.

—Me estoy diviertendo —inclino un poco mi cabeza mirándolo a los ojos— ¿no recuerdas cuando tu lo hacías conmigo?.

—Nunca te he hecho nada.

—¿Me llamas mentiroso? —mis ojos se comienzan a oscurecer del enfado.

—S-suéltame.

—Deja de tartamudear, parecer tarado.

Bueno se me olvidaba la pequeñísima parte en que lo estoy ahorcando.

—Okey, me he cansado, fin de la charla. dulce vida Gerald.

Aprieto un poco más cortando una fina capa de piel, dónde comienza a salir una hilera de sangre al rededor de él.

—Creo que necesito algo más potente —hago un puchero con mis labios en señal de tristeza.

Agarro la segunda opción que ya tenía preparada en la otra mano, una soga de metal compuesta por picos de vidrio muy afilados, sin soltar la otra lo único que hago en ponerla arriba de ésta.

Así llegando a cortar con apenas un toque una línea de sangre que rodea todo su cuello.

Sin ningún remordimiento presiono ambas sogas fuerte incrustadose completamente en su garganta.

Sus ojos completamente abiertos demuestran la desesperación por la que estaba pasando, su boca entre abierta tratando de tomar pequeñas bocanadas de aire, y sus manos ya cuelgan de su cuerpo.

Cae lentamente por el árbol y yo me arrodillo junto con él.

Sacó unas grandes tijeras y las miró por un segundo, para después levantar la mirada hacia su cara, unos ojos hermosos, los necesito.

Los clavo de golpe y bruscamente en su ojo izquierdo, sujeto bien la tijera y lo sacó con la misma fuerza que cuándo lo incruste, repito este mismo movimiento con su ojo derecho y los guardo en una pequeña caja.

Más tarde grabare su nombre en ella.

Mis tijeras las limpio con un paño azul, no quiero su sangre en mi objeto más preciado.

Gerald poco serviste para este mundo, viviste mucho, sería una buena idea poner esto en su lápida.

Escucho pasos aproximándose a dónde me encuentro.

Solo lo veo por última vez y me voy perdiendome entre los árboles y la oscuridad que los rodean.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

D.C



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En el texto hay: misterio, romance, suspenso

Editado: 24.08.2022

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