Las princesas no lloran

41. Te amo

—Yo no quise…pero si Blair, Alexis no le importo y abuso de mi—mi pequeña llora sin contenerse, justo en este preciso momento quiero matar a alguien, quiero destruirlo, dejarlo sin nada, matarlo con mis propias manos.

¡Maldita sea!

¡Mi niña joder!

Es un hijo de perra, a una mujer se la respeta y ella dice no es no y ese desgraciado no escucho a mi mujer, no la respeto y ella quedo indefensa ante un cobarde de mierda que se creía más por poder tener a una mujer a la fuerza.

¡Maldito!

Pero lo que más me sofoca es que yo no estaba para ella, yo no pude protegerla, cuidarla de sus garras, esto me afecta como nada en el mundo, siento una rabia que no cabe en mi ser.

¡Maldito Alexis!

Me paro y comienzo a tirar todo lo que encuentro, me odio debí estar con ella, debí protegerla como mi joya más preciada y no lo hice.

¡Es mi maldita culpa!

Las lágrimas se arremolinan en mis ojos y como un cobarde comienzo a llorar frente a la mujer que más amo y que ahora entiendo que sostuvo tanto tiempo una carga que la sostenía sola, se ahogaba sola y no estuve para ella.

—¡¿Porque carajos no te cuide?!—me acerco a ella y la cobijo en mis brazos como si me quisiera fundir en ella, quiero que sea así para siempre, nunca mas soltarla, nunca mas dejarla. Ella solo llora de forma descontrolada y mi pecho duele porque no me puedo ni imaginar el dolor que ella siente en este momento, lo difícil reconocerlo  que puede ser —Debí haberte cuidado—gruño. Ella se aferra a mi y llora, solo llora.

—Ya pasó Blair—con sus palabras quiere aparentar que está bien pero la conozco, la conozco maldición.

—Lo voy a matar—gruño como endemoniado, camino a la puerta dispuesta a matarlo y hacerlo sufrir mucho. Pero siento sus manos en mis brazos, deteniéndome de inmediato, dándome un golpe mental, ella me necesita luego resolveré los problemas con ese imbecil.

—No lo hagas, quédate conmigo porfavor…—ruega y me trago todas mis iras para quedarme a su lado. Beso su cabecita y la refugio en mis brazos.

Ella está tan frágil, aún no logro comprender porque nunca se lo dijo a alguien porque se lo guardo para ella sola pero sé que en estos casos a veces así ocurre, lo sé por Sabrina, ella paso lo mismo y se lo difícil que fue para ella, es por eso que no me imagino a Kyra, sola, lo tratan de ocultar porque piensan que ellas fallaron o ellas fueron las responsables de lo ocurrido, puedo saberlo Kyra antes era muy risueña, demasiado buena. 

—¿Estas enojado?—pregunta con temor. Su cuerpo está temblando, su labio inferior tiembla y está más pálida, su rostro perdió su color natural y su luminosidad. Sus pequeñas manos están heladas. Tomandola de la cintura, la llevo a la cama y la tapo con una cobija me acuesto a su lado y quedamos frente a frente.

¡Dios! 

El brillo en sus ojos está ocultado por una capa profunda de tristeza, yo lo noté cuando la vi por primera vez, cuando fingimos no conocernos y pasarnos desapercibidos, ella no era la misma pero no me di cuenta pensé que era por su hermano, por David, no porque ella haga sido…no puedo ni decirlo sin sentir rabia y odio.

Delineo su rostro con delicadeza y me entra el coraje pero tengo que controlarme con todas las fuerzas para no hacer algo loco que termine por arruinar todo.

—No tengo de que amor…—expreso con cariño y ella suspira entrecortado apaciguando sus lagrimas—pero me siento impotente de no haber estado contigo, una parte de mi siente culpa, te deje sola, cuandro se suponia debia estar contigo y de eso me siento enojado conmigo mismo—trago grueso y respiro con fuerza.

Nuestros ojos no se separan del otro, nos miramos por segundos o quizas minutos perdiendonos en las miradas y tratando de profundizar en el alma, la acaricio suavemente, ella es la flor mas bella y la lastimaron, yo me voy a encargar de reconstruir cada uno de sus petalos, uno por uno.

—No me vas a dejar, entiendo si quieres no…sé…pensarlo solo…—esconde su mirada. Cierra sus bellos ojitos y se hace un ovillo en la cama. Acuñó su rostro, y beso su frente con amor.

—No…—mi respuesta es directa y franca haciendo que ella abra los ojos y nuestras respiraciones se choquen al sentirnos tan cerca—…te voy a apoyar cada instante que me necesites, estaré contigo a cada segundo por el resto de mi vida y de la tuya, vamos a vivir tu proceso juntos nunca lo olvides—la recuesto sobre mi pecho, ella me mira con vergüenza como si evadiera mi mirada como si lo que hubiera pasado fuera su culpa y no pudiera mirarme a los ojos otra vez.

—Siento que fue mi culpa, él no decirlo antes, todo, mis decisiones …—dice en un hilito de voz. Ahí está lo que temía que ella pensara que fue su culpa y que tuvo miedo a decirlo y enfrentarlo por el motivo que sea.

—No fue tu culpa bonita—me trago mis lagrimas y me animo a continuar por ella, solo por ella— y no lo vuelvas a repetir Kyra, porque no lo fue— aclaro serio, dándole a saber que debe quitarse ese tonto pensamiento de su cabeza—¡Por Dios! Si eres la mujer más fuerte que conozco, que admiro y admiro la  manera en la que haz luchado como una auténtica guerrera, como una puta ama, haz sonreído como si no tuvieras heridas, como si tu mundo no se cayera a pedazos y esos es jodidamente increíble—hago una pausa y la abrazo sintiendo me orgulloso de ella pero con un dolor infernal en el centro de mi pecho—pero ahora no lo tienes que hacer sola, nunca más, quiero compartir mi mundo contigo, todo y si esto es parte de…pues lo hacemos juntos. Te ame, te amo y te amare por siempre mi niña y estoy muy orgulloso de ti—mi voz es un desastre. El dolor de ella se siente como mío, verla tan débil me quema, me destruye completamente, me hace vulnerable.

—Lo siento…—murmura entre lágrimas.

—Amor eres perfecta…y eres valiente, toda una guerrera. Lo vamos a superar juntos pequeña—las palabras aunque trato de sonar convincente para darle fuerzas mientras yo estoy hecho pedazos, hecho trizas.



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En el texto hay: adolescentes, amor-odio, mentiras dolor

Editado: 29.04.2021

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