Las promesas de Isaac Collins

Capítulo 2.

Adeline POV

 

Habían pasado ya tres días desde mi llegada a Boston y ya estaba amando la ciudad.

Soph había estado muy deprimida por la situación con Mike, la cual resultó ser que su familia no lo quería con ella, y él ,parecía no haber tenido ningún inconveniente con eso y se había resignado a no luchar por su relación lo cual terminó por decepcionar demasiado a Sophia.

Ella no había estado muy bien, pero aun así me había llevado a conocer la ciudad. Mi parte favorita fue ver un atardecer en la bahía de Back Bay. Ese atardecer me había dado una paz que yo realmente necesitaba.

Salir de Wisconsin era algo que yo realmente necesitaba.

Era sábado y le había dicho a Soph que teníamos que estrenar mi primer fin de semana en Boston yendo a un bar, ir a bailar y beber algo. Era algo que necesitábamos las dos, para despejar un poco nuestras mentes y aparte justo y necesario tomando en cuenta todo el tiempo que teníamos sin vernos.

—Realmente envidio tus tetas. Con ese vestido se te ven enormes—Le dije a Soph mientras terminaba de abrochar mis sandalias. 

—Lo dice la que tiene ese culo de infarto. Créeme que con ese vestido se te ve enorme —Respondió ella, repitiendo mis palabras con cierta gracia mientras terminaba de maquillarse.

 Sophia Jones aparte de ser mi mejor amiga, era una morena hermosas de mirada oscura, facciones finas y un cabello envidiablemente largo que golpeaba su cintura.

Para salir, ella optó por un maquillaje delicado que llamaba la atención por el ahumado degradado que aplicó en sus ojos. Un vestido de lentejuelas negro con dorado que se ajustaba perfectamente a sus curvas y que resaltaba justo lo que tenía que resaltar a juego con unos tacones negros. 

Quedó fantastica.

— Nos vamos, apúrate. Son las 11.  —dijo mientras salía de la habitación.

Me eché un vistazo en el espejo, me observé detenidamente y me gustó lo que vi en el.

Realmente no pensé que el vestido negro que había elegido me quedaría tan corto,sin embargo, lo dejé, ya que a la vez no era vulgar, solo sexy así que asentí y sonreí.

Era perfecto para esta noche.

Mi maquillaje era algo fuerte, amaba un buen maquillaje de ojos oscuros y labios rojos. Tal cual así lo había elegido para esta noche.

Mi cabello castaño caía en ondas sobre mi espalda, mi contextura era delgada pero bien proporcionada, mis senos 34-B quedaban opacados por mi voluptuoso trasero, aunque mis ojos color miel, mi nariz fina y mis labios color carmesí claro, siempre se llevaban toda la atención.

Cogí mi cartera, mi teléfono, dinero y salí.

Sería una buena noche — sonreí —

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A las 11:10 pm llegamos al Bar Louie, este quedaba a pocos minutos del Van Ness que era la residencia donde vivía Soph y en la que yo me quedaría con ella.

What Lovers Do de Maroon 5 resonaba súper fuerte en todo el lugar, había mucha gente y todo el local tenía un fuerte olor a licor, pero era súper cómodo y tuve un buen presentimiento de esta noche.

Seguí a Soph ya que ella estaba familiarizada con el lugar y nos sentamos en una zona reservada.

— Dale gracias a mi súper escote que te pude ingresar aun y cuando te faltan once meses aun para poder ingresar al bar y consumir alcohol con total legalidad  — Soph me lanzó una mirada divertida.

— Lo hago, créeme lo hago — Solté una carcajada — Por cierto... antes de comenzar debemos hacer el pacto de costumbre. —Le recordé.

— Cierto — Recordó ella, asintiendo.

—Okey — dije — A la cuenta de 3.

— 1...2...3...¡ FUMA, FOLLA Y BEBE, QUE LA VIDA ES BREVE ! — Gritamos las dos al unísono mientras estallabamos en carcajadas.

Comenzamos sentadas en la barra, donde primero pedimos dos shots de tequila.

Cinco shots de tequila después  fuimos a la pista a bailar. 

Estábamos moviendo las caderas al ritmo de una canción que no recuerdo su nombre, cuando vi como un chico posó sus manos en la caderas de Soph. Yo solo reí un poco al ver como ella le seguía el juego al chico. Vaya que luego se arrepentiría de eso.

Me dirigí a nuestra zona reservada y mientras caminaba, choqué contra un fornido pecho y de verdad, de verdad comencé a reír con fuerza al darme cuenta de que esa parecía ser mi manera favorita de conocer personas desde que había llegado a Boston.  Levanté mi vista para disculparme con la persona que impacté, pero cuando nuestras miradas chocaron, no podía creerlo.

Mierda.

Ya va.

¿Sera esto efecto del tequila? —Pregunté en mi mente.

— ¿Adeline Brown? — dijo él sorprendido.

NO. No fue efecto del tequila.

Es él.

Y lo tenía frente a mí.

—  Vaya, vaya. — dije con cuatela — La misma que viste y calza, Isaac Collins. — Mencionar su nombre fue un trago amargo en mi boca y me afectó un poco.

O quizá fue por volver a verlo luego de cinco años.




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