Las Promesas Que Te Hice

EL LLANTO DE UN ÁNGEL

Cuando Hada Neubauer volvió a llevar a su hija a las terapias psicológicas, y en vista de que ninguna doctora logró dar un diagnóstico claro para la niña, decidieron entonces inventársela una pues Ohazia no padecía de ninguna enfermedad mental ni ninguna otra cosa que se aproximara. Tampoco poseía bajos niveles en su coeficiente. La pequeña era muy inteligente, aplicada en sus estudios, muy disciplinada y bastante educada. ¿Entonces que podía estar mal? 
Luego de varias sesiones psicológicas y de numerosos estudios a los cuales la habían sometido, la doctora Birgitt Pohl le diagnóstico finalmente con alucinaciones propioceptivas, auditivas. La pequeña, en su más grande inocencia, sin percibir las consecuencias, le enseñó su mundo a aquella doctora, le habló sobre el paraíso, sobre las nubes y sobre un lugar donde nada es imposible. Le confió que en ocasiones su príncipe le hablaba en sus sueños y que el mismo un día lograría escapar de su hechizo dentro del Castillo de Katz para venir a buscarla. 
Todas aquellas palabras de la pequeña Odette acabarían condenándola a la más absoluta intolerancia e incomprensión por parte de unos padres que intentarían enseñarle la realidad de un mundo que ella no merecía vivir. 
— Las alucinaciones causan que las personas perciban visiones, sonidos u olores que parecen reales, pero que no lo son, y en el caso de su hija, según todo lo que he podido escuchar durante las sesiones, padece de alucinaciones propioceptivas y auditivas. En la propioceptiva el individuo cree haber tenido experiencias como flotar, volar o sentirse fuera de su cuerpo. Este tipo de alucinaciones también puede describir la sensación de que el individuo o parte del individuo se encuentra en un lugar distinto al de su cuerpo físico. A eso también se lo conoce como el síndrome fantasma. En cuanto a las alucinaciones auditivas, es cuando el individuo oye voces o sonidos que no se corresponde con ninguna realidad física. Son percepciones que se producen sin ningún estímulo externo que las provoque. 
Hada Neubauer al oír aquellas extensas explicaciones de la doctora Pohl, quedó hundida en la más absoluta desolación, y en medio de su incertidumbre le preguntó qué era lo que debía hacer al respecto y sí existía una cura para todo aquello que padecía su hija. 
— Existen métodos naturales para combatir las alucinaciones, señora Neubauer y probaremos con esos métodos en vista de que Odette es aún una niña y quizás con el correr de los años, en su etapa de adolescente logre superar este padecimiento. El primer paso que debe tomar es incluir a su hija en nuevas actividades. Puede estudiar alguna cosa que mantenga su mente ocupada. Puede dedicarse a la pintura, a ejecutar el piano, el violín. Puede asistir a clases de trama, teatro o quizás natación. Lo que ella más prefiera. Todo esto funcionará siempre y cuando la mantenga algo alejada de ciertas cosas que pudieran contribuir a esas alucinaciones fantasiosas que posee. 
— Intentaré llevar a cabo todas esas recomendaciones que usted me dice y las haré lo más pronto posible. 
PARÍS – FRANCIA (FINALES DEL 2010) 
A Leroy y a Siegfried no les había ido mal en esos primeros meses en la universidad y como era de esperarse fue Leroy quién había hecho nuevas amistades y logró socializar con compañeros y personas de otras carreras universitarias. Ambos amigos compartían un lujoso y confortable departamento con una maravillosa vista a la Tour Eiffel en el exclusivo centro de París, y los fines de semana nunca faltaban planes para salir a divertirse. ¡Claro! Si es que Jan Siegfried poseía ganas de hacerlo. La mayor parte de sus fines de semana prefería quedarse en el silencio de su soledad que era todo lo que deseaba y necesitaba, sin embargo en algunas ocasiones decidía salir a consumirse en aquel mundo, y gastar el dinero de su padre amaneciendo en algún lujoso hotel junto a alguna extraña señorita. 
Harto de gastar sus pensamientos preguntándose dónde pudiera estar su dulce Ohazia, uno de esos fines de semana decidió asistir a una fiesta a la cual habían invitado a Leroy. No frecuentaba a esas personas y casi no trataba con ellas sin embargo decidió ir a distraerse un poco y despejar su mente. 
— Que bueno que te hayas animado, Siegfried. Ya verás cuánto nos divertiremos. ¿Sabes quién estará esperando por ti? ¡Leyla! Ella se pondrá muy feliz al verte llegar. Deberías darle una oportunidad. Ella es muy linda, pero tú ni siquiera le hablas. 
— ¿Si a ti te gusta Leyla, por qué no sales con ella? 
— Porque a ella le gustas tú. 
Aquella fiesta se llevaba a cabo en una casa particular y no aparentaba tan desenfrenada como las anteriores a las cuales habían asistido. Era cumpleaños de Joshua Busquets, uno de los compañeros de universidad de Siegfried y Leroy. 
Leyla Busquets era hermana de Joshua y estudiaba ciencias del arte en la misma universidad. La chica había desarrollado en su corazón un enorme sentimiento no correspondido por Siegfried, pero aun así al verlo, siempre procuraba hasta el mínimo intento para que pudiera considerarla y al menos hablar con ella. 
Siegfried no tenía pensamientos para gastarlos en ninguna relación y no tenía intenciones de dañar con falsas ilusiones a una joven que a simple vista aparentaba ser todo lo contrario a las chicas de una noche con las que había estado. 
De no haber tenido dueña su corazón, quizás y muy probablemente Siegfried hubiera considerado una vida normal y serena con una joven como Leyla. Educada y de buena familia, y por sobre todo muy bonita, pero aquello era imposible. Su alma y su corazón estaban unidos a los de su amada Ohazia y así tuviera que esperarla su vida entera, la esperaría sin reparos. 
— Siegfried, Pensé que no vendrías. ¿Cómo estás? 
— Hoy no tenía ganas de quedarme en mi apartamento. 
— Y creo que tomaste una buena decisión al venir —dijo la joven con una sonrisa llena de alegría— ¿Quieres algo de beber? 
— Vino… Si hay. 
— ¿Vino? 
— ¿No hay vino? 
— Si hay… solo me pareció un poco extraño porque habitualmente los jóvenes de nuestra edad preferimos la cerveza, los licores, los energizantes. ¿Por qué no me acompañas a la barra de tragos y ahí escoges el vino que desees tomar? 
Cuando Siegfried y Leyla llegaron a la barra de tragos, él mismo se encargó de escoger una botella de vino cuya descripción llamó bastante a su curiosidad más que las otras. 
Como todo un experto viticultor, siguió todos los pasos antes de disfrutar de aquel vino. Lo sirvió lentamente a media copa, luego lo agitó con suavidad y se puso a observarla por varios segundos. Posteriormente la olfateó una y otra vez, y como último paso, la degustó con gran placer. 
— ¿Sigues todos esos pasos para tomar una copa de vino? —le preguntó la chica, siempre sonriente— 
— Es la manera correcta… ¡Este vino está delicioso! No la había probado antes. 
— Hablas como si fueses todo un experto. 
— Aún no lo soy, pero lo seré porque mi abuelo me ha enseñado lo suficiente y yo solo debo perfeccionar mis tres sentidos. 
— ¡Ya veo! ¿Y qué puedes decirme sobre este vino? 
— Aquí dice que es un vino alemán, de las reservas del Valle de Katz. Es un Kabinnet. 
— ¿Y qué significa? 
— Un Kabinnet según su característica, hace referencia a los vinos más secos. Esto sucede cuando las uvas se recogen en su momento justo de maduración y el mosto fermentado en grandes cubas de maderas usadas donde siempre queda un poco de azúcar residual en el fondo. 
— ¿Puedes saber todo eso con solo probarlo? 
— Observándolo, olfateándolo y por último probándolo. El sabor incluso puede dar una leve referencia sobre la zona geográfica del vino —explicó dándole otro sorbo a su copa de vino— 
— ¡Muy bien, genio de los vinos! Con tu detallada explicación acabas de convencerme —dijo la joven, aplaudiéndolo un par de veces—
De felicidad, el corazón de Leyla Busquets se puso a latir con mayor intensidad. Aquel pequeño momento de conversación con Jan Siegfried la envolvió de entusiasmo y esperanzas, si bien lo menos que él deseaba era dárselas. Para ella eso fue suficiente. Fue un primer paso para seguir avanzando e involucrarse más en todas las cosas que le agradaban a Siegfried. 
Ambos permanecieron sentados sobre los asientos junto a las barras, y para que Siegfried no se envolviera en su habitual silencio, Leyla continuó haciéndole preguntas referentes a los vinos y a los viñedos de su abuelo. La conversación continuó, no obstante repentinos gritos comenzaron a oírse, al igual que mesas y sillas tumbadas al suelo. Entonces voltearon a ver. 
Una pelea se generó hacia uno de los sectores de la casa y la misma se extendió hacia donde se concentraba el mayor número de personas. En aquel tumulto se hallaba involucrado el joven Leroy Besson quién en esos momentos estaba siendo abruptamente golpeado. Siegfried al percatarse ello, no dudó en ir a inmiscuirse también a aquella pelea con intenciones de defender a su amigo. 
— ¡Suéltalo, imbécil! 
— ¿Y tú por qué te metes, maldito raro? ¿Acaso quieres acabar como tu amigo? ¿Eso quieres? —encaró aquel violento joven de nombre Ruger, golpeándolo sin más ni menos— 
— Siegfried… —vociferó la joven al ver al chico siendo golpeado—
— ¿Quién demonios eres tú para inmiscuirte en lo que no te importa? Ahora apártate si no quieres más. 
— Yo te enseñaré ahora mismo quién demonios soy, basura. 
Como si toda la fuerza que acababa de ejercer aquel joven de nombre Ruger, se hubiese extinguido de la nada, Jan Siegfried tomó del cuello al sujeto y lo arrastró unos cuatro o cinco metros hasta dejarlo contra la pared sin que pudiera siquiera reaccionar e intentar defenderse 
La música y todo el ruido que había alrededor quedó en silencio, y todos los presentes permanecieron estáticos observando sin poder hacer nada, de qué manera Siegfried lo golpeaba una y otra vez al sujeto, expulsando de sí mismo una ira que no podía controlar. 
Lo golpeó tantas veces que al detenerse, aquel chico quedó inconsciente.



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En el texto hay: fantasia, angeles, promesas

Editado: 10.02.2022

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