SANKT GOARSHAUSEN – ALEMANIA (MEDIADOS DE MAYO DEL 2011)
Tiempos realmente difíciles se asentaron en el Valle de Katz. Tiempos en forma de maldición, de las cuales en años no lograría liberarse. Los viñedos dejaron reproducir buenas uvas y difícilmente llegarían óptimas para la vendimia mientras que dentro de la familia Neubauer, día con día las asperezas se volvían más intensas. Los hermanos Rudolf, Kathrina y Paul comenzaban a reclamarse entre sí sobre la manera en la que debería procederse para lograr sostener aquella crisis nunca antes vivida y que amenazaba la estabilidad de siglos de tradición.
Debido a todos aquellos inconvenientes por los cuales atravesaba la familia Neubauer, Hada, una vez más decidió mantener al margen de su esposo Rudolf, los problemas que presentaba Odette según la psicóloga. La mujer poseía esperanzas de poder solucionarlos por ella misma haciéndose cargo de su hija, y continuó entonces intentando extirpar de ella con actividades diversas, aquellas raras conductas que poseía.
En vista de que los cursos de pintura no habían dado efectos positivos, decidió retirar a Odette de aquella actividad e inmiscuirla en otra. Fue así que la matriculó en un Instituto de actuación, y la niña nuevamente se sintió feliz pensando que quizás las cosas irían mejor y que sus padres ya no se sentirían molestos con ella.
Todo marchaba bien pues a la niña le gustaba mucho la actuación y el teatro. Se sentía realmente a gusto y emocionada pues para uno de sus exámenes semestrales, la maestra de actuación Vivian Busquets le había designado un papel muy bonito que le haría honor a su nombre y a su encantadora y sublime belleza.
La pequeña Ohazia haría el papel de la Princesa Cisne, Odette en el valle encantado del lago de los cisnes, y si algo debía suceder para que la niña volviese a irradiar toda su luz, era aquella simple magia qué le había otorgado su maestra. Magia en la que creyó y que se mantuvo flameante dentro de ella hasta el día de su obra. Desgraciado día en el que todo su mundo nuevamente se derrumbó.
Todo estaba listo para la representación de la obra teatral, y como la misma se trataba de un examen de prueba semestral para todos los alumnos, ningún padre se había enterado de dicha actividad. La pequeña estaba lista para interpretar su papel. Se encontraba vestida de Princesa Cisne, la misma que dentro de la obra acabaría profundamente enamorada del Príncipe Sigfrido a orillas del lago encantado.
— ¡Odette! —irrumpió repentinamente una voz—
Era la voz de Hada Neubauer, madre de Odette quién había venido a buscarla un poco más temprano de lo habitual porque aquel día tenía cita con la psicóloga—
— Madre, qué bueno que viniste así podrás ver mi obra teatral. ¡Mírame, madre! Seré la Princesa Cisne —le dijo sonriente la niña, y la señora Hada negando con la cabeza una y otra vez, y en un acto incomprensible, tomó a su hija de un brazo y la sacó casi a rastras del salón teatral—
— Disculpe usted maestra, pero mi hija no tendrá ningún examen.
— ¿Qué está diciendo? ¿Por qué, señora Neubauer?
— Madre, déjame hacer mi examen. Te prometo que no hablaré con nadie sobre eso —decía suplicante la pequeña mientras continuaba siendo arrastrada por su madre—
— No comprendo su actitud, señora Neubauer. ¿Por qué no deja que su hija presenté el examen y luego se la lleva?
— Ya le dije que mi hija no presentará ningún examen con obras como esa.
— ¡Ah! ¿Entonces el problema es por el tipo de obra teatral? ¿Puedo al menos saber qué tiene de malo?
— ¡Madre, por favor!
— Guarda silencio, Odette que tú y yo hablaremos al llegar a la casa.
— Quiero hacer el examen, madre. ¡Por favor permíteme hacerlo! Maestraaa… —gritó entre llantos ante un último y vano intento por lograr que su madre la soltara— Maestraaa…
— ¡Ay Odette! ¡Pobre pequeña! —exclamó su maestra con mucho pesar llevándose la mano al corazón—
— ¡Sube al auto!
Con el alma realmente estrujada de tanta tristeza, la maestra Vivian Busquets vio partir a Odette sin poderse explicar lo que había sucedido. Pensativa, su mirada cayó posteriormente al suelo y allí pudo observar una plumilla en la acera donde Odette había dado su último grito de repentina desdicha. En principio creyó que se trataba de una de las plumillas de cotillón que decoraban el disfraz de Odette, sin embargo al observarla detenidamente, pudo notar que no parecía la misma.
— ¡Esta se ve muy bonita para ser de cotillón! —se dijo bajo una repentina tormenta que de la nada amenazaba con caer inminentemente—
Corriendo, ingresó nuevamente a los predios del Instituto, pero antes de continuar con absoluto pesar el examen, corroboró dicha plumilla con la plumilla de cotillón del disfraz.
— Definitivamente no es la misma. ¡Esta es muy real y se ve muy suave y brillosa! La guardaré dentro de una cajita.
MANSIÓN DEL VALLE DE KATZ
Los llantos desolados de la pequeña Odette, se expandieron por toda la mansión ni bien llegaron bajo una terrible tormenta y pudieron ingresar. Aquello desde luego alertó de inmediato a las primas malvadas que se encontraban allí. Alertó a la servidumbre, a los tíos y por sobre todo a la abuela Neubauer.