Las Promesas Que Te Hice

CABALLO BLANCO

Como para cada clase, la princesa Odette llegó al International Institute of Performing, vestida de pequeña dama y un listón decorado en su pelo. Feliz y radiante bajó del coche en compañía de la abuela Neubauer, y a poco de ingresar a los predios Academia, algo detuvo sus pasos.

— ¿Mi ángel, que sucede? —preguntó su abuela con extrañeza—

Odette, sin contestar no hizo más que observar a todo su alrededor como si estuviese buscando a alguien—

— ¿Odette?

— Mi príncipe ya está aquí, abuela. ¡Él está aquí! Ya logró romper el hecho y pudo huir del castillo de Katz. Mi príncipe ya está aquí y viene por mí.

Ante aquellas palabras de la niña, la señora Delphine Neubauer también observó todo su alrededor, pero no había nadie más que otros alumnos que también iban ingresando para las clases.

— Mi pequeño ángel, es hora de que entres para tus clases.

— ¡No quiero entrar! Lo esperaré aquí, abuela. Azkeel está cerca. ¡Mi príncipe Sigfrido, vendrá!

— ¿Azkeel? —pensó su abuela— ¡Oh mi resplandeciente luz! Definitivamente ya sabes mucho más de lo que deberías ahora. Mi pequeña —le dijo— si eso que dices es verdad, entonces él te encontrará a ti. Tú no te puedes quedar aquí en la calle. Además te morías de ganas por venir hoy a tus clases.

— Sí puedo quedarme aquí, abuela.

— ¡Odette! ¡Vamos, entra! —le pidió y al rato la maestra Vivian quién había salido a ver la pues era ya la única que faltaba— Pensé que ya no vendrías hoy, Odette. ¡Entra!

— Entra mi ángel que mientras tú estás en tus clases yo atenderé otros asuntos y luego volveré por ti como siempre. ¿De acuerdo?

— Está bien.

A la pequeña Odette no le quedó de otra que obedecer, y despidiéndose de su abuela, ingresó con la maestra Vivian rumbo al salón de ensayos. Allí ya todos estaban prestos para una clase más y aquella tarde ensayarían una pequeña escena de “La Vida Es Un Sueño” donde Odette haría el papel de la infanta Estrella.

Sería su primer papel luego de haber regresado a las clases de actuación y en verdad estaba muy emocionada, no obstante no dejaba de inquietarle el hecho de sentir que su adorado Azkeel estaba cerca. ¿Pero dónde?

De tanto en tanto se ponía a observar todo su alrededor como si fuese a encontrarlo en alguna esquina del salón de ensayos, pero por más de que buscaba y buscaba con la mirada, no lograba verlo. Como media hora más tarde fueron todos al escenario principal del Instituto para una mejor ambientación de la obra.

— Quiero qué imaginen que delante de ustedes tienen a un gran público esperando con ansias ver su obra favorita. Imaginen que cada palabra, cada gesto, cada sentimiento son transmitidos al público. Trabajaremos en eso para vencer el pánico escénico. Imaginen que delante de ustedes tienen a ese público y al mismo tiempo imaginen que delante no tienen a nadie. Qué son solo ustedes conversando con su alma pues eso ayuda a combatir las ansias del momento. ¿Comprenden lo que quiero decirles?

— ¡Sí maestra! —dijeron todos los alumnos al igual que Odette quién se encontraba sentada a un costado del escotillón.

Por momentos la niña lograba concentrarse y prestarle atención a la maestra, pero todo se le hizo aún mucho más difícil cuando sucedió algo que alborotó todos sus sentidos. Una pluma cayó lentamente sobre su regazo, y no era cualquier pluma. Era una pluma tan negra como la noche y tan brillosa como la luna llena.

Ella la tomó de inmediato y la acarició un par de veces. Sintió su suavidad y sintió nuevamente lo cerca que estaba Azkeel de ella. Miró hacía arriba y solo veía las tramoyas, pero al mover un poco la vista, hacía las alturas de unas escaleras pertenecientes a los tramoyistas, su corazón que hasta ese momento era apenas un capullo que guardaba todos sus sentimientos, floreció al ver finalmente a Azkeel.

A punto de estallar de mil emociones, de esas que no estaba acostumbrada a contenerlas, se puso de pie, pero Azkeel observándola sonriente, le hizo señas de silencio para que no hiciera que lo descubrieran allí arriba.

— ¿Odette, sucede alguna cosa? ¿Todo está bien? ¿Odette?

— Sí maestra, todo está bien. Por favor, disculpe —dijo sentándose nuevamente y observando de tanto en tanto hacía arriba, a un costado de las tramoyas dónde Azkeel estaría aguardándola al culminar sus clases. Clases que por primera vez se le habían hecho interminables.

Cuando estaban a punto de culminar dos infinitas horas de clases, Odette pidió permiso para ir al baño. La maestra Vivian se lo concedió y la pequeña fue raudamente fuera del gran salón del escenario sabiendo que Azkeel la seguiría.

Tal cual esperaba la princesa Odette que sucediera, sucedió, y al ingresar a uno de los pasillos del baño, un par de imponentes alas negras le cerraron el paso.

Sumergida en una desbordante emoción, desplegó las suyas de par en par, y todo a su alrededor se iluminó.

— ¡Azkeel!

— ¡Mi ángel! ¡Eres tú en verdad! Finalmente te encontré, Ohazia! —exclamó cargándola entre sus brazos—

La pequeña Ohazia no hacía nada más que abrazarlo a él con todas sus fuerzas.



#4456 en Novela romántica
#1143 en Fantasía

En el texto hay: fantasia, angeles, promesas

Editado: 10.02.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.