Las Promesas Que Te Hice

UN CHÂTEAU

UNIVERSITÉ DE BORDEAUX – CAMPUS VICTOIRE

— Te ves realmente terrible, amigo. Pensé que no vendrías hoy.

El joven Jan Siegfried siempre de pocas o nulas palabras, omitió los comentarios de su amigo Leroy y solo se dispuso a ingresar al salón de clases.

Con tantas cosas que cargaba en su mente, se le hacía muy difícil prestar atención a las clases y todo lo que deseaba era salir y alejarse para tomar un poco de aire antes de que colapsara en ese mismo lugar.

A la hora del receso fue el primero en salir y se dirigió rumbo a la biblioteca donde Leroy lo había seguido.

— ¿Chicos, cómo están? ¿Todo bien?

La joven Leyla Busquets se apareció en el mismo lugar donde se encontraban ambos.

— Yo bien… pero no podría decir lo mismo de Siegfried.

— Mhm… en verdad no luces nada bien, Siegfried. ¿Acaso te has sentido enfermo otra vez?

— ¡Por supuesto que me siento enfermo! Tu presencia me enferma. Yo habría estado muy bien si no te cruzabas en mi camino —dijo repentinamente exaltado levantándose de su silla—

Preso de su rabia, la tomó de un brazo y la jaló hacia un lugar más apartado de la biblioteca.

— ¿Qué te sucede, Siegfried? Estás lastimándome.

— Esto no es nada en comparación a lo que puedo hacer contigo si vuelves a meterte en mi vida.

— ¿Acaso te has vuelto loco? ¿Estás amenazándome también?

— ¿Siegfried, que haces? Ya suéltala —Le pidió Leroy vanamente—

— ¿Fuiste tú quien tomó estas fotos? —preguntó enseñándole el par de fotografías que la directora del área de enfermería del hospital de Libourne había recibido en su oficina—

— No tengo idea de lo que estás hablando.

— ¡Mientes! Sé muy bien que fuiste tú.

Jan Siegfried entre zarandeos, sin rodeos la acusó de haber cometido aquel acto de maldad contra la joven enfermera Rosaline.

— Me estás lastimando. ¡Suéltame ya!

— ¡Siegfried, es suficiente! Pronto todos van a alertar sí y vendrán a ver lo que sucede.

— Fuiste tú, Leyla. Tú nos seguiste a Rosaline y a mí aquel domingo, y tomaste estas fotografías para enviárselas luego a la directora Janette Gignac para poder acusar y perjudicar a la joven. Fuiste tú y no intentes negarlo más porque será mucho peor para ti —le advirtió soltándola finalmente—

— No voy a admitir algo que yo no he hecho, y no voy a permitir que me acuses del modo en que lo haces.

— Quién no volverá a permitir cosas soy yo. Te prohíbo rotundamente que vuelvas a acercarte a mí de nuevo. No te quiero siquiera a mil metros de mi casa y mucho menos de mí, porque si lo haces no responderé por ninguno de mis actos ¿Te quedó claro?

Posterior a aquellas advertencias, bastante enfurecido, el joven Siegfried abandonó el campus y fue a su casa. Sintió desde lo más profundo de su alma que por aquel día había tenido suficiente, y todo lo que deseaba era alejarse del mundo entero y descansar.

En esos instantes sentía que no podría sostener por más tiempo aquella situación, si Leyla continuaba cerca de él, sin embargo algo repentino y hasta casi impensado sucedió para Siegfried. Luego de aquel incidente y de aquellas acusaciones, Leyla había tomado la decisión de abandonar nuevamente Burdeos para volver a París.

Aquella joven según las palabras que le había expresado a Leroy, la vida y el acostumbramiento en Burdeos al igual que en la universidad no le habían sentado muy bien por lo que decidió nuevamente retornar a su verdadero lugar.

Desde luego a Jan Siegfried semejante noticia le había generado un alivio inmenso y por sobre todo infinita paz, pese a que por momentos le resultó sumamente extraño, pues si en circunstancias amistosas la joven Leyla no había logrado comprender las palabras del chico. ¿Por qué ahora tan repentinamente y sin la mínima confrontación había decidido marcharse? ¿Por qué hizo todo aquello contra Rosaline si al final se marcharía? Seguramente alguna cosa está tramando —pensó el joven Siegfried— Espero en verdad que no vuelva a cruzarse en mi camino.

— ¡Te daré el gusto, Siegfried! Me alejaré de ti y te daré el espacio qué necesitas. Dejaré que respires un poco de mi presencia, porque luego ya no tendrás escapatoria. Juro que volveré y serás en mi vida todo lo que yo deseo que seas —dijo aquella joven, oculta detrás de un árbol del campus de la universidad, un poco antes de marcharse— Todo mientras lo observaba a lo lejos.

La razón por la cual se había ido Leyla fuera cual fuera, le resultaba sin importancia. Todo lo que le importaba en esos momentos al joven Siegfried, había llegado finalmente. ¡La vendimia! Los dulces y maravillosos meses de la vendimia, dónde cosecharía los tan anhelados frutos del Petite Sirah para su nueva producción personal. Sembrar y cosechar Sirah no le había resultado nada fácil, pues para el buen desarrollo de las uvas, el Sirah requería de mucho sol y de elevadas temperaturas. Condiciones que al joven no le favorecía y que a su vez a su madre Esther enloquecía de preocupación debido a que el cáncer de piel desgraciadamente le había vuelto a su hijo según los últimos resultados de sus análisis.



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En el texto hay: fantasia, angeles, promesas

Editado: 10.02.2022

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