W. RETRIEB IMPORTEUR - BURDEOS
— ¿Leroy, y Siegfried dónde está?
— El no vino, señor Willemberg.
— ¿No? ¿Acaso amaneció enfermo?
— No exactamente.
— Hijo, esa no es una respuesta para mí —dijo Peter Willemberg, sacando el teléfono de su bolsillo para marcar a su esposa de inmediato— ¿Esther, mi amor, que le sucedió a Siegfried? ¿De nuevo tuvo su crisis de piel?
— Nada de eso, cielo. Ni lo menciones por favor. Nuestro hijo no amaneció bien anímicamente. Es todo.
— ¿Qué dices? Esther, le permito irresponsabilidades a nuestro hijo únicamente si se trata de su salud, no si el chico amaneció mal anímicamente. ¿Qué es eso?
— Peter, por favor. Estoy diciéndote que nuestro hijo no se encuentra bien anímicamente.
— ¿Y puedo saber por qué? Jan Siegfried ya está bastante grandecito como para qué lo solapes con tonterías. Él sabía que hoy tenemos una reunión importante en la empresa para concretar un negocio.
— No lo estoy solapando, Peter. Escucha… estoy segura de que Leroy sabrá cubrir muy bien la ausencia de nuestro hijo. Ahora te dejo que voy a prepararle algo de comer a mi niño.
Esther Willemberg colgó la llamada.
— Definitivamente mi esposa piensa que Siegfried es aún un chiquito —refunfuñó guardando de nuevo su teléfono móvil—
— Señor Willemberg, no tengo la mente tan brillante cómo la de Siegfried, pero al menos escucharé todo muy atentamente para luego contarle a él todo lo ocurrido, con lujo de detalles.
Peter Willemberg sonrió levemente colocando una mano sobre el hombro de Leroy.
— No me malinterpretes, muchacho. Para nada estoy dudando de tus capacidades. Simplemente me molesta que mi hijo vaya a faltar a su primera reunión importante solo porque no amaneció bien anímicamente. Mejor vámonos ya que la junta está por comenzar —prosiguió consultando a su reloj—
Al ingresar todos a la sala de juntas, tomaron sus respectivos lugares y Leroy se sentó en el lugar que le correspondía a Jan Siegfried. De aquella reunión también participaría Gustav Dreymon por lo que fue uno de los primeros en llegar, ubicándose junto al joven Leroy y dos asientos del señor Peter Willemberg.
— ¡Muy bien! Podemos dar inicio a la reunión —dijo el señor Willemberg—
— ¿Y no esperaremos a que llegue su hijo, señor Willemberg? —irrumpió Gustav Dreymon—
El hombre lo observó por unos instantes, posteriormente le hizo señas a su secretaria para que repartiera unos documentos a cada uno de los presentes.
— Mi hijo se sintió indispuesto hoy y no podrá estar presente, señor Dreymon, pero aquí el joven Besson lo mantendrá luego a él al tanto de todo.
En dicha reunión tratarían sobre nuevas negociaciones de exportación con representantes de una empresa dedicada a la fabricación de piezas aeronáuticas. Una negociación muy importante para W. Retrieb Importeur, teniendo en cuenta que la empresa con sede en Burdeos se destacaba más que nada por las importaciones. De concretarse mencionadas negociaciones, la firma Willemberg no solo se encargaría de las exportaciones. sino también de la distribución las piezas, por medio de la W. Retrieb Exporteur correspondiente a la misma firma, pero con sede en Nüremberg, Alemania.
RESIDENCIA DE LA FAMILIA WILLEMBERG
— Jan Siegfried, mi niño, te traje algo para que comas, y te prohíbo rotundamente que te niegues a probar bocado.
El chico no dijo nada y volteado de espaldas permaneció acostado sobre su cama.
La señora Esther fue entonces hasta el otro lado de la cama y tomó asiento al borde de la misma, acariciando el cabello de rizos rebeldes de su hijo. Copito de nieve permanecía junto a su amigo, aguardando a que se le pasara el desánimo.
— ¿Cómo es posible que estés así en el cumpleaños de tu pequeño ángel? Deberías estar feliz de que cumpla un año más de vida y de que cada cumpleaños sea un camino más corto para que puedas volver a verla. ¿Por qué tienes que recordar cosas malas, Siegfried? Mejor piensa en lo feliz que ha de estar ella hoy, y en lo triste que se pondría de verte así como estas.
Siempre sin decir nada, el chico se sentó sobre su cama por un par de segundos, tomó una pequeña almohadilla que colocó sobre el regazo de su madre para recostarse sobre ella.
— ¡Ay mi niño hermoso! Debes animarte un poco, cariño.
W. RETRIEB IMPORTEUR – BURDEOS
— ¡Felicidades por la nueva concreción comercial, señor Willemberg! Cuando desea en verdad hacer negocios, no lo desaprovecha en absoluto. Espero que en algún momento ese mismo deseo de negociación se refleje en usted para conmigo.
— Señor Dreymon, usted se encuentra aquí por ser accionista minoritario de esta empresa. Todo aporte comercial siempre será bienvenido, sin embargo no pretenda forzar las cosas con vinculaciones comerciales. Si en algún momento surgen intereses mutuos, créame qué lo pondremos sobre la mesa de negociaciones para su discusión. Es siempre importante que todas las partes estemos de acuerdo, por sobre todo mi hijo Jan Siegfried quién también cuenta con acciones en mis empresas.