Las Promesas Que Te Hice

ÁNGEL MELODIOSO

VIENA – AUSTRIA (UN PAR DE DÍAS DESPUÉS)

— Lo que estás diciéndome tiene que ser una broma, padre. Me has traído aquí contigo para obligarme a asistir a un concierto de ópera. Se supone que vinimos a Viena por cuestiones de negocios.

— Y así es, hijo, pero el señor Schweiger muy amablemente nos ha invitado a participar de un concierto de ópera muy selecto al cual desde luego no voy a negarme. Además tu madre está muy ansiosa por asistir.

— Pues que vaya mi madre entonces, y acompáñala tú. Yo no quiero asistir a ningún concierto de ópera.

— Claro que vas a ir Leroy porque es una orden mía.

Los señores Besson habían viajado a Austria. El señor Stephen tenía negocios que concretar en dicha ciudad. Se había llevado a su hijo Leroy con él, y por persistencia, su esposa Samantha los había acompañado.

Como un gesto de cortesía, el hombre con el cual debía reunirse para concretar negocios, junto con su esposa habían invitado a la familia Besson a un concierto de Ópera exclusivo, incluido en el calendario de verano. Rode y Nereyda Schweiger, una pareja asidua a ese tipo de eventos, espectáculos y otras actividades relacionadas con el mundo del arte, les obsequiaron invitaciones para asistir a dicho evento en el cual asistirían personas muy importantes.

En la tarde, ya a punto de caer la noche, todos estaban listos para partir rumbo al Wiener Staatsoper, incluso el joven Leroy pese a su negación absoluta en querer asistir ha dicho concierto de ópera.

— ¡Hijo, ya quita esa cara! Tu aspecto es como si te dirigieras rumbo a un frente de batalla —le dijo su madre Samantha—

— Pues yo lo veo como algo parecido. Están obligándome a hacer algo que no quiero como si fuese aún un niño. ¿Desde cuándo a ti te gusta la ópera, madre?

— En realidad quiero ir porque siento mucha curiosidad. Me sentiré una mujer más afortunada al poder ver y oír en persona al ángel melodioso. Toda Austria habla sobre ella, incluso los países aledaños, sin embargo no todos han tenido el privilegio de poder de cántico —comentó la mujer susurrándole a su hijo con gestos de mucha emoción—

Al joven Leroy poco o nada le importaba, aunque debió admitir que la palabra ángel le había recordado de inmediato a Jan Siegfried. Solo a él podían interesarles las cosas relacionadas con ángeles. Estaba tan ataviado de aquella palabra. Lo había mencionado infinitas veces en su vida que le saltaba incluso por los oídos y las fosas nasales.

— Tú también deberías sentirte afortunado, Leroy. Dicen que ella es un auténtico ángel, no solo por su voz celestial sino porque es realmente hermosa.

— Ya, madre. Solo tú puedes creer en tantas tonterías.

— No seas insolente, y mejor céntrate en comportarte cómo se debe cuando estemos allá.

Al rato el señor Stephen los llamó pues ya era hora de partir. En menos de 20 minutos de viaje ya se encontraban en las cercanías del imponente y maravilloso teatro de la ópera de Viena.

Por el bullicio y la congestión en los estacionamientos, definitivamente era un hecho de que todos deseaban ver y oír a aquel enigmático ángel. En las afueras del imponente e iluminado Wiener Staatsoper, un gigantesco banner predecía las altas expectativas de todo el público qué colmaría aquella noche de ensueños.

— Ella es un ángel. Mi hermoso pequeño ángel de alas blancas.

— Ok… Ella es tu ángel. Tu maravilloso e inmaculado ángel, pero dime cómo se llama. ¿Tiene nombre y apellido?

— ¡Odette! El nombre de una auténtica princesa.

— ¿Odette? ¿Debería extrañarme que tenga ese nombre?

— Extráñate si te da la gana. De todos modos no crees una palabra de lo que te digo.

— Siegfried, ya sé que la niña existe porque tienes una foto con ella. Tan loco no voy a considerarte. ¿Neubauer? ¿Ese es el apellido de la niña? ¡Odette Neubauer! Mmm… al menos y ya sé que aquel ángel tiene identidad.

El joven Leroy, inmutado y recordando viejas expresiones de su amigo, había perdido la mirada en aquello a lo cual no daba la mínima vacilación de parpadeos. Sucedía con todo aquel que llegaba y observaba el banner de presentación, sin embargo a Leroy Besson no solo lo había cautivado semejante belleza, sino el nombre de aquel ángel con el cual la habían bautizado con honores. ¡Odette Neubauer!

— Es ella —exclamó el joven— — Te dije, hijo que ella es hermosa —dijo Samantha Besson irrumpiendo los pensamientos de su hijo—

La mujer observaba el gigantesco banner mientras yacía enganchada al brazo de su esposo Stephen—

Los señores Besson fueron los primeros en ingresar. Muy detrás de ambos ingresó el joven Leroy intentando caer en cuenta de aquella situación. Oyó hablar tantas veces sobre aquel ángel, y en el lugar menos pensado acabaría conociéndola finalmente.

Samantha y Stephen se encontraron con Rode y Nereyda Schweiger en el lugar estipulado, en uno de los palcos del Wiener Staatsoper. Leroy llegó minutos más tarde y se ubicó en el sitio que le habían asignado, expectante y con ansias de ver la presentación de Odette.

Mientras aguardaba al igual que todo el público que había colmado el teatro, no pudo evitar pensar en su amigo. En lo inmensamente feliz que se hubiese puesto de estar allí con él a escasos minutos de ver y oír a su ángel.



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En el texto hay: fantasia, angeles, promesas

Editado: 10.02.2022

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