Las Promesas Que Te Hice

UN FAVOR

Tal y como lo había dicho el joven Jan Siegfried, todo lo tuvo listo para dejar los viñedos en buenas manos antes de su viaje a Alemania. Instruyó a todos sus más fieles empleados con la ayuda de su mano derecha, Mauries, al igual que a todos los encargados de mantener en orden el Château, y por sobre todo, bien cuidado hasta el último rincón del mismo.

— Yo iré contigo.

— Olvídalo. No necesito a un mosquito molesto zumbando en mis oídos durante todo el verano.

— Te has vuelto muy malo intentando ofenderme ¿sabes? Por lo tanto no pierdas tu tiempo. Está decidido que iré contigo. Además pienso que será muy agradable pasar las vacaciones allá con mi amada Siena.

— ¿Leroy, es que tú piensas acaso que yo iré de excursión a Goarhausen? Iré por algo importante que he esperado toda mi vida.

— Sé que no irás de excursión, pero tampoco irás a trabajar. Irás por tu ángel. Pasarán juntos un mágico verano y yo estaré cerca para ser testigo de tu cara de idiota. Eso será memorable.

Jan Siegfried suspiró profundamente. Pensó que aquel amigo suyo no tenía remedio alguno por lo que discutir con él era una auténtica pérdida de tiempo.

— Mejor cuéntame si ya se te ha ocurrido alguna idea para poder ingresar a aquel Valle.

— En verdad no tengo ninguna idea. No sé qué voy a hacer. Allá toda la familia me conoce porque ya había ido alguna vez, y no me conviene que nadie sepa que yo estoy ahí.

— A mí no me conocen, sin embargo Odette sí sabe quién soy.

— Y eso tampoco es bueno. Si te ve allí inmediatamente sospechará que yo estoy cerca, y eso no puede suceder, al menos no de manera inmediata.

Ambos permanecieron sentados en la sala de juntas de W. Retrieb Importeur pensando en que podían hacer al respecto.

— ¿Por qué no le pides ayuda a tu hermano? —habló repentinamente Leroy, y su amigo lo fulminó con la mirada—

— Si no vas a ayudarme con una buena idea, Leroy será mejor que no hables.

— ¿Mala idea, Siegfried? Es una idea magnífica. A Gustav Dreymon nadie lo conoce en el Valle. Y si de casualidad lo llegaran a conocer sería porque tu hermano es una persona muy importante. Un hombre de negocios muy exitoso. Millonario y con influencias. Y lo más importante. Tiene un jet privado.

— Arráncate esa idea, Leroy.

— Mira, justo ahí viene —dijo su amigo al ver ingresar a Gustav Dreymon—

— Detente Leroy. Te lo advierto.

— ¿Sucede alguna cosa?

— No — Sí —contestaron al unísono—

— ¿Sí o no?

— Sí.

— No sucede nada.

— Siegfried necesita de tu ayuda.

Dando unos cuantos pasos, Gustav Dreymon observó a Jan Siegfried, metiéndose las manos en los bolsillos.

— No necesito de tu ayuda por lo tanto ignora tal cosa.

— Jan Siegfried, entiendo perfectamente que tú no quieras inmiscuirme en tus asuntos y mucho menos requerir de mi ayuda, pero si en verdad necesitas un favor de mi parte te digo que puedes contar con el mismo.

En esos momentos el receso del almuerzo había culminado, y en un par de minutos más debía comenzar una importante reunión de negocios, razón por la cual todos estaban allí, incluyendo la presencia de Leroy Besson quién solía acompañar a Jan Siegfried para trabajar en ciertos asuntos administrativos relacionados con la empresa.

Debido a aquella reunión el asunto de solicitar un favor de Gustav Dreymon había culminado, pero no definitivamente pues al culminar, Leroy Besson volvió a insistir en lo mismo.

— ¿Qué otra opción tienes, Siegfried? ¿Acaso tu orgullo es mucho más grande y fuerte que tus sentimientos por Odette? ¿Deseas o no llegar hasta ella?

Gustav Dreymon puede ingresar a la mansión de la familia Neubauer fingiendo ser lo que quiera ser, porque posee currículum de sobra. Puede fingir estar interesado en exportar vinos, por ejemplo.

Jan Siegfried no dijo nada. Quedó pensando en qué aquella idea de su amigo en realidad era mucho mejor de la que hubiese podido esperado de él. No obstante había un pequeño gran detalle. Saber si Gustav Dreymon se prestaría para algo como eso.

— ¿Por qué razón aceptaría él hacerme un favor como ese?

— ¿No lo oíste acaso? Se mostró dispuesto a otorgarte un favor. ¡Vamos e intentémoslo!

Casi a rastras Leroy llevó a su amigo hasta la oficina dónde se encontraba Gustav Dreymon. Llamó a la puerta y posteriormente ingresaron los dos.

— Estamos aquí por el favor que necesita mi amigo.

Jan Siegfried negó con la cabeza.

— Bien… Te escucho, Siegfried.

— Mhm… En verdad no tienes que hacer ese horrible esfuerzo de querer hacerme un favor, Gustav Dreymon.

— Te lo explicaré yo si me lo permites —repuso Leroy Besson—

— Adelante.

— Siegfried debe hacer un viaje a Alemania. Específicamente a Goarhausen. Allí necesita de una persona que ingrese en su lugar hasta la mansión del Valle de Katz, perteneciente a la familia Neubauer. Necesita de una persona como tú con numerosas influencias. Yo le haría ese gran favor a mi amigo sin embargo no puedo porque su preciada novia Odette me conoce y si ella me ve allí, se estropeará la sorpresa que Siegfried le tiene preparada.

Un silencio se tornó dentro de la oficina por unos cuantos segundos hasta que el propio Gustav Dreymon lo quebró.

— ¿Y eso significa que yo debo ir a ese lugar?

— No debes ir a ese lugar. No debes hacer nada, de hecho. Vámonos Leroy —dijo volteando sobre sí mismo para marcharse del lugar—

— Jan Siegfried Willemberg, tú en verdad posees problemas de orgullo muy serios, Jan —dijo Gustav Dreymon poniéndose de pie— ¡Bueno! No considero eso como un defecto. El defecto más bien es no tener orgullo. Mira lo que sucedió conmigo en algún momento por querer acercarme a mi padre pese a que se negó en recibirme en incontables ocasiones. Con un orgullo como el que tú posees, yo estaría aquí en estos momentos.



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En el texto hay: fantasia, angeles, promesas

Editado: 10.02.2022

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