Las Promesas Que Te Hice

BÚSQUEDA EN PARÍS

— El día de hoy haremos una buena acción antes de iniciar nuestra maravillosa aventura.

— ¿Qué tipo de buena acción, amor mío?

— Le devolveremos a la maestra Saphine la dicha que perdió cuándo Romeo y Julieta debieron huir juntos de Goarhausen.

— Ah...ah... Casi olvidaba nuestra obra teatral.

— También yo... Mi ángel, tú tienes el número de la maestra Saphine?

— No lo tengo, solo el número de recepción del Instituto. Si llamamos allí seguro nos atenderá Rachel.

— Pues llamémosla a ella entonces.

Ni bien aquella mañana había surgido la idea de contactar con la maestra Saphine, la princesa Odette buscó dentro de su cartera un pequeño anotador donde apuntaba cosas importantes, y cuando halló finalmente el número de recepción del Instituto de artes escénicas de Werlau, Jan Siegfried se encargó de marcar la llamada. Del otro lado, en la ciudad de Werlau, pegando un grito de alegría que resonó por toda la academia, la secretaria Rachel habló finalmente.

— ¿A dónde se habían metido? La maestra Saphine se vio devastada cuándo desapareció su perfecta pareja de Romeo y Julieta. Tanto que estuvo a punto de abandonar la obra teatral.

— Rachel por esa razón nos estamos comunicando contigo, pero antes de seguir es muy importante que no le menciones a nadie más que a la maestra, que te hemos llamado.

— ¿Entonces lo que dicen en Goarhausen y en todas las ciudades vecinas es verdad? ¿Ustedes huyeron juntos?

— Rachel, harías eso por nosotros?

— ¡Por favor, Rachel —pidió también Odette acercándose al teléfono—

— No tienen siquiera que suplicar tal cosa. Yo les prometo que mi boca será una tumba. Yo jamás los delataría.

— Rachel, tus palabras significan mucho para nosotros. Confiamos en ti.

— No deben preocuparse absolutamente de nada.

— Bien… Ahora quisiera hacerte una pregunta. ¿Sabes cuándo vendrá el elenco de la obra a la ciudad de París?

— El elenco ya se encuentra en París, joven Juan. Cómo le dije, la maestra Saphine estuvo a punto de renunciar a la obra teatral, sin embargo, debido a que se trataba de un proyecto personal muy importante y se encontraba en colaboración con otros maestros que la motivaron a continuar, ella aceptó que renunciar a la obra hubiese sido realmente cobarde y bochornoso no solo para sus aspiraciones personales sino también para toda la Institución. Aquella decisión hubiese dejado también muy mal parada a la prestigiosa compañía escénica de París quién la había invitado para participar en las obras de verano. Fue por esa razón que sus colaboradores maestros pudieron conseguir para ella unos suplentes de Romeo y Julieta antes de viajar a París.

— Mmm... ya veo. ¿Entonces si ya se encuentran aquí en París, dónde podemos encontrarlos?

— Ella y todo el elenco se encuentran hospedados en el Aparthotel Adagio Paris Opèra.

Mientras la secretaria Rachel le dictaba el nombre del hotel junto con la dirección del lugar, Jan Siegfried lo repetía todo para que Odette fuese apuntándolo en su pequeño anotador.

— Buscaremos la manera de contactar con ella la maestra, Rachel. Una vez más has sido de gran ayuda para nosotros.

— ¡Muchas gracias Rachel! Te envío muchos besos y abrazos —dijo Odette—

— No agradezcas preciosa. Les deseo todo el éxito y toda la felicidad del mundo a los dos.

— ¡Muchas gracias Rachel! —agradeció también el joven Siegfried—

— La maestra Saphine se pondrá feliz de verlos. ¡Adiós y cuídense mucho!

— ¡Adiós!

— ¡Adiós Rachel!

Ni bien se despidieron de la secretaria Rachel, Jan Siegfried y Odette se alistaron para ir rumbo al mencionado hotel en busca de la maestra Saphine y el elenco.

— ¿Cómo sabemos dónde queda exactamente ese lugar? —preguntó la princesa y el joven echándose unas risas le contestó— ¿Qué sucede, amor mío?

— Recordé algo que me hizo gracia.

— ¿Y qué recordaste?

— Cuando tú te burlabas de mí porque yo no era muy amigo de la tecnología. Te burlabas de mi teléfono móvil diciendo que debía estar en un museo de antigüedades.

— ¿Yo me burlaba de ti? No creo tal cosa, bello príncipe.

— Lo hacías, mi ángel. Y también me decías que yo era un ermitaño entre otros calificativos. Fuiste tú quien me obsequio un teléfono inteligente y creaste para mí una de esas redes sociales —contó él mientras abrazaba a su princesa— Ahora eres tú la que no sabe absolutamente nada sobre tecnología, y si no hubiese sido por el obsequio que te dio tu madre ni siquiera tendrías un teléfono móvil, mi amor.

— ¡Es cierto, pero yo aprenderé! Ya verás que sí.

— Bueno... Ahora es un buen momento para que aprendas. Puedes tomar tu teléfono móvil para ingresar al mapa que tienes allí. Si enciende el GPS te mostrará la ubicación exacta de nuestro lugar, y si colocas el nombre del hotel que nos ha indicado Rachel, te mostrará qué tan lejos estamos, y nos indicará cuánto tiempo nos llevará llegar hasta allá caminando, o en bus, o en coche, o bicicleta.

— Ah...ah... ¿Hace todo eso ese mapa? —preguntó sorprendida observando la pantalla de su teléfono móvil—

— Así es, mi reina. Ahora colócate la capucha y carga Copito de nieve que debemos irnos para intentar encontrar a la maestra Saphine.

Fue entonces que par de encantadores amantes, cubiertos con sus respectivas capuchas, salieron de incógnitos a las calles de París, rumbo al encuentro de la maestra Saphine y de todo el elenco de la obra de Romeo y Julieta.

HÔTEL DUQUESNE EIFFEL - PARÍS

— ¡Señor Willemberg! ¿De nuevo usted? ¡Qué sorpresa!

— ¿En qué hotel se encuentra hospedado tu hermano, Gustav? Contéstame y no te atrevas a decirme mentiras porque necesito encontrar a Jan Siegfried.

Algo descolocado, Gustav Dreymon produjo un breve silencio, antes de contestar.

— Depende... Si yo tomo un taxi desde el lugar en el que me encuentro, me tomará como cinco minutos. En cambio, si deseo ir caminando y de paso disfrutar un poco de las calles de París me tomará unos minutos más.



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En el texto hay: fantasia, angeles, promesas

Editado: 10.02.2022

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