Las Reglas que Rompí

Cap. 3. Cartas de aprovación

Me había engañado la campana de las doce y resultó ser la campana del tren, esta vez no iban 12 o 20 personas, iban 30. Y ¿Cómo lo sé? Porque el tren viajaba justo frente al instituto, casi como un recordatorio de que pagaremos el precio si rompemos las Reglas, y era inevitable no contar cuántas personas no regresaban. Un anciano que se hizo conocido me vio y una lágrima salió de sus ojos, no sabía si era mi imaginación o de verdad había sucedido, pero con sus labios balbuceo algo como “Ten cuidado” sin embargo, nunca pude deducir la mímica y mucho menos en la boca así que decidí creer que había sido mi imaginación «Él dijo algo y lo sabes».

Mi encantadora jornada estudiantil ya casi acababa, pero no podía ser un día normal, de hecho, me agradó que no lo fuese. Resulta que Morthy estaba repartiendo volantes para una fiesta, con el sello de aprobación de los Activos. La temática eran los colores.

—¿Qué, ya te aburriste de mi modo dark y por eso la fiesta?

—Necesito adrenalina, —guiño un ojo pícaramente— ¿Qué, tú no?

—Claro, pero no tanta como para olvidar el día anterior.

—¿Y, lo has visto? Que excusa tan boba. —Mis ojos se abrieron de par en par.

—¿Qué cosa? —Joe apareció con chaqueta de cuero y unos jeans negros justo detrás de Morthy.

—La fiesta. —No sabía qué inventar, hablábamos de su hermano, pero seguro él no lo sabía.

—Será en el bar de Tripp por si quieres ir, —continuó Morthy para desviar el tema – y puedes ir con tu hermano —mi cabeza giró con inercia disimulada—, mientras más mejor.

—¿Y tú irás? —«contesta idiota»

—Sí, tengo que salir.

—Vaya, tú eres una persona de casa y ahora quieres salir —Joe río más para sí mismo que para nosotros.

—Todos necesitamos respirar. —Justo cuando me iba a escapar topé con alguien «Quien más»

—Y bailar. —Crien llevaba una gorra militar y su lunar parecía distinto— ¿No crees, ermitaña?

—¿Ermitaña? ¿Yo? —No sabía a qué venía eso, mi cara era de pocos amigos, no sabía de donde carajos había sacado ese apodo, pero vaya que me lo había ganado si en meses no había salido más que al instituto y a la biblioteca.

—¿Qué? Me lo vas a negar. —Su sonrisa de lado apareció y con ello una excelente dentadura «Dios, tiene razón»

De nuevo quise dar un paso y la llamada de Crien me detuvo. Siempre, casi por automático, me detenía cuando él me hablaba. Tal vez porque siempre decía alguna tontería o estaba dispuesto a retarme.

—¿Y qué, no vas a salir de tu cueva? —Estaba tomando una invitación de Morthy mientras éste seguía atento— ¿O no sabes bailar?

—¿Me estás retando? —Extendió la invitación y la tomé. Para estás fiestas, debíamos llevar la invitación siempre, porque básicamente respalda que estamos autorizados para hacer un poco de escándalo. Si el volante no lleva el sello de los Activos, entonces se tomó como una falta a la Regla 35.

Sonreí cínicamente y echándole un ojo al par que estaban observando pude notar un poco de incomodidad en Joe y emoción en Morthy. Eran como agua y aceite, pero entre nosotros nos llevábamos bien. Joe seguía en el instituto porque había tomado un par de cursos extra, pero pronto debería decir a qué parte del sistema quería aplicar, Sandy estaba en el sistema de igualdad social encargado de la repartición de bienes para que todos tuviéramos lo mismo. O algo así, a ella parecía gustarle.

Mis ganas de ir se estaban apagando, pero no soy de las que agachaban la cara y se escondía en casa, si de retos se trataba, siempre debía estar dispuesta. A veces a mi madre le preocupa que llegue demasiado lejos, pero siempre y cuando mi enojo no pase a odio, todo estará bien…

Mi playera como la de todos era blanca, a decir verdad, llevaba camiseta y jeans del mismo color. Los únicos en la pre – fiesta éramos Morthy y Joe. Teníamos que ayudar a Morthy porque Tripp solo daba las cervezas, sin mencionar que le importaban solo sus narices y lo que pasaba en su bar le cogía por gracia, para él lo importante era pagar y la carta de aceptación de los Activos. Ellos hacían burla de los “trofeos” de Tripp y yo trataba de llenar los globos con purpurina y colorante, solo faltaba uno y el globo no se ataba, Joe me ofreció ayuda, pero mi orgullo, ese que había heredado, no me lo permitió, para mí desdichada suerte se explotó quedando como la primera en ensuciarse de colores. Joe río por lo bajo, pero mi amigo, como de esperarse, se burló por mí orgullosa reputación. No era tanto mi culpa, aunque siempre había aceptado ese orgullo porque algunas veces me hacía sentir poderosa, hoy no era la ocasión.

No quedaba otra que reír con ellos y pues ser la única loca que se había pintado antes sin intención, comenzaba a llegar la juventud y ya veía a los Activos tratando de parar el revoltijo que crearemos. Llevaron más cervezas y nunca faltaron los cigarros, todo iba genial y mi lado social salió a la luz. Claro todo hubiera sido socialmente agradable o soportable si una voz ya conocida no me hubiera recordado mi apuesta, así pues, con toda la pereza del mundo, pero con hartas ganas de ganarle a Crien, me arme de valor baile junto a los demás chicos, pero algo le dio el toque de dramatismo a la escena y fue la sugerencia del chico de ojos verdes.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.