Las Reglas que Rompí - demasiado rebelde para obedecer

Prólogo

“Las reglas son como leyes que nos mantienen a salvo…”

—Artículo 1: Código Del Nuevo Poder I

De un sistema de mentiras y engaños.

Para todas aquellas personas que no saben obedecer

Todo era normal y ordinario, nos adaptamos a las reglas y la vida había crecido en paz y quietud... Demasiada quietud como para que no hubiera crímenes, El Dictador era respetado por los mayores y nosotros los jóvenes nos moldeamos a cómo el mundo y la sociedad imponía. La calma era nuestra segunda regla y para mí eso era parte de mi naturaleza.

Desde hacía ya 49 años que estas reglas perduraban y el tren de cada mes se llenaba con una persona más, eso era algo que me causaba una curiosidad insaciable ¿A dónde los llevaban? ¿Qué les hacían? ¿No podían romper la regla 91? ¿O sí? Al borde de un colapso curioso y a punto de cumplir mi mayoría de edad, estaba nerviosa por la Sanación….

La Sanación era un ritual que duraba tres días y hacías a los 18 años para verificar que podías cumplir con las reglas y se hacía un viernes por la noche, duraba tres días, era en medio de una gran fogata y tres testigos, nadie nunca sabía quiénes eran esos testigos porque se cubrían y solo una palabra salía de sus bocas “cede” ¿A qué se referían? Eso pronto lo averiguaré, sin embargo, temo que la Sanación no es lo que creo, mi hermana me dijo que te hacen pasar por una prueba y luego tienes que portar una toga, no es usual que alguien comenté sobre la Sanación si no has pasado los 18 pero así era mi hermana.

Todos hablaban de él cuando la Sanación tocaba tu puerta, El Dictador, un hombre de mediana edad con el pelo un poco dorado y hebras blancas de sabiduría, y se hablaba de él ya que al parecer era uno de los testigos. Nadie se atrevía a cuestionario y yo me esforzaba por ocultar esa perfecta sonrisa y ese traje negro con franjas verdes que representaba a nuestra autoridad, pero ¿Por qué autoridad si se supone que no existía crimen? ¿Por qué? No me emociona la idea de la Sanación y eso de que el Dictador estaría presente me asustaba por un motivo indefinido.

Mi madre me crío con las reglas y me habló del Dictador como si fuese un dios y yo la cuestioné, sin mencionar que de vez en cuando rompía una regla, pero algo así como la Regla 87 “Nunca golpearlas a un compañero de autoridad”, recuerdo que cuando golpee a un Activo (así llamábamos a los miembros de autoridad) me temblaron las piernas pero no mostré temor porque el idiota creyó que por ser superior a mí, me podía tratar como plebeya y cometió la tontería de atacarme por no hacer su voluntad, fue ahí donde me di cuenta que incluso los Activos faltaban a la Regla 85 “Los ciudadanos que no porten un arma son indefensos y por lo tanto los Activos no pueden tomarlos en contra de su voluntad” era sencillo, pero ellos estaban en contra de las reglas.

Entonces ¿Cómo se respetaban las reglas si los mismos Activos las violaban? Ese sistema era altamente cuestionable y si a otras personas ya les había pasado, ¿Por qué no hablaron? ¿Acaso tenían miedo, miedo a desafiar al Dictador? No, no eso era imposible y menos viniendo del hombre que había liberado al mundo. «Pero no crees que lo haya salvado» si a mí me pasó y no dije nada fue porque el Activo se disculpó y yo lo perdone... «No te engañes» ¡Dios! es cansado tener esa voz de conciencia en la cabeza.

El camino es rutinario y trato de hacerlo emocionante tirando piedras hacia la calle, en Con Comgre todas las personas son conocidas y aquellos que vienen de visita pasan por una rigurosa mirada de todos los vecinos. Las personas no eran particularmente comunistas, pero tampoco rebeldes, eso sucedió hace años y nos dejó con el mundo como lo conocemos ahora. Cuando el gobierno cayó ante la “rebeldía” las cosas cambiaron, los países seguían teniendo el mismo nombre, pero las porciones de tierra más pequeñas cambiaron de nombre y dirigente. Ahora los “concejales” se encargaban de los pequeños pueblos y los Magistrados de 7 u 8 países. Fue entonces cuando el sistema colapsó, pero según muchos, para bien, poco antes de eso una pandemia inminente arrasó con gran parte del mundo y eso, según los libros, había arrasado también con el sistema. Ahora los avances en medicina y bioquímica eran extraordinarios.

Muchas personas se centran en el nivel de control y seguridad y algunas pocas, iban en contra de las reglas, ellas eran enviadas en los trenes que salían cada mes. Y en los últimos meses esos trenes llevaban a más personas de lo normal, pero nadie se atrevía a preguntar por qué. Mientras en mi pueblo la gente se reduce a obedecer, yo no puedo, porque sencillamente lo que soy y de dónde vengo me lo impide.

A decir verdad, el pueblo era grande y era al igual que todo el mundo, siguiendo las reglas. Mi querido Con Comgre.




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