Las reliquias del Príncipe

Episodio 1: Reliquia

Cawley.

Suspiré y encendí la vela del cupcake.

—Feliz cumpleaños, papi. —Cerré mis ojos y soplé la vela frente a la lápida de mi padre—. Te he extrañado mucho. Aunque, morir en tu propia fiesta de cumpleaños fue un toque algo siniestro.

Me senté en el césped y le di un mordisco al ponquesito.

»Pero, no creo que lo hayas planeado, eso hubiera sido más macabro todavía, aunque conociéndote, seguro estarás feliz de tener una muerte tan icónica. —Las lágrimas comenzaron a caer de mis ojos—. Me gustaría felicitarte por la esposa que escogiste, pero no puedo, en eso me fallaste, también al no hacer un testamento, sobre todo, al no prepararme para este mundo tan despiadado y cruel.

Me limpié la cara y sacudí mi nariz en una servilleta.

—Ojalá te sientas orgulloso de tu hija, de cómo he enfrentado todo y que no me he dado por vencida. —Más lágrimas cayeron—. No he dejado de luchar, no he bajado mis brazos, no he…

Sin poder soportar el dolor, rompí en llanto.

La verdad, me había vuelto una persona asustadiza, desconfiada y la hater más grande del amor.

Tenía miedo del futuro, de no poder lograr mis sueños…

Expulsé el aire de mis pulmones.

Me sentía atrapada en un vasto océano, nadando con todas mis fuerzas hacia la superficie. Cada vez que lograba tomar un respiro, una fuerza invisible me agarraba por los tobillos y me arrastraba de nuevo hacia las profundidades.

Era un ciclo interminable y mis fuerzas se estaban desvaneciendo.

El aire se volvía más escaso, y ya no luchaba por alcanzar la superficie… Ahora, mi batalla era interna, una lucha constante para no rendirme.

Pero, esa batalla también la estaba perdiendo.

Me puse de pie, me quedé unos segundos observando la fría y solitaria lápida de mi padre.

—Adiós, papito, te amo, fuiste un gran padre, me educaste con amor, me impulsaste a ser mejor y a no rendirme. —Sonreí con tristeza—. En eso último me cuesta un poco, pero cada día doy lo mejor de mí.

Me limpié la cara y me alejé de la tumba de mi padre.

Llegué a mi moto una Vespa vxl 150 rosado pastel, fue el último regalo que me dio mi papito antes de irse de este mundo.

Conduje por la ciudad dejando que el aire secara el resto de mis lágrimas. Perder a mi padre fue un golpe duro en mi vida, pues, ahora, oficialmente, era una mujer huérfana.

Llegué al pequeño al departamento que compartía con Ossian, quien no solo era mi mejor amigo en el mundo, también me ayudó a conseguir empleo en la empresa de catering donde trabajaba y desde hace unos meses era mi roomie.

—¡Hola, bebé! —salió a recibirme vestido solo con un delantal de cocina—. Llegas 5 minutos antes y me encuentras en una situación comprometedora.

—¿Qué? —cuestioné colgando las llaves en el llavero.

—Ya sabes una situación… —Ossian hizo un gesto con su cuerpo—: comprometedora.

—Eso. —Tomé una bocanada de aire y dejé salir el aire de mis pulmones—. Es exceso de información.

Ossian soltó una carcajada y pasó la mano por su cabello.

—Olvidaba que estaba al frente de la novicia Cawley.

Le saqué el dedo medio y le hice un gesto obsceno, mientras le sacaba la lengua.

Entonces en ese momento una preciosa mujer salió de la cocina y abrazó a mi roomie por la espalda.

—Cawley, ella es la hermosísima Mitchell —nos presentó mi amigo, tomando su mano y poniéndola frente a él.

La tonta mujer se sonrojó por completo y sonrió como boba viendo a Ossian.

—Mit para los amigos —dijo ella estirando su mano.

Miré su mano y luego a ella.

—Lo siento, no me gusta el contacto, pero es un placer. —Le regalé una sonrisa amable—. Lamento haber interrumpido su cita, yo solo iré a mi cuarto a invernar.

Con mis pulgares apunté en dirección a mi habitación y estaba por avanzar un paso, cuando Mit me interrumpió.

—De hecho, ya me debo ir —manifestó Mit dándole un apasionado beso a Ossian en los labios.

Me pareció que ese beso fue como para marcar territorio, pero perdía su valioso tiempo, entre Ossian y yo, nunca pasaría nada romántico. Además, su presencia en la vida de mi amigo no iba a durar tanto como para significar algo más que un acostón.

—Adiós, nos vemos el sábado —declaró mi amigo viendo detalladamente a su novia temporal marcharse.

Mit llegó a la puerta y se despidió con la mano. Apenas la puerta se cerró, Ossian expulsó el aire de sus pulmones y pasó las manos por su cara:

»Es inteligente, fogosa, sabe usar su linda boca y muy hermosa…

—Triste que solo te durará una semana —lo interrumpí rodando los ojos.

—No sé, tal vez me la quede un poco más, pero el corazón sabe lo que quiere. —Cruzó los brazos sobre su cuerpo.




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