Cawley.
La conversación con Liv se alargó tanto que casi no me había quedado tiempo para arreglarme, por suerte, ella debía reunirse con sus padres y quedamos en vernos otro día.
Podía ver como Ossian estaba fascinado con ella, aunque, eso no me sorprendía, pues, él sentía cierta debilidad por esas cosas que no podía tener. Liv era una de las pocas chicas que era inmune a sus encantos y eso lo traía por el piso.
Salí de la ducha con una toalla alrededor de mi cabeza y otra cubriendo mi cuerpo.
Suspiré y me detuve frente a mi cama para evaluar los atuendos que había elegido.
La primera opción: era un vestido azul claro, básico de tiras, ceñido en la parte de arriba y con una falda acampanada. Esos iban combinados con unas zapatillas.
La segunda opción: era un vestido jumper de color negro, ese me lo pondría con una camiseta blanca y mis zapatillas.
La última opción era un jean, ancho, con una camisa azul claro y mis zapatillas.
La idea era estar cómoda, sin sacrificar mi estilo. Pero, todavía no decidía qué ponerme.
Gruñí frustrada y comencé por lo más sencillo… Colocarme ropa interior.
Para mí, la ropa interior era como la armadura de un soldado, sin una buena armadura estabas destinado a fracasar en la batalla.
Entonces, elegí una panty muy sensual. En la parte de adelante, un hermoso diseño de encaje negro, una sola tira pasaba sobre mi cadera y en la parte de atrás ocurría la magia. Ya que, en lugar de tener una tela cubriendo mi cola, lo que había eran varias tiras. Todo terminaba con un hermoso lazo oscuro sobre mi coxis.
El sostén también era un espectáculo de encajes y lazos.
Supongo que lo que más me gustaba era ese contraste que el negro hacía con mi pálida piel.
Teniendo mi armadura puesta, regresé a la cama sabiendo qué debía ponerme…
Entonces, escuché algunos gritos provenientes de la sala, luego un jarrón se rompió y sin pensarlo dos veces corrí afuera a ver qué estaba sucediendo.
Pues, Ossian no era de andarse peleando.
Llegué a la sala y me quedé horrorizada con la escena.
Ewan sujetaba a Ossian por la camisa, mientras mi amigo alzaba sus manos en señal de rendición.
Ambos hombres voltearon a verme. Pero, la mirada de Ewan fue la que me hizo sonrojar.
De pronto, algo en su cara cambió al darse cuenta de que estaba en medio de la sala en ropa interior.
—Ahora sí te mato —bramó Ewan pegando con fuerza a Ossian contra la pared.
—¿Qué rayos te sucede? —cuestioné corriendo a separarlos.
—Lo que pasa es más que obvio —manifestó Ossian clavando la mirada en mí.
Sujeté el brazo de Ewan y tiré de él, pero solo hice el ridículo.
—Solo quiero saber qué hace este tipo en tu casa —declaró Ewan rojo de ira… No, de celos, aunque, el tono de su voz salió neutral, lo que de alguna forma era más aterrador.
Ossian y yo intercambiamos una mirada.
—De hecho, esta es su casa —informé sin tener idea de cómo habíamos llegado a esta situación—. Ahora, por favor, suelta a mi mejor amigo.
Ewan evaluó a Ossian con detenimiento, mi amigo le sostuvo la mirada. Ewan suspiró y lo soltó.
—Debo comprar unos ingredientes que me faltan para mi receta —manifestó Ossian y me lanzó una mirada—. Pero, no iré tan lejos.
Ossian tomó sus llaves y se fue.
En cuanto la puerta se cerró, Ewan cruzó la sala y me miró:
—Tengo la necesidad de entender qué sucede aquí. ¿Desde cuándo vives con ese tipo?
—Ossian. —Hice énfasis en el nombre de mi amigo. Llené mis pulmones de aire y le expliqué—. Hace unos meses mi padre falleció y lo perdí todo, Ossian me recibió en su casa y compartimos gastos.
—Perfecto, hoy mismo te mudas conmigo. —Se quitó su chaqueta y la colocó sobre mis hombros—. No te preocupes por tus cosas, te compraré todo nuevo.
Ewan tomó mi mano y se dirigió a la puerta, pero me detuve y lo miré alzando una ceja.
—¿Has perdido la cabeza?
Ewan sujetó mi rostro entre sus manos y en voz baja confesó:
—La perderé sabiendo que cada noche duermes bajo el mismo techo que ese tipo. —Pegó su frente a la mía—. Te juro que no sé qué me sucede contigo.
—Entiendo que esto que sentimos es intenso, pero no llegaremos a nada si no confías en mí —hablé con calma, tratando de ponerme en sus zapatos—. Ewan, me gustas tú, solo tú.
Ewan tomó mi mano y la llevó a su pecho, justo sobre su corazón.
—Cawley, eres la única mujer que acelera mi corazón. Tus besos son lo que necesito para seguir vivo. —Sus ojos me observaban suplicantes, mientras nuestros labios estaban cada vez más cerca.
Alcé la mano y acaricié su rostro.
—¿Quieres conocer mi cuarto? —indagué con una sonrisa.
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Editado: 03.06.2025