Las Risas Del Detective Yisus.

Capítulo 6: El Refugio del Chiste.

El camino hacia “El Refugio del Chiste” estaba lleno de expectación. A medida que Yisus y Lía se acercaban, podían escuchar ecos de risas y gritos de comediantes en plena actuación. Pero había algo en el aire que les decía que no todo era diversión y juegos; el ambiente era más tenso que una cuerda de guitarra desafinada.

—¿Sabes cuál es el café favorito de los comediantes? —preguntó Lía, rompiendo el silencio.

—No, ¿cuál? —respondió Yisus, dispuesto a escuchar.

—¡El "ex-press" porque siempre está lleno de energía!

Ambos rieron mientras cruzaban la puerta de “El Refugio del Chiste”, que estaba decorada con carteles de chistes antiguos y fotos de comediantes legendarios.

Al entrar, se encontraron con un grupo de comediantes en una esquina, todos con expresiones de frustración. En el escenario, un tipo de barba desaliñada intentaba contar un chiste sobre un pez y un gato, pero el público lo ignoraba como si fuera una mala broma.

—Esto se siente como el último día de clases, pero sin vacaciones —dijo Yisus, observando la escena.

Lía asintió y se acercó a uno de los comediantes.

—¿Qué está pasando aquí? —preguntó.

—Estamos en crisis —respondió el comediante, con un tono de voz que podría haber hecho llorar a una piedra. —Don Chistoso se ha vuelto tan popular que nosotros estamos quedando en el olvido. Y además, hay rumores de un ladrón de risas.

—Eso es precisamente por lo que estamos aquí —dijo Yisus—. Venimos a investigar.

—¿Investigar? —preguntó otro comediante, levantando una ceja—. ¿Y cómo lo van a hacer? ¿Con un chiste sobre detectives?

—¡Exactamente! —exclamó Lía, emocionada—. ¡Los chistes son nuestras mejores armas!

Yisus se acercó al micrófono y se dirigió al grupo.

—¡Atención, comediantes! Necesitamos su ayuda para resolver el misterio del ladrón de risas. Cada uno de ustedes tiene un talento especial para hacer reír, y eso es exactamente lo que necesitamos.

—Sí, pero ¿qué pasa si no tenemos buenos chistes? —preguntó uno de ellos, con una mirada de preocupación.

—¡Eso no importa! —dijo Lía—. A veces, los chistes malos pueden ser los más divertidos. ¿Saben por qué los pájaros no usan Facebook?

—No, ¿por qué? —respondieron algunos, intrigados.

—Porque ya tienen Twitter.

Las risas comenzaron a fluir, y la tensión en la sala se disipó un poco.

—¡Esa es la actitud! —exclamó Yisus—. Ahora, ¿quién tiene información sobre el ladrón de risas?

Un comediante del fondo levantó la mano.

—He oído que alguien ha estado robando chistes de otros comediantes. Se rumorea que está tratando de hacer un “mejor chiste” para ganar la competencia de la ciudad.

—¿Y cómo planea hacerlo? —preguntó Lía, curiosa.

—Se dice que tiene un libro secreto de chistes que nunca fallan. Pero nadie sabe quién es —respondió el comediante.

—¡Vamos a encontrarlo! —dijo Yisus, decidido.

De repente, un comediante en el escenario levantó la mano.

—¿Sabes cuál es el colmo de un electricista? —preguntó, recibiendo miradas de atención.

—¿Cuál? —preguntaron todos.

—¡No encontrar su corriente de trabajo!

Las risas resonaron, y Yisus se dio cuenta de que el ambiente se estaba volviendo más animado.

—¡Eso es! —dijo—. Necesitamos que todos se preparen para hacer reír, porque la única manera de encontrar al ladrón es mediante una competencia de chistes.

—¡Me encanta la idea! —gritó Lía—. ¿Quién está listo para unirse a la batalla de la risa?

El lugar estalló en aplausos, y los comediantes comenzaron a prepararse. Las risas llenaron el espacio, y pronto, una línea de comediantes se formó frente al micrófono.

El primer comediante, con una chaqueta brillante, subió al escenario.

—¿Por qué los esqueletos no pelean? —preguntó.

—¿Por qué? —respondió el público.

—¡Porque no tienen agallas!

Las risas fueron fuertes, y el comediante sonrió, sintiéndose animado.

El siguiente en la fila fue un hombre con una gorra al revés.

—¿Qué hace una abeja en el gimnasio? —preguntó.

—¿Qué? —respondió un espectador.

—¡Zum-ba!

Más risas llenaron la sala, y Yisus sabía que estaban en el camino correcto.

Después de varios chistes, un joven comediante subió al escenario y dijo:

—¿Sabes por qué los pájaros no usan relojes?

—¿Por qué? —preguntaron todos, ansiosos.

—¡Porque siempre están en el tiempo de su vida!

La ovación fue ensordecedora. Yisus y Lía se miraron, emocionados.

—Esto está funcionando —dijo Yisus—. La risa está volviendo, y con ella, la verdad podría salir a la luz.

Mientras el espectáculo continuaba, un grupo de comediantes se acercó a Yisus y Lía.

—¿Creen que podríamos hacer un chiste por nuestra cuenta? —preguntó uno de ellos.

—Por supuesto —dijo Lía—. ¡Adelante!

Un comediante se aclaró la garganta y dijo:

—¿Cómo se despiden los químicos?

—No lo sé, ¿cómo? —respondió un espectador.

—¡Ácido un placer!

Las risas resonaron a su alrededor, y Yisus sonrió, sintiéndose esperanzado.

—Esto es genial —dijo—. Pero todavía necesitamos encontrar al ladrón.

En ese momento, otro comediante, que había estado en la parte de atrás, intervino.

—Escuchen, creo que he visto a alguien con un libro raro de chistes en la esquina. Podría ser el ladrón.

—¿Qué? —exclamó Lía—. ¡Vamos a investigar!

Con el espíritu de la competencia aún en el aire, todos se unieron a la búsqueda. Yisus y Lía se adentraron en la oscuridad del club, listos para descubrir la verdad detrás del misterio del ladrón de risas, armados solo con un micrófono y una gran dosis de humor.

Mientras caminaban, Lía se detuvo un momento.

—¿Sabes cuál es el colmo de un bibliotecario? —preguntó con una sonrisa.

—No, ¿cuál? —respondió Yisus, divertido.

—¡No encontrar su lugar en el mundo!

Ambos rieron y continuaron su búsqueda, sabiendo que la risa y la amistad eran su mejor defensa contra cualquier ladrón que pudiera estar acechando en las sombras. La aventura apenas comenzaba, y estaban listos para enfrentar cualquier desafío que se presentara.



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En el texto hay: humor, detective privado

Editado: 11.12.2025

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