La noche se cernía sobre “El Refugio del Chiste”, y Yisus y Lía se encontraban de pie frente a la puerta, la emoción y la incertidumbre danzando en el aire. Cada uno tenía la sensación de que esta reunión podría cambiar el destino de todos los comediantes.
—¿Estás listo? —preguntó Lía, mirando a su compañero, su corazón latiendo con fuerza.
—Listo o no, aquí vamos —respondió Yisus, tomando una respiración profunda.
Al entrar, el ambiente era diferente. La luz era tenue, y el murmullo de los comediantes llenaba la sala. En el centro, un pequeño escenario estaba preparado para la reunión. Los rostros de los asistentes reflejaban nerviosismo y anticipación.
El Chistoso Fantasma apareció de repente, asomándose entre las sombras. Con un gesto, invitó a todos a acercarse.
—Bienvenidos, amigos. Esta noche no solo compartiremos risas, sino también verdades —comenzó con voz grave—. La risa es un regalo, pero también una responsabilidad.
Yisus se dio cuenta de que el ambiente se volvía más serio.
—¿Y qué hay del libro? —preguntó, decidido a encaminar la conversación.
—El libro está aquí, pero primero, necesito que cada uno de ustedes comparta un chiste. Un chiste que provenga de su verdad más profunda —dijo el Chistoso Fantasma, mirando a la multitud.
Uno de los comediantes más jóvenes se adelantó, nervioso.
—¿Cuál es el café favorito de los pájaros? —preguntó, su voz temblando.
—¿Cuál? —respondió la multitud, ansiosa.
—¡El "pajarito" doble!
Las risas empezaron a resonar, y el joven sonrió, sintiéndose más seguro.
Otro comediante, un hombre de barba espesa, tomó el micrófono.
—¿Qué le dijo el mar a la playa? —preguntó con una sonrisa traviesa.
—No sé, ¿qué? —dijo una voz desde el fondo.
—¡Nada, solo la saludó!
El público estalló en carcajadas, y la tensión comenzó a disiparse. Yisus y Lía intercambiaron miradas, sintiendo que el ambiente se volvía más ligero.
—¡Eso es! —exclamó el Chistoso Fantasma—. La risa es el puente que une nuestras verdades. Pero ahora, necesitamos escuchar una verdad más profunda.
Una comediante del fondo, con un vestido brillante, se levantó.
—Siempre he tenido miedo de no ser lo suficientemente buena. Pero aquí va: ¿Sabes por qué los fantasmas son tan malos contando chistes?
—No, ¿por qué? —preguntó el público.
—Porque siempre se les escapan los mejores remates.
Las risas fueron aún más fuertes, y la atmósfera se llenó de energía positiva.
Yisus sintió que era su turno. Se acercó al micrófono.
—A veces me pregunto por qué los pájaros no usan Facebook... —comenzó, y la multitud se rió anticipando el remate—. ¡Porque ya tienen Twitter!
Las risas estallaron, y él se sintió como si estuviera en casa.
Lía se unió a la diversión, elevando su voz.
—Y si los gatos pudieran hablar, ¿qué dirían? —preguntó con picardía.
—¿Qué? —respondió el público, riendo.
—¡No importa, no podrían dejar de hablar de ellos mismos!
Las carcajadas resonaron, y la energía en el lugar seguía creciendo. El Chistoso Fantasma asintió, satisfecho.
—Estos chistes son solo un preludio. La risa auténtica proviene de nuestra vulnerabilidad. Ahora, vamos a revelar el libro.
Con un gesto dramático, el Chistoso Fantasma abrió un viejo baúl de madera. Dentro, un libro de cubiertas desgastadas brillaba con un aura misteriosa.
—Este es el “Compendio de Risas y Verdades”. Contiene chistes que han sido olvidados y aquellos que nunca deberían haberse contado. Pero cuidado, cada página también lleva la carga de la verdad.
Yisus y Lía se acercaron, intrigados.
—¿Y cómo podemos usarlo para ayudar a los demás? —preguntó Lía.
—Usen los chistes, pero recuerden: cada broma que hagan debe ser honesta. La risa sin verdad puede ser peligrosa.
Justo en ese momento, un comediante del fondo gritó:
—¡Eso suena como el último chiste que conté! ¡Era tan malo que ni el eco se rió!
El público estalló de nuevo, y el humor ligero reinó en la sala.
—Ahora, con el libro en nuestras manos, debemos decidir cómo compartirlo —dijo el Chistoso Fantasma—. La risa es un lenguaje universal, y debemos utilizarla para unir a todos.
Lía miró a Yisus con determinación.
—¿Qué tal si organizamos una gran competencia de comediantes donde todos puedan participar? ¡Así podremos compartir estos chistes y darles una nueva vida!
El Chistoso Fantasma sonrió, y la multitud comenzó a murmurar en aprobación.
—Eso podría funcionar. Pero recuerden, cada chiste que cuenten debe tener un propósito, una conexión con la verdad.
Yisus se sintió inspirado.
—Podríamos invitar a comediantes de toda la ciudad. Y si alguien tiene un chiste que no funcione, ¡podría ser una oportunidad para aprender!
La idea resonó entre los presentes.
—¡Sí! ¡Es una gran manera de construir una comunidad! —exclamó Lía, emocionada.
La atmósfera se volvió eléctrica. Todos estaban de acuerdo, y la energía se sentía palpable.
El Chistoso Fantasma levantó las manos para calmar a la multitud.
—Entonces, hagamos que esto suceda. Pero recuerden, la risa auténtica se encuentra en la verdad.
A medida que la noche avanzaba, el grupo comenzó a discutir ideas, a compartir chistes y a reírse juntos. El ambiente se llenó de creatividad y camaradería.
Yisus y Lía, sintiéndose satisfechos con el progreso, se dieron cuenta de que habían encontrado su lugar en el mundo de la comedia. La risa no solo era un acto, era una conexión, una forma de sanar y de unir a las personas.
Mientras todos se preparaban para la competencia, Yisus tomó la mano de Lía y dijo:
—No sé qué nos depara el futuro, pero sé que mientras estemos juntos, siempre habrá una razón para reír.
Lía sonrió, sintiendo que el viaje apenas comenzaba. Juntos, estaban listos para enfrentar cualquier desafío, cualquier sombra que intentara robar la risa de “El Refugio del Chiste”. La aventura se volvía cada vez más emocionante, y el misterio del ladrón de risas estaba a punto de desvelarse.