La noche de la gran competencia había llegado, y “El Refugio del Chiste” estaba más lleno que nunca. Comediantes de toda la ciudad se habían reunido, cada uno ansioso por mostrar su talento y, con suerte, descubrir la verdad detrás del ladrón de risas.
Yisus y Lía se encontraban en el backstage, rodeados de nervios y emoción. El bullicio del público llegaba a sus oídos como un tamborileo constante.
—¿Estás lista para esto? —preguntó Yisus, ajustándose la corbata.
—¡Más que lista! —respondió Lía, sonriendo—. Aunque tengo que admitir que un poco de nervios nunca viene mal.
—Recuerda, la risa es nuestro mejor aliado —dijo Yisus, sintiendo cómo la adrenalina comenzaba a fluir.
El Chistoso Fantasma apareció en escena, tomando el micrófono con un aire de autoridad.
—Bienvenidos a la primera Competencia de la Risa de San Chistes. Esta noche, no solo estamos aquí para competir, sino para encontrar el verdadero significado de la risa y la autenticidad. ¡Que empiece la diversión!
Los aplausos resonaron en la sala, y la energía creció. El primer comediante subió al escenario, un hombre de aspecto serio que, sorprendentemente, comenzó con un chiste absurdo.
—¿Por qué los pájaros no usan Instagram? —preguntó, y el público se quedó expectante.
—¿Por qué? —respondieron al unísono.
—¡Porque ya tienen su propio "tweet"!
Las risas estallaron, y el comediante sonrió, sintiéndose más seguro. A medida que avanzaban los participantes, la calidad de los chistes variaba, pero la energía seguía en aumento. Después de varios actos, el ambiente estaba cargado de risas y una creciente expectativa.
Lía se acercó a Yisus.
—¿Te imaginas si el ladrón de risas se presenta? Podría ser cualquiera de ellos.
—Es posible, pero no podemos dejarnos llevar por el miedo. Hay que seguir buscando pistas —respondió Yisus, observando la multitud con atención.
Finalmente, llegó el turno de Yisus. Se acercó al micrófono, el corazón latiéndole con fuerza.
—¡Hola, San Chistes! Estoy aquí para hacerlos reír, pero sin prometer que no se me escapará algún chiste malo. ¿Saben qué le dijo una impresora a otra?
El público lo miró con curiosidad.
—¿Qué? —preguntaron.
—¡¿Ese papel es tuyo o es una copia?!
Las risas resonaron en toda la sala, y Yisus sintió que la confianza comenzaba a fluir en él. Siguió con otro chiste.
—¿Cómo maldice un pollito a otro?
—¿Cómo? —preguntó un espectador.
—¡¡¡¡Con un "¡Huevo, que te parto!!!
Las carcajadas no se hicieron esperar, y Lía estaba a su lado, riendo con ganas.
—¡Eso es! ¡Vamos, Yisus! —gritó, animándolo.
Sin embargo, mientras la competencia continuaba, Yisus notó algo extraño. Un grupo de comediantes se reunía en una esquina, y susurros sospechosos flotaban en el aire. Se miraron entre ellos, como si estuvieran planeando algo.
—Lía, mira eso —susurró Yisus, señalando con la cabeza.
—Parece que están tramando algo. Deberíamos acercarnos —respondió ella, su instinto activado.
Mientras tanto, el siguiente comediante en el escenario, un hombre de voz profunda, comenzó su rutina.
—¿Saben cuál es el animal más antiguo? —preguntó, y el público se quedó en silencio.
—¿Cuál? —respondieron.
—¡La cebra! Porque está en blanco y negro desde hace siglos.
Las risas resonaron una vez más, pero Yisus y Lía estaban más enfocados en lo que sucedía en la esquina. Se acercaron lo suficiente para escuchar.
—No podemos dejar que la competencia se lleve el libro —decía uno de ellos—. Si lo conseguimos, seremos los reyes de la comedia.
—Sí, y si les robamos la oportunidad de actuar, quedaremos como los mejores.
Yisus y Lía intercambiaron miradas, sintiendo una oleada de tensión.
—¡Debemos alertar al Chistoso Fantasma! —dijo Lía.
—No, espera. Necesitamos pruebas antes de actuar. Si lo hacemos sin fundamento, podríamos perder la credibilidad —respondió Yisus, pensando rápido.
Mientras tanto, el Chistoso Fantasma subió al escenario nuevamente, interrumpiendo la conversación.
—¡Y ahora, la siguiente rutina es de nuestra querida Lía! —anunció, y el público estalló en aplausos.
Lía se sintió un poco nerviosa, pero la emoción la impulsó. Se acercó al micrófono y sonrió.
—Gracias, gracias. ¿Saben qué es lo peor de tener un perro que cuenta chistes?
—¿Qué? —preguntó un espectador.
—¡Que siempre te hace "perder el hilo"!
Las risas resonaron, y la energía en la sala alcanzó su punto máximo. Lía continuó con varios chistes que hacían eco de su personalidad.
Sin embargo, la atención de Yisus estaba dividida. Mientras Lía brillaba en el escenario, él no podía dejar de pensar en el grupo sospechoso.
Finalmente, el Chistoso Fantasma volvió a tomar el micrófono.
—Y ahora, un interludio especial. Un grupo de estos comediantes ha preparado algo para nosotros. ¡Vamos a ver qué tienen!
Los murmullos de la multitud llenaron la sala mientras el grupo sospechoso se preparaba para subir al escenario. Yisus sintió que era el momento adecuado.
—Lía, necesitamos ir al backstage y ver qué están haciendo —susurró.
Ella asintió, y juntos se escabulleron entre la multitud.
Mientras tanto, en el escenario, el grupo comenzó su acto.
—¿Qué le dijo un semáforo a otro? —preguntó uno de ellos, con una sonrisa burlona.
—¿Qué? —respondió el público.
—¡No me mires, estoy cambiando!
Las risas resonaron, pero Yisus y Lía estaban más concentrados en su misión.
Al llegar al backstage, encontraron el libro de chistes, abierto y desordenado. Un par de hojas estaban arrugadas, y otras parecían haber sido arrancadas.
—¡Esto no puede ser bueno! —exclamó Lía, mirando las páginas.
—Esto es lo que ellos estaban tramando. Quieren usar el contenido del libro para robar la risa de todos —dijo Yisus, sintiéndose decidido—. ¡Debemos detenerlos!