-Ahora te enseñaré lo que es un buen café.
Lily me había ido a buscar a las siete, despertándome del sueño más profundo de todos. Pero decidí no refunfuñar ni abstenerme de salir a tales horas después de un vuelo de más de diez horas, y la seguí a cualquier parte del pueblo a la que me llevase.
Estaba sentada en unas sillas ligeramente astilladas. El aroma que había dentro era peculiar, una mezcla extraña. La atmósfera también lo era. El silencio de aquel lugar me llevaba a recuerdos lejanos que ni siquiera yo sabía que existían.
Las paredes eran blancas, y el tiempo parecía haberlas desgastado. Pero a pesar de ellas, el resto se encontraba bastante cuidado. También había cuadros, fotografías más bien. Databan del 1900, o menos. La pregunta que rondaba por mi cabeza era, "¿Serán reales? ¿En verdad las habrán sacado hace más de 100 años?"
-"Cafetería de Castle Combe"-recité para mis adentros. Un nombre de poca imaginación para mi gusto.
-¿Y? ¿Qué piensas del lugar?-preguntó.
-Es hermoso.
-No puedo esperar a que conozcas a todos. No te preocupes si al principio no se encariñan contigo, no son de prestarle atención a los jóvenes pasajeros.
-No estoy aquí de viaje. Me quedaré por un largo tiempo.-repliqué.
-¿Estás segura? Porque creo que en California hay cosas más interesantes para hacer que en este pequeño y antiguo pueblo.
-No lo hay. Al menos no lo que yo estoy buscando.
-¿Y qué es lo que buscas?
-Tranquilidad...un nuevo comienzo.
-Estás en el lugar ideal.-dijo con una sonrisa-¿Hay algo que quieras saber de mí o del pueblo?
-Me gustaría saber más sobre la historia de aquí...me dijeron que este lugar es un completo misterio.
-Oh, sí. Seguro hablaban de nuestra maldición.
-¿Maldición?
-Tres días de cada mes, estamos obligados a irnos de aquí. Una niebla viene a ocupar nuestro lugar. Seguro estarás pensando que estamos locos, que una niebla no nos puede impedir vivir. Estás equivocada. Este fenómeno cubre toda la ciudad, convirtiéndola en una "ciudad fantasma". Es como si desapareciera del mapa.
"¿Estamos dentro de una novela de Stephen King?", me pregunté. Reí irónicamente.
-Qué extraño...exclamé con tranquilidad.
-Un mito urbano dice que en esos momentos hay sobras que acechan el lugar, asesinando a todo aquel que se acerque. Otros piensan que son los fantasmas de Castle Combe, condenados a vivir como tal el resto de la eternidad a causa de una maldición. Pero esas son estúpideces...historias que los ancianos le cuentan a los jóvenes ruidosos para que se vayan.
-¿Tú crees en eso?
-El mundo es estúpido algunas veces, entonces, ¿Por qué no pueden existir las estupideces?-respondió con picardía.
Miré a mí alrededor. La cafetería que según ella era la más concurrida, se basaba en unas siete mesas de las cuales solo cinco se encontraban ocupadas. Las personas (mayormente de 50 años) me miraban con preocupación y curiosidad a la vez. Su hostilidad me sorprendía, ya que cuando era pequeña, mis padres solían contarme que en ese pueblo todos eran cálidos y amables. Tapé parte de mi rostro para no sentirme incómoda, tratando que mi cabello cubrise una parte.
-¿Por qué me miran así?
-Es la primera vez que una joven viene a vivir a este lugar en años. Las demás personas de tu edad que ves aquí son vecinos de toda la vida. Imagínate, somos solo 350 habitantes, una muchacha tan misteriosa como tú llama la atención.
-¿Hay solo 350 personas aquí?-pregunté con una risa falsa.
-Sí. ¿No averiguaste nada sobre este lugar antes de venir?
-Fue una decisión apresurada.-respondí, dejando la idea en el aire.
-Además, tus padres eran muy amados por el pueblo, y tú nos recuerdas a ellos.
-¿Cuándo llega la niebla?-pregunté, ignorando sus palabras.
-Dentro de cuatro semanas.-respondió, llevando la taza de café a su boca.
-¿Cuatro semanas?-exclamé.
-Lo sé, tendrías que haber investigado antes de venir.
-¿Cuándo comenzó ésto?-la curiosidad se me subió a la cabeza, lo que me provocaba la necesidad de hacer miles de preguntas.
-Hace 20 años. Un día después de la muerte de una de nuestras vecinas más misteriosas.-respondió con temor, lo supe por la manera en la que vaciló, tratando de tomárselo lo más respetuoso posible.
-¿Por qué era misteriosa?
-Llegó a la edad de 14, después de emanciparse de sus padres abusadores. Le brindamos ayuda y apoyo. Se podría decir que la adoptamos como una de nosotros. Era una joven de belleza extraordinaria...interior y exterior. Una noche, simplemente desapareció y la encontramos en las cercanías de la plaza central a la mañana. Tenía una sonrisa en su rostro, pero pensaron que era causada por una fiebre, ya que su frente hervía pero sus manos se encontraban sorprendentemente heladas. Y cada vez que le preguntaban qué le sucedía, ella se mantenía callada. En el transcurso de los siguientes 10 años, su cabello dorado se tornó negro, sus mejillas rosadas se volvieron grises a la par de la piel, su cuerpo se había vuelto frágil y sus ojos brillantes perdieron toda clase de brillo. Nunca se supo qué le sucedió, se convirtió en un ser frío completamente diferente a la niña que conocíamos. La última vez que la vimos se despidió de todos nosotros con felicidad. A la mañana siguiente, fue encontrada recostada en el césped de la plaza central, con sus ojos bien abiertos y una lágrima cayendo por el costado de su mejilla con lentitud. Muchos juraron escuchar un grito agudo antes de su muerte o un susurro en sus oídos donde la angustia de una niña se convertía en ira. Pero, como siempre, rumores. Para los doctores fue una epifanía, ya que nunca vieron algo así. Se encontraban escasos de pistas. No había nada para determinar la muerte de la joven. Aquel mismo atardecer, una montaña de niebla que se igualaba al color del carbón acechaba en lo más alto del monte. Las personas comenzaron a correr, pensando que si no lo hacían morirían. Pero Marvin, el jefe de policía, nos tranquilizó, solicitando que abandonáramos el pueblo hasta nuevo aviso, prometiendo que él se quedaría para ver de qué se trataba.