La cafetería estaba silenciosa, lo único que se oía era el crujir de las hojas del diario que los residentes leían. Pero, exceptuando lo dicho, aquel lugar era más callado que un cementerio. Lo cual me pareció extraño con Lily a mi lado, ya que ella no era conocida por ser taciturna.
-¿Sucede algo?-consulté. Ella se aferró a la caja en la mesa y observó los papeles que poseía con cuidado.
-No sé qué hacer...
-¿Con la caja? ¿Qué tienes ahí?
-Reliquias familiares, dibujos, algunas fotografías. Es algo para mi abuela...
-¿Tu abuela?-pregunté con asombro.
-99 años. Lo sé, las mujeres de mi familia vivimos mucho tiempo.
-¿Qué harás con ellas?
-Con mi madre pensamos que sería bueno poder descubrir un misterio familiar para el cumpleaños número 100 de mi abuela.
-¿Tienes un misterio familiar?
-Así es. La misma casa en la que ahora vives fue construida por un amigo muy cercano de mi tátara-tátara...bueno, un familiar lejano mío. Allí, fue asesinada su esposa sin dejar decendencia. Desde ese día, no hay már registros sobre él o la mujer con la que decidió casarse y tener hijos. Si es que los tuvo...porque, verás, desapareció. Nadie supo nada más sobre él.
-¿Hubo un asesinato y no me dijiste?
-Lo siento, pero debía vender esa casa de alguna manera.-se defendió-Lo que sucede es que a lo largo de los 200 años que pasaron, los artefactos comenzaron a extraviarse, y dudo encontrar algo en esta caja.-prosiguió.
-Si quieres puedo ayudarte. Mi trabajo solía basarse en encontrar personas.Te lo agradecería...espera, ¿De qué trabajabas?-rió con preocupación.
-Trabajaba en un periódico, investigaba ciertos hechos para escritores.
-Es lo primero que me cuentas sobre ti.
-¿Cómo se llamaba?
-Percy Dankworth. Lo escribiré así lo recuerdas.
Me entregó una lámina de papel que encajaba perfectamente en mi mano. Sin siquiera mirarlo, lo guardé en mi bolsillo para poder echarle un vistazo más tarde.
Se colocó los lentes y acercó los papeles con cuidado a su rostro, tratando de descifrarlos. Entrecerraba sus ojos para poder ver con mayor claridad. Pero la tinta utilizada en los documentos era apenas visible.
Esa mañana era extraña. El pueblo parecía desolado (más de lo que acostumbraba a observar), el cielo se encontraba confuso, y ni hablar de la exasperación que traía Marvin consigo...parecía atemorizado.
Harry entró y comenzó a entregar folletos a todos, mientras que las personas sentadas lo saludaban con felicidad y reían con él, el silencio había desaparecido con su presencia, exceptuando el momento en el que llegó a nuestra mesa, donde todos volvieron a callar para escuchar.
-¿Qué es esto, Harry?-preguntó Lily, sin importarle lo que el resto hacía.
-Es una pequeña fiesta de despedida.
-¿Te irás?
-Llegó mi hora de volver a Liverpool.
-¡Te extrañaremos tanto!
-Lo sé, lo sé.-rió-Yo también los extrañaré.
-Disculpa, ¿La fiesta es aquí? Porque me resulta extraña la fecha...ya que la niebla...-dejé de hablar en el momento en el que vi que todos me miraron con molestia.
-No será aquí, será en Londres.
-Claro.-susurré.
-Bueno, espero verlas allí.-exclamó, sin esconder su distancia emocional hacia mí.
Al irse, Lily me miró, abriendo sus ojos como platos.
-¿Qué dije?-pregunté en voz baja.
-Nada malo.
-Todavía no entiendo por qué me quiere allí. Sólo seré un recordatorio de mis padres.
-Quizá quiera un recordatorio.
-Lo dudo. Recuerdo a Harry de las fotografías...eran amigos, le debió doler mucho su muerte.
-Mayleen, deja de pensar que nadie te quiere aquí. De seguro que solo se encuentran estupefactos al ver el asombroso parecido que tienes con tus padres. No pienses lo peor de nosotros. Siéntete bien que no prendimos la hoguera.-bromeó.
-¿Estoy obligada, Lily? ¿Estoy obligada a hablar de mi pasado?
-No. Puedes abstenerte a ello, pero las consecuencias son simples, Mayleen. Y no hablo de lo que piense el resto, sino de lo solitaria que será tu vida si no lo haces. Porque vivir sin confiar en alguien, es vivir en soledad.
-Se me fue el apetito. Iré a mi casa.
Me levanté, pensando que quizá alguien me seguiría...y al ver que nadie lo hacía, me desilucioné. Sin saber la razón, podía sentir una furia indescriptible, conmigo misma, con los demás...pero mis pensamientos fueron interrumpidos por la presencia de alguien detrás de mí. Oía cómo jadeaba con brutalidad, y podía oler su extraño aroma.
-¡¿Qué quieres?!-grité, girando, viendo que lo que caminaba detrás de mí no era más que un perro. Tenía un pequeño collar, en el cual estaba escrito su nombre. "Mike". Un bolder collie de pelaje mixto, de los cuales se detacaban el negro y el blanco. Sentado allí, viendo cómo mi furia disminuía, concentrándose en mirarme a los ojos.