Hoy mientras limpiaba el escritorio de mi oficina vi por causalidad la mesa en donde se encontraba el jarrón con el ramo de rosas, había varios pétalos sobre esta, marchitos y sin vida. Catalina vino y, con una bella sonrisa en su rostro tomo la desecha rosa del jarrón y arranco los pétalos restantes.
—Si una rosa pierde uno de sus pétalos, su belleza deja de ser la misma —Eso fue lo que dijo para llevarse el tallo de la flor con ella y, salir del cuarto.
Me quede mirando la puerta, estático e hipnotizado, pensando en lo que había dicho; pronto mi atención se alejó de la puerta para devolverla al jarrón de rosas, aún quedaban varias, vivas y con sus pétalos intactos y, con aquellas hermosas pero hirientes espinas.
Entonces pensé que las rosas más bellas eran aquellas cuyas espinas eran capaces de matarte.