Han pasado pocos días desde la boda de Catalina y, muy a pesar de ello, la felicidad que se sentía en nuestro pequeño pueblo se vio opacada por la tristeza de un suceso reciente. De alguna manera esperaba que esto sucediese, de algún modo sabía que pasaría y de ese mismo modo no me impedí detenerlo.
La tristeza y la melancolía han llenado a la gente, la conmoción y la sorpresa se han apoderado de sus corazones. Marchando vestidos de negro cada habitante de este lugar camina con penumbra al último lugar de descanso. Es un suceso muy triste si se me permite decirlo.
Mientras visto un perfecto traje negro y un sombrero de copa a tono, me dispongo a partir de mi despacho llevando conmigo las bellas rosas que Catalina ha traído para mí.