Pocos días después que Louis fuese dado de alta, que fue el último en salir del hospital posterior a la racha de sucesos funestos que habían tenido; Silver se encontraba en la sala de descanso de los sanadores, en compañía de una nueva y linda sanadora desplegando sus probados encantos cuando fue violentamente sacudido y lanzado contra una pared. La chica había emitido un grito y tuvo la intención de ir a socorrer a Silver, pero su camino fue bloqueado y se encontró frente a un par de enfurecidos ojos marrones que echaban chispas.
La sanadora la miró unos segundos y salió a toda prisa casi chocando con Jason y Tyler, éste último sujetó a la chica antes de que cayese al piso y Jason le preguntó qué le sucedía. Aun no muy segura de lo que acababa de pasar, se los relató apresuradamente después de lo cual se alejó a toda velocidad. Jason y Tyler se miraron y sonrieron, pero antes de dar media vuelta y marcharse, Jason lanzó un hechizo para sellar la puerta.
Entre tanto dentro de la sala, Silver intentaba ponerse de pie aun aturdido con el batacazo. Una vez que logró sostenerse sobre sus piernas y estuvo razonablemente seguro que tenía todo en su lugar, miró a la furiosa criatura que caminaba hacia él en actitud amenazante. Abigail era una chica de escasa estatura, cabello castaño claro y ojos color chocolate normalmente apacibles, pero en aquel momento no era tranquilidad y dulzura precisamente lo que despedían.
Varias cosas sucedieron al mismo tiempo. Primero, la sangre de Silver se revolvió al escucharla en su particular modo de pensar, defender a Jason, aunque en realidad no lo estaba haciendo. Segundo, Silver llevaba media vida enamorado de Abigail sin que ella se diese por enterada, algo que le dolía al chico de manera indecible. Y tercero, al verse amenazado y plenamente seguro de que lo atacaría, actuó en consecuencia. Silver era mucho más alto que Abi y ciertamente mucho más fuerte, de modo que no tuvo ninguna dificultad para con una mano sujetarle el amenazante brazo, y con la otra rodearle la cintura para inmovilizarla, pero aquello y en las presentes circunstancias de alteración, solo sirvió para avivar un deseo largamente reprimido y sin transición ni aviso, hizo presos a los labios de la chica del mismo modo que mantenía cautivos su brazo y su cuerpo.
Aquello fue completamente sorpresivo para Abigail que de ninguna manera se habría esperado algo así. Sin embargo, no tuvo ocasión para pensar, porque su traidor cuerpo estaba respondiendo de forma inesperada ante el desvergonzado ataque de Silver. La varita cayó de su mano y en cuanto Silver registró eso, aflojó la tensión del brazo y con suavidad llevó esa mano a su pecho y trasladó la suya a la espalda de Abi. Sin duda Silver tenía la mayor de las experiencias mientras que Abi no poseía prácticamente ninguna, ya que se había negado tercamente a tener ninguna relación, de modo que la pobre chica fue víctima no solo de la probada maestría de Silver, sino de un amor que se había mantenido intacto a través de los años.
A Silver le costó un gran esfuerzo separarse, y uno mucho mayor mantener el control sobre sus emociones, pero aun en el estado de éxtasis en el que se encontraba, tuvo la suficiente lucidez como para prepararse a la posible reacción de Abi. De modo que si bien separó sus labios no soltó su abrazo, pero de todo lo que pudo haber esperado, ciertamente no lo que sucedió.
Para Abigail aquel beso tuvo el mismo efecto que habría tenido al ser lanzada repentinamente al vacío, porque la sensación fue la misma que se experimenta con un fuerte mareo, pero además de eso, se había sentido como sacudida por una violenta corriente eléctrica. Su corazón latía desbocado y por un momento pensó absurdamente que no era el suyo sino el de Silver, porque teniendo aun la mano donde él la había dejado, podía sentir el furioso golpeteo en su pecho. Sus piernas parecían haberse ido a otro lugar, y estaba segura que si Silver no la hubiese tenido firmemente sujeta, habría caído de la forma más indecorosa. Pero a toda velocidad pensó otras cosas, y su cerebro se negaba obstinadamente a aceptar que no solo le había gustado lo que acababa de suceder, sino que tenía el indecente deseo de que no se detuviese.
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Editado: 27.06.2023