La historia de la familia Campbell se había escrito con la sangre de muchos de sus miembros, porque siendo como eran de origen escocés, sus compatriotas habían esperado que apoyasen los derechos de María Estuardo, pero como ellos habían apoyado a Isabel I, se habían ganado el odio de los escoceses y fueron perseguidos por éstos, de modo que la mayoría de sus miembros había muerto de forma trágica. Era por esta razón que se decía que ningún Campbell podía ser feliz y que todos estaban destinados a morir en forma trágica y prematura.
Sin embargo, si bien la historia parecía haberle dado la razón a los que pensaban de aquella manera, y sus coterráneos los habían tachado de traidores, los Campbell habían contado con el amor y la lealtad de muchas personas, y entre estas personas se encontraban los Thompson y los Scott. Los Thompson habían servido a los Campbell desde hacía más de tres siglos, al igual que los Scott que tenían un poco menos, pero que los habían servido con igual devoción y entrega. De estas dos familias descendían Miles y Annie; Miles era un Thompson y Annie una Scott, ambos habían nacido en las propiedades de los Campbell, habían crecido juntos y se habían casado cuando el abuelo de Jason había dado su consentimiento.
Cuando nació Caroline, la madre de Jason, Miles tenía quince años y Annie catorce, de modo que ambos la habían querido mucho, y se sintieron enormemente afligidos cuando ella había huido con Fabián. No obstante, cuando Caroline había regresado y el duque la había echado del castillo, Miles se apresuró a socorrerla, aunque no le resultó sencillo, ya que, siendo el mayor de los Thompson, había sustituido a su padre como mayordomo y en aquellas circunstancias no le resultaba fácil abandonar por mucho tiempo su puesto. Sin embargo, como el duque le había ordenado a él que echase de sus propiedades a aquella pordiosera, Miles la había escondido en las caballerizas al ver su estado de debilidad, y Annie le había llevado mantas y algo de comer. Como no podían arriesgarse a que el duque se enterase de que no lo había obedecido, Caroline tuvo que permanecer allí escondida durante casi una semana hasta que él pudo encontrarle un sitio donde vivir. Después de eso entre él y Annie se encargaron de cuidarla, porque cundo Caroline se había decidido a pedirle ayuda a su padre, ya se encontraba en estado crítico, tenía más de cinco meses de embarazo y evidentemente la falta de alimentación adecuada la había debilitado mucho.
Miles encontró un médico y lo llevó para que atendiese a Caroline, después que el individuo la había examinado, había recetado lo que debía tomar y les advirtió que debía tener reposo y alimentarse como era debido o corría el riesgo de perder a la criatura, también les informó que la joven le había dicho que durante el invierno había estado muy mal con una pulmonía, de modo que eso hacía más importante aun que tuviese el mayor cuidado y atención.
Como Miles no podía abandonar el castillo sino en la noche, era Annie la que se escapaba durante el día para llevarle de comer a Caroline, y aunque estaban haciendo todo lo que el médico les había indicado, ninguno de los dos tenía muchas esperanzas. Sin embargo, Caroline comenzó a dar muestras de cierta mejoría y ellos se alegraron mucho. Cuando se sintió un poco más fuerte, Caroline comenzó a preocuparse por el futuro de su bebé, ya que ella no sabía hacer nada, pero no tuvo mucho tiempo para preocuparse, porque su mejoría fue pasajera y volvió a caer en cama. El médico fue llamado de nuevo y dijo que la pulmonía había aparecido de nuevo. Con las cosas así, ni Miles ni Annie tenían muchas esperanzas de que Caroline consiguiese llevar a término su embarazo. No obstante, aparte de lo recetado por el médico, Caroline le dijo a Annie que consiguiese ciertas hierbas y le indicó como prepararlas y aquello pareció surtir algún efecto. Como la condición de Caroline no era la mejor y ni Annie ni Miles podían estar mucho tiempo con ella, Annie habló con la hija del tendero y la chica accedió a hacerle compañía.
Una tormentosa noche de agosto después de llevarle el té a su señor, Miles bajó a toda prisa porque Annie ya debía estarlo esperando para que le llevase la comida de la noche a Caroline, pero cuando llegó se encontró con Andrew, el hijo del tendero y hermano de Susan, la chica que había estado cuidando a Caroline durante el último mes, de modo que al verlo, Miles perdió el color, pero intentó prestar atención a lo que estaba diciéndole a Annie.
Miles no esperó a enterarse de por qué había tenido que ir por el médico, sino que llamó a sus dos hijos mayores, John que tenía catorce y Peter que tenía doce y les encargó cuidar de su hermana pequeña. Después de eso él y Annie salieron a toda prisa con Andrew que los llevó en su camioneta. Por el camino se enteró por una llorosa Annie que el parto había dado inicio, y aunque Miles no era médico, ya era padre de tres hijos y en su opinión si aquello no era fácil para las mujeres en condiciones normales, la niña Caroline ciertamente no estaba en condiciones de afrontar aquello, y según lo que les había dicho el médico, posiblemente el bebé tampoco.
Cuando llegaron lo primero que escucharon fue un espantoso grito de dolor, Annie se secó las lágrimas y entró. Miles se quedó afuera con Andrew, ya que el espacio era muy reducido, pero fueron las tres horas más espantosas en la vida del pobre sujeto, porque cuando llevaban como una hora allí, se asomó una llorosa Susan y les dijo que el asunto no iba bien, pero como no especificó mucho, Miles se sentía impotente y asustado. La lluvia arreció, pero él no se movió de allí, Andrew desapareció un momento y regresó luego con una botella, Miles ni siquiera se molestó en preguntar, sino que bebió, porque si bien aquello no iba a quitarle la angustia, al menos serviría para darle algo de calor. Finalmente, y cuando faltaban unos pocos minutos para la medianoche del quince de agosto, escucharon un débil llanto, y a los pocos minutos Susan se asomó de nuevo y les dijo que era un varoncito. Miles preguntó por Caroline y la chica le dijo que estaba muy débil, pero que el médico había dicho que con el cuidado correspondiente podría salir adelante. Miles se recostó de la pared y le dio gracias a Dios, porque en su opinión aquello había sido un verdadero milagro. Todavía cuando vio al pequeñísimo Jason, no podía creer que lo hubiese logrado, pero definitivamente aquel caballerito estaba decidido a vivir, porque a pesar de haber nacido en tan malas condiciones, con escasez de peso y de tamaño, un año más tarde habría sobrepasado en ambas cosas a los niños de su edad.
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Editado: 27.06.2023