Las Ruinas de Cassandrea

Cap. 39 Cuarto año

 

A pesar de que después de escuchar a los chicos, Jason tenía pocas dudas y mucha seguridad acerca de la identidad del misterioso encapuchado, decidió no decir nada a nadie de momento. Sacó a Sandy de allí, la dejó en su habitación haciéndola dormir y se fue a la suya. Lyra estaba profundamente dormida, y aunque Jason sabía que era de lo más improbable que despertase así él comenzase a tirar todo a su alrededor, se metió en la cama con cuidado y comenzó a repasar los hechos hasta que finalmente se quedó dormido.

Le pareció que acababa de dormirse cuando despertó con la sensación de estar ahogándose, y cuando abrió los ojos, se encontró con unos idénticos a los suyos al igual que la sonrisa que tenía a pocos centímetros de su rostro.

  • ¿Cómo amaneció el papi más lindo del universo?  --  preguntó Sandy
  • Posiblemente muera en breve por falta de oxígeno, bebé  --  dijo él y ella rio
  • Levántate perezoso, apenas si tendremos tiempo de llegar a la estación

Dicho esto, le dio un fugaz beso, quitó su peso de encima del cuerpo de su padre y salió corriendo de la habitación. Jason tenía una sonrisa estúpida en los labios y cuando giró la cabeza se encontró con los ojos burlones de su mujer.

  • ¿Quién era el que decía que su bebé estaba muy crecida y ya no lo querría?  --  preguntó ella
  • Nena…
  • Levántate o tu dulce hija regresará y te tirará de la cama con sus suaves maneras

Lyra abandonó la habitación riendo y fue cuando Jason pareció registrar a cabalidad algunas cosas, como por ejemplo que había dormido de más, ya que se había acostado finalmente cerca del mediodía del día anterior y si no se daba prisa no podría ir a despedir a sus hijos a la estación. Se tiró de la cama y corrió hacia el baño, se dio tanta prisa como pudo y en cuanto estuvo listo bajó.

Los chicos tenían el habitual escándalo que precedía a la partida y de hecho ya se estaban despidiendo de los que se quedaban. Aquel año ingresaban siete más de los suyos, a saber: Sèbastien, Daniela, Arkania, J.B., François, Geraldine y Antares, aparte ingresaban también Federica y Camille, de modo que la totalidad de los niños que tenían que llevar ese año a la estación, sumaban casi la treintena.

Jason hizo un rápido repaso de la escolta de Aurores, pero Anthar ya se había encargado de ello y estaban listos para partir. El único que no parecía listo en lo absoluto era J.B. que aun tenía a su hermana abrazada.

  • Hijo  --  dijo Albus
  • Tienes que marcharte, J.B.  --  dijo Alba  --  te prometo que me voy a portar bien y como ya sé escribir te voy a mandar muchas cartas
  • De acuerda Bri, pero si…
  • Ya vete  --  le dijo la niña

Con un enrome sentimiento de pesar, el niño le dio un último beso a su hermana y se giró hacia su padre, Albus le dio la mano y él se la aferró

  • Ya estoy listo  --  le dijo sin mirar atrás, porque si lo hacía estaba seguro de no poder marcharse

Cuando llegaron a la estación, Harry y Alexander los esperaban al lado de la barrera, así que comenzaron a pasar. Jason entró con Cassandrea y con Anette, y fue seguido por los demás, al otro lado de la barrera se encontraron primero con Ron y Charlie, pero Jason dio un rápido vistazo identificando a la mayoría de los Aurores apostados a escasos metros cada uno a lo largo de toda la plataforma.

Era natural que el bullicioso, numeroso y atractivo grupo, llamase mucho la atención, de modo que los Aurores no los perdían de vista. A cada uno se le había asignado la custodia específica de un chico y los que no estaban vigilados por sus propios padres eran vigilados por un Auror, pero a distancia. Algunas niñas se habían acercado con muy poco recato en opinión de Grace y de Victorie que veían la zalamería con la que se dirigían a los chicos. Como los pocos amigos de las niñas no habían encontrado el valor suficiente para acercarse al grupo, ellas habían ido a saludarlos, como fue el caso de Harmony que dejó a los suyos y fue a saludar a Jacob. Como aquel individuo era de muy pocas palabras, en breve Becky se despidió, pero cuando volvía se encontró con los ojos de Alex.

  • ¿Qué tanto me miras, Alexander Glasgow? 
  • Solo me aseguro que estés bien  --  dijo él
  • ¿Y por qué no iba a estarlo?
  • No he dicho que no debas estarlo y repito, solo me aseguro que sigas estándolo

En ese momento pasó cerca una bonita rubia y Alex la miró en forma fugaz, pero enseguida volvió a mirar a Becky que sonreía en forma maligna. Todos ellos sabían que el tío Alex era un probado sinvergüenza, de modo que Becky le hizo señas hacia la rubia que ya se alejaba.

  • Creo que eso es más de tu agrado  --  le dijo y él sonrió
  • Ciertamente es linda, pero estoy trabajando, señorita  --  dijo mientras le sujetaba el brazo y la conducía de nuevo con su familia

Jacob que había estado viendo la escena, más no escuchando, sintió una ira violenta al ver que aquel imbécil sujetaba a Becky como si fuese de su propiedad, y estaba experimentando aparte de la mencionada ira, un deseo casi incontrolable de asesinar a aquel individuo.




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