Las Ruinas de Cassandrea

Cap. 52 Mentiroso

 

Después que Altair les había dicho que tenía algo qué hacer y se había marchado junto con Ben hacia las escaleras, los demás tardaron algunos segundos en reaccionar, pero cuando decidieron seguirlos, al llegar al segundo tramo de escaleras no los vieron. No obstante, no hicieron comentarios y continuaron hacia la planta baja con intenciones de salir un rato al jardín. Alex había seguido al grupo mientras que Justin había ido tras Altair y Ben.

  • ¿Podrías decirme qué pretendes?  --  había preguntado Ben cuando bajaban las escaleras, pero como él no contestó agregó  --  Ya Cassandrea me mete en suficientes problemas y sin participármelo, Altair, así que…  -- pero hizo silencio cuando vio que enfilaban por el pasillo del segundo piso que conducía a la entrada para subir al despacho de la directora
  • Solo necesito la contraseña para subir  --  le dijo Altair  --  si quieres me alejo un poco para no escucharla y luego puedes marcharte
  • Altair, no creo…  --  sin embargo, ya el chico se había alejado unos pasos y Ben supo que no lo haría desistir  --  Caithness  --  murmuró Ben  --  Ya puedes subir  --  dijo más alto
  • Gracias  --  dijo Altair y se apresuró hacia las escaleras

Aunque había llevado a Ben, únicamente porque era un prefecto y como tal siempre sabía cuál era la contraseña para acceder al despacho de la directora, y a pesar de que le había dicho que luego podría marcharse, Ben era Ben y no iba a dejarlo solo, así que lo siguió escaleras arriba. Sin embargo, una vez que llegaron allí, se dieron cuenta que la profesora no estaba, porque después de llamar repetidas veces no recibieron ninguna respuesta, de manera que bajaron de nuevo y Altair se encaminó hacia las escaleras. Una vez que habían llegado a la planta principal, caminó hacia la sala de profesores y en esa ocasión tuvo más suerte.

  • Black, Stone ¿qué los trae por aquí?  --  preguntó el profesor Otbapa que fue quien les abrió la puerta
  • Buenos días, profesor  --  saludaron ambos  --  ¿La profesora McGonagall está aquí?  --  preguntó Altair

El hombre guardó un breve silencio en el que presumiblemente Minerva daría su autorización, porque luego se hizo a un lado abriendo la puerta en su totalidad para dejarlos pasar.

  • Me alegra verlo bien, señor Black  --  dijo Minerva después que ellos saludaron  --  ¿Por qué motivo me está usted buscando?  --  preguntó a continuación con su sequedad habitual

Altair lo dudo durante solo un par de segundos, ya que se encontraban en el lugar de descanso de los maestros y la mayoría de ellos estaba allí, pero en ese brevísimo lapso de tiempo pareció decidir que eso no le importaba mucho y tal vez hasta resultase útil.

  • Bueno, como acaba usted de decir ya estoy bien, de modo que vine a informarme de cuál es mi castigo

Minerva lo miró pensando que tal vez no estaba tan bien como decía y luego miró a Ben que para buena fortuna de Altair, había crecido no solo al lado de positivas catástrofes como los gemelos Prewet, sino también al lado de Arthur y del propio Altair y pocas cosas de cualquiera de ellos lo sorprendían, de manera que podía decirse que Ben estaba preparado para casi todo y su rostro no reveló sorpresa alguna.

  • ¿De qué está hablando, señor Black?
  • Aunque en realidad no lo noté, y espero que me disculpe por ello, asumo que estaba usted en el comedor anoche ¿no?  --  dijo, pero sin esperar respuesta continuó  --  así que debe usted saber que a pesar de que ahora estoy muy arrepentido por ello, ayer me porté como un patán con Anette Valois obligándola a atacarme  --  espero un par de segundos y prosiguió  --  Me parece que por su expresión no se enteró usted de nada, pero independientemente de ello, igual consideraría muy cobarde de mi parte no reconocer mi culpa y es por eso que estoy aquí

La profesora McGonagall miraba a Altair con una expresión que era mitad de enojo – aunque esta era habitual en ella – y mitad incredulidad.

  • ¿Y se puede saber qué hizo exactamente, señor Black?
  • Verá profesora, es posible que en ocasiones hasta un caballero se equivoque, pero no por eso deja de serlo, de manera que no me pida que le relate con exactitud mi imperdonable comportamiento
  • No se lo estoy pidiendo, señor Black, se lo estoy ordenando
  • Bien  --  dijo el chico emitiendo un exageradísimo suspiro  --  entonces y como no puede usted obligarme a decírselo, asumo que entre eso y mi lamentable comportamiento con la señorita Valois, estaré castigado hasta que finalice el año escolar
  • Filius  --  dijo Minerva volviéndose hacia Flitwick  --  busca a la señorita Anette Valois y tráela inmediatamente
  • Me parece una pésima idea, profesora
  • No se lo estoy preguntando, señor Black
  • Pero aun así sería bueno que me escuchase, porque ya que estoy confesando mi crimen, no hay necesidad de que interrogue a la señorita Valois y la haga pasar la vergüenza de tener que hablar de ello

Minerva tenía una expresión horrible, pero estaba muy lejos de dejarse manipular por aquel muchachito, de modo que le ordenó a Flitwick que igual fuese por Anette. Entre tanto los demás profesores miraban a Altair con una mezcla de extrañeza e incredulidad, porque llevaban casi siete años conociendo a aquel individuo y sabían de cierto que lo que acababa de insinuar se alejaba mucho de su comportamiento habitual, ya que había dejado entrever que había atacado de algún modo a Anette Valois y desde luego Altair Black no era de la clase de los que habría necesitado forzar a una chica en ningún sentido.




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