Después que Altair les había dicho que tenía algo qué hacer y se había marchado junto con Ben hacia las escaleras, los demás tardaron algunos segundos en reaccionar, pero cuando decidieron seguirlos, al llegar al segundo tramo de escaleras no los vieron. No obstante, no hicieron comentarios y continuaron hacia la planta baja con intenciones de salir un rato al jardín. Alex había seguido al grupo mientras que Justin había ido tras Altair y Ben.
Aunque había llevado a Ben, únicamente porque era un prefecto y como tal siempre sabía cuál era la contraseña para acceder al despacho de la directora, y a pesar de que le había dicho que luego podría marcharse, Ben era Ben y no iba a dejarlo solo, así que lo siguió escaleras arriba. Sin embargo, una vez que llegaron allí, se dieron cuenta que la profesora no estaba, porque después de llamar repetidas veces no recibieron ninguna respuesta, de manera que bajaron de nuevo y Altair se encaminó hacia las escaleras. Una vez que habían llegado a la planta principal, caminó hacia la sala de profesores y en esa ocasión tuvo más suerte.
El hombre guardó un breve silencio en el que presumiblemente Minerva daría su autorización, porque luego se hizo a un lado abriendo la puerta en su totalidad para dejarlos pasar.
Altair lo dudo durante solo un par de segundos, ya que se encontraban en el lugar de descanso de los maestros y la mayoría de ellos estaba allí, pero en ese brevísimo lapso de tiempo pareció decidir que eso no le importaba mucho y tal vez hasta resultase útil.
Minerva lo miró pensando que tal vez no estaba tan bien como decía y luego miró a Ben que para buena fortuna de Altair, había crecido no solo al lado de positivas catástrofes como los gemelos Prewet, sino también al lado de Arthur y del propio Altair y pocas cosas de cualquiera de ellos lo sorprendían, de manera que podía decirse que Ben estaba preparado para casi todo y su rostro no reveló sorpresa alguna.
La profesora McGonagall miraba a Altair con una expresión que era mitad de enojo – aunque esta era habitual en ella – y mitad incredulidad.
Minerva tenía una expresión horrible, pero estaba muy lejos de dejarse manipular por aquel muchachito, de modo que le ordenó a Flitwick que igual fuese por Anette. Entre tanto los demás profesores miraban a Altair con una mezcla de extrañeza e incredulidad, porque llevaban casi siete años conociendo a aquel individuo y sabían de cierto que lo que acababa de insinuar se alejaba mucho de su comportamiento habitual, ya que había dejado entrever que había atacado de algún modo a Anette Valois y desde luego Altair Black no era de la clase de los que habría necesitado forzar a una chica en ningún sentido.
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Editado: 27.06.2023