Las Ruinas de Cassandrea

Cap. 61 Lo que se hereda

 

La segunda semana de marzo comenzó con mucha agitación, ya que aparecieron varios anuncios en las carteleras de las casas en los que informaban acerca de las diversas actividades que tendrían lugar en fechas próximas. Altair, Cassander y Ben se preparaban a consciencia para sus EXTASIS, y siendo que tenían pensado participar en la Competición de Duelos Mágicos, lo anterior les consumía mucho tiempo y no tenían tiempo para entrenar, pero de los tres el que parecía más atareado era Altair, ya que llevaba todas las materias concebibles incluida Alquimia.

Rigel y los gemelos Black estaban más o menos en las mismas condiciones, pero en su caso tenían que preparase para los TIMOS, la buena noticia para los gemelos era que la competencia que ellos esperaban ganar era la de Demostraciones Excepcionales de Hechizos, de manera que sus prácticas estaban directamente relacionadas con sus estudios, mientras que Rigel y como cabía esperar siendo hijo de quien era, estaba luchando para ser seleccionado como capitán del equipo de carreras de Hogwarts, ya que esto lo pondría en el camino para llegar a las competencias internacionales.

Los demás miembros de la familia estaban igualmente inmersos en las distintas competiciones que había organizado la escuela en diferentes áreas como el descifrado veloz de Runas Antiguas, la de cálculos en Aritmancia e incluso Cassandrea, Sttefano y Geraldine se habían apuntado en la de Conocimiento Avanzado de Historia, algo que en opinión de la mayoría era una absoluta y mortalmente aburrida pérdida de tiempo, aunque Geraldine también se preparaba para dar la pelea en la competencia de Encantamientos.

Una noche después de cenar, Geraldine se marchó a toda prisa hacia la biblioteca generando con ello el fastidio de François, ya que él al igual que todos, pensaba que había infinidad de cosas mejores qué hacer que tener la nariz metida en viejos libros de historia. Geraldine ya tenía un largo pergamino abarrotado de anotaciones y se puso de pie para ir por otro libro que le hacía falta, caminó hasta la estantería correspondiente y corrió la escalerilla para revisar un tramo superior que según la indicación era donde se encontraba el libro que estaba buscando. Una vez que lo encontró lo tomó y comenzó a descender, pero como era voluminoso decidió enviarlo volando a la mesa, sin embargo, notó que había dejado su varita en la misma, de modo que consideró dejarlo caer, pero esto atraería al buitre y tendría que soportar una larga perorata acerca del maltrato que les daban los estudiantes a los libros, así que suspiró con pesar y aferró el libro lo mejor que pudo para comenzar a descender.

  • ¿Necesitas ayuda?  --  escuchó
  • Pues la verdad…  --  había comenzado a decir, pero al mirar hacia abajo y ver quién estaba allí, una arruga apareció en su frente  --  No gracias  --  dijo en forma seca
  • Si me preguntas, yo diría que sí a menos claro que quieras romperte el cuello
  • Pero como no te lo estoy preguntando  --  dijo en forma áspera y la mirada burlona del individuo no colaboró en nada para mejorar su humor, y como el fulano aquel no se iba agregó  --  ¿No tienes nada mejor qué hacer en otro lado?
  • ¿Y perderme del espectáculo?

Ya era la segunda vez que se tropezaba con ese sujeto en un indecentemente corto lapso de tiempo, la primera vez había sido a la entrada de las Tres Escobas el fin de semana anterior, y aunque lo había visto fugazmente en el comedor o por los pasillos en el transcurso de esa semana, no se había mostrado en lo más mínimo interesada en averiguar quién era, ya que lo único importante era que le caía como una patada en el hígado. Cuando le había hablado a Miky de él en la taberna, su hermano no había encontrado nada mal en su comportamiento, pero por algún motivo ella no lo soportaba y la mirada burlona de sus negros ojos la descomponía. No obstante, como era evidente que el muy necio en verdad parecía que no iba a moverse, ella continuó bajando con tanto cuidado como pudo y tan rápido como se lo permitía su carga, pero las cosas parecían estar en su contra, porque en un momento estaba en la parte superior de la escalerilla y al otro estaba cayendo a toda velocidad hacia el piso. Sin embargo, y aunque esperaba un doloroso golpe que desde luego habría herido más su orgullo que su humanidad, al segundo siguiente chocó contra el sólido pecho del estúpido cayendo indecorosamente en sus brazos.

  • Te tengo  -- dijo él y aquella simple frase parecía implicar algo más que el sencillo hecho de haber detenido su caída

Geraldine había contenido el aire por el súbito descenso, pero en ese momento lo soltó en un bufido de exasperación.

  • Y me pondrás en el piso en este momento
  • Por supuesto  --  dijo él en tono divertido  --  Aunque fue un descenso rápido y tuviste un agradable recibimiento…
  • ¿Agradable?  --  lo interrumpió ella  --  Para tu información no encuentro nada agradable en ti
  • Me rompes el corazón, señorita Black
  • Dudo que tengas uno
  • ¿Puedo preguntarte algo?
  • Ya lo has hecho y se te acabaron las oportunidades 
  • De acuerdo  --  dijo él, pero fue en ese momento que Geraldine notó que aún  la tenía en brazos
  • ¡Suéltame!  --  le ordenó
  • Si es lo que quieres  --  le dijo colocándola en el piso y luego agregó  --  Fue agradable hablar contigo, y por cierto, se te ven muy bien las machas de tinta en el rostro, tal vez impongas la moda




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