Las Ruinas de Cassandrea

Cap. 87 Amanecer

 

El hospital San Mungo había cambiado mucho en los últimos veinte años bajo la dirección de Jason, y con el incondicional apoyo de Tyler, Silver, Rose y Abigail, habían logrado convertirlo en un centro de atención organizado y eficiente. Desde hacía más de diez años, las solicitudes de ingreso para hacer la carrera de sanadores de los estudiantes que terminaban la escuela no solo de Hogwarts, sino de diversos lugares del mundo, eran cada vez mayores, de modo que aparte de las ampliaciones que se habían hecho en las áreas de atención, incluida un ala especialmente preparada con encantamientos anti desaparición y todos aquellos tendientes a albergar a prisioneros que necesitasen atención médica, se extendieron también las áreas donde recibían instrucción los jóvenes estudiantes, de manera que ahora San Mungo era el hospital que contaba con mayor número de personal. Gracias a lo anterior el hospital no colapsó ante la avalancha de heridos que recibió ese amanecer. A medida que habían ido llegando, grupos de sanadores que estaban en su primer año de prácticas bajo la conducción de un sanador con experiencia, los iban clasificando según la gravedad de sus heridas.

Naturalmente Tyler se había ido derecho a atender a su esposa con la asistencia de dos sanadores en prácticas, pero se había asegurado de que Silver se encargase de Eidel. Rose se había ido a atender a Steffano mientras que cuatro sanadores entre los que estaba Armad Leblanc, habían recibido a Anthar, y aunque sabían que aquella emergencia pertenecía a Jason, estaban dándole la atención primaria estabilizando sus constantes vitales, retirando las ropas destrozadas, limpiando las heridas superficiales y administrando un preparado de poción reabastecedora que se suministraba por vía endovenosa. De modo que cuando Jason llegó, ellos se hicieron a un lado excepto Armand que sería el ayudante.

Armand y Jason no habían empezado sus relaciones precisamente bien, y durante muchísimo tiempo Jason tuvo dificultades para olvidar que aquel individuo había puesto sus ojos en Lyra, y todo lo que había querido era que terminase su carrera y se largase al mismísimo infierno, pero el muchachito aquel había decidido quedarse, y siendo que para ese momento no era él quien dirigía el hospital, tuvo que aguantárselo.

Sin embargo, con el correr de los años y siendo que Armand era un excelente sanador, habían logrado mantener una buena relación laboral, porque si había algo que Jason respetaba era la eficiencia y la dedicación al trabajo, y sin duda Armand las tenía, así que exceptuando las pocas veces que lo había visto saludar a Lyra, mismas que lo hacían sentirse enfermo, todo marchaba bien. De manera que, aunque en ese preciso momento le habría dado lo mismo tener a alguien para asistirlo como no tener a nadie, porque Anthar era su responsabilidad y de nadie más, la silenciosa ayuda de Armand sería beneficiosa.

 

En vista de lo bien que marchaba el hospital y la cantidad de sanadores que allí laboraban, lo dicho por Aydan a Ben no era cierto, ya que había muchísimos sanadores disponibles, el único problema con el que tropezó de entrada, fue con que los parámetros de eficiencia impuestos por su padre incluían un registro de ingreso formal, y aunque en casos de emergencia lo primero era atender al paciente, siempre había personal que se encargaba de hacer el registro recabando los datos importantes con la persona que llevase al herido o enfermo mientras un sanador lo atendía.

  • Señorita --  dijo Aydan deteniendo a una enfermera  --  necesito un sanador

La chica lo miró y de inmediato asumió que se trataba de él mismo, y ciertamente estuvo de acuerdo, porque Aydan estaba cubierto de sangre, y aunque la mayor parte no era suya, sí tenía algunas heridas visibles.

  • Claro  --  dijo la enfermera  --  acompáñeme por aquí
  • No, no me expliqué bien, no es para mí, sino para mi primo
  • ¿Y dónde está él?
  • Afuera, en una camilla

A la chica le extrañó aquello, porque nunca se dejaba a un herido en el pasillo, pero igual le dijo a Aydan que la condujera hasta donde se encontraba su primo. No obstante, cuando llegaron, Ben ya estaba trabajando afanosamente y una de las primeras cosas que las enfermeras aprendían al ingresar allí, era que bajo ningún concepto debían interrumpir el trabajo de un sanador, y que cualquier cosa que quisiesen decirle o preguntarle, debía esperar a que concluyese con su trabajo. De modo que la enfermera pensando equivocadamente que Ben era uno de los sanadores en prácticas, y a pesar de que le extrañó verlo solo y en el pasillo en lugar de en una sala debidamente acompañado por un sanador mayor, y pensando que tal vez el asunto era tan urgente que el sanador había tenido que trabajar allí mismo, se volvió hacia Aydan.

  • Bien, ya lo están atendiendo, pero necesitaré que usted me proporcione los datos para el registro

Aydan estuvo a punto de decirle que ese no era un sanador, pero se lo pensó mejor y siendo que ellos confiaban ciegamente en la capacidad de Ben, guardó silencio.

  • ¿Me acompaña por favor?
  • No  --  le dijo él en forma distraída y mirando aun hacia la camilla
  • Disculpe, pero acabo de decirle…
  • Sé lo que me dijo, pero cualquier cosa que quiera saber puedo decírselo aquí
  • Escuche, entiendo que esté preocupado, pero le aseguro que el sanador es perfectamente capaz de hacerse cargo y…
  • ¡Ah sí!  --  la interrumpió él  --  Eso lo sé yo mejor que usted




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