Las Runas Eternas (saga ~ Héroes de la Arboleda) Libro 1

X - El Muro

       Al cabo de unos minutos, Ludo llegó volando con la hierba en su pico y al aterrizar se lo entregó a Ellie en sus manos. La sacerdotisa sacó una de las espinas y le entregó la planta a Aiden para que la moliera dentro del tazón con agua.

       Partiendo la espina, comenzó a emanar un pequeño líquido transparente de su interior, y Ellie lo dejó caer en la sección en donde había penetrado el pincho venenoso y poco a poco se fue creando una capa de cicatrización.

       Mientras Aiden terminaba de moler la hierba junto con sus pétalos y espinas, la sacerdotisa le pidió a la Dama que sostuviera con sus manos al pequeño chuncho y lo mantuviera en posición vertical. Era la hora de la verdad y Aiden se encargó de sujetar el pequeño pico de Dagger, abriéndolo lo suficiente como para que pudiera pasar la medicina.

       Con la mano firme, Ellie vertió el líquido en el interior de Dagger y dejándolo reposar lo recostaron sobre una manta.

 

—¿Y ahora qué? —preguntó la Dama.

—Sólo nos queda esperar —respondió Ellie—. Estoy segura de que funcionará.

 

       Esperaron pacientemente hasta que, pasados unos minutos, Dagger comenzó a toser mientras su cuerpo se retorcía de incomodidad. El grupo se acercó para prestarle ayuda, pero dejaron de preocuparse cuando vieron que los ojos de Dagger se volvían a abrir con su cuerpo otra vez en calma.

       Intentando recuperar el aliento, tomó una buena cantidad de aire y exhaló profundamente.

 

—¿Estás bien? —preguntó Ludo.

—Eh, creo que sí —dijo Dagger, confundido—. ¿Qué fue lo que pasó?

—Fuiste envenenado por dardo tóxico —contestó Ellie—, así que tuvimos que tratarte de inmediato.

—¿Fue muy grave? —preguntó con preocupación.

—Tenías ese dardo incrustado en el ala —respondió Aiden.

—Rayos, no sé cómo pudo haber pasado eso —comentó Dagger—. Cuando estuvimos en el gremio Longdark no sentí nada extraño.

—Eso sólo puede decirnos una cosa —dijo la Dama.

—¿Qué? —cuestionó Ellie.

—Entonces no estamos solos en este bosque. Y si alguien pudo dispararle un dardo venenoso a Dagger sin que nos diéramos cuenta, quiere decir que hay alguien siguiéndonos.

—Tendremos que mantenernos más atentos de ahora en adelante —dijo Aiden.

—Ludo, Dagger, ustedes irán por sobre nosotros —ordenó la Dama—. Ahora que ya tenemos un poco más de luz podremos saber si alguien está acechando.

—De acuerdo, Dama —dijo Ludo, dando un salto hacia el cielo.

 

       Dagger se estiró ambas alas y dio un salto para seguir a su compañero, Ludo. Y juntos comenzaron a planear por sobre los tres que quedaron marchando en tierra. Ahora debían permanecer más atentos a su entorno, puesto que no sabían si los estaban siguiendo de un lado, o del otro, o si es que estaban siendo rodeados por un enemigo.

       A pesar de que tenían la ventaja de que Dagger y Ludo vigilaban, no lograban descubrir la figura de ningún sujeto extraño. Y eso se volvía preocupante a medida que avanzaban por entre medio de los árboles.

       Hasta que de pronto, un ensordecedor grito surgió desde la nada misma. Los tres jóvenes cubrieron sus espaldas ante la orden de la Dama y mirando a su alrededor, no hallaban la fuente de aquel espantoso ruido. Luego de un par de segundos, el mismo grito se oía desde otro lugar diferente al anterior, hasta repetirse desde diversos puntos.

       Dagger cayó en un instante al hombro de Ellie para avisarle al grupo que una horda de hombrecillos deformes se acercaba a ellos formando un gran círculo, debían tomar acción ya.

       La Dama al oír las malas noticias, le ordenó a Dagger que tomara posición para un ataque aéreo. Mientras que a Ellie y Aiden les comandó seguir avanzando, pero manteniendo una posición defensiva para no comprometer su integridad.

       Aumentando la velocidad del avance, los gritos se volvían más y más tenebrosos. Como si un montón de locos desquiciados festinaran por el acto que estaban prontos a cometer.

       A su izquierda, la Dama descubrió un grupo que se acercaba a gran velocidad, saltando entre las ramas y las piedras que estaban tiradas. Los hombrecillos sacaron sus pequeñas espadas para preparar el ataque.

       Ellie daba su reporte de una situación similar y Aiden, por su parte, sentía que una gran montaña de hombrecillos se le vendría encima.

       En un movimiento firme, la Dama sacó su espada y acercándose al grupo, logró cortar las cabezas de dos de los hombrecillos que permanecían en el aire tras un salto.

       Había que seguir corriendo y Ellie estaba teniendo problemas para combatir a los que se disponían de su lado. Aiden también intentaba defenderse lo mejor que podía, pero no era un espadachín tan diestro como para atacar de manera certera.

       El grupo de hombrecillos atacó con fiereza a la Dama, que era un objetivo principal, y rodeándola comenzaron su brutal ataque. Entre choques de espada, puños y patadas, la Dama hizo su defensa para eliminar la mayor cantidad de hombrecillos posibles.



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En el texto hay: accion, aventura, magia

Editado: 10.05.2022

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