Las señales de tu mirada

16

Ava

La transición del sofá a la mesa fue brutal. Jack estaba sentado frente a mi padre, y yo entre mi madre y Leo. El aire estaba tan espeso que podría haberse cortado con un cuchillo. Intenté sonreír, pero sentía que mis mejillas estaban ardiendo. Mi madre, con la mejor de sus intenciones, tomó la palabra y empezó a hacer señas

—Estamos muy contentos de que te unas a nosotros, Jack. —Me hizo señas, pero sus movimientos eran lentos, exagerados, como si estuviera hablando con un bebé. Era adorable y terriblemente humillante para Jack al mismo tiempo. Él le devolvió el gesto con un asentimiento rígido.

La cena comenzó con un silencio incómodo, solo roto por el cliquetear de los cubiertos. Jack, por su parte, se movía con la rigidez de un robot. Cada músculo de su cuerpo estaba tenso, y se negaba a tocar el plato de lasaña, como si temiera que, si se relajaba, la verdad saltaría de su boca.

Mi padre, después de un rato, se cansó del silencio. Se inclinó sobre la mesa, con el rostro serio, y le habló a Jack con unas señas fuerte y firmes

-Así que, Jack —dijo mi padre, con gestos torpes que apenas parecían señas—. ¿Tus padres? ¿A qué se dedican?

Jack parpadeó. Era una pregunta incómoda en el mejor de los casos, pero tener que responder a través de gestos y miradas lo hizo aún peor. Me hizo señas a mí, pero Leo, sentado a mi lado, vio la oportunidad de intervenir.

Leo se inclinó y, con sus manos rápidas y fluidas, le tradujo la pregunta a Jack de forma natural. Era la primera vez en la cena que Jack parecía relajarse ligeramente, aliviado de no tener que descifrar los gestos de mi padre.

Jack le respondió a mi padre con manos transmitiendo una formalidad que su voz jamás habría usado: —Mi madre... trabaja con las computadoras y papá es abogado, yo Soy hijo único. —Hizo una pausa y añadió una seña más corta

Mi padre asintió, su expresión se suavizó un poco. Mi madre tomó el control de la conversación.

—¡Oh, qué bien! Es un muchacho tan... considerado. —Mi madre me hizo señas con una sonrisa de complicidad, y luego le habló a mi padre en voz muy baja, un susurro que no era lo suficientemente bajo—. "Es tan guapo, cariño. Es una lástima lo de su sordera, ¿verdad? ¿Crees que será un problema para ella en la universidad?" Fue inevitable no poderne roja y tensa, mire a Jack que parecía de la misma forma

Mis padres pensaban que era el gesto más considerado del mundo hablar de él como si no estuviera, pero yo sentía la traición en el ambiente. Rápidamente, con un movimiento casi imperceptible bajo la mesa, le hice la seña secreta que me había enseñado antes: la que significaba algo que no se podía decir en voz alta.

Jack captó el movimiento. Sus ojos verdes se encontraron con los míos. Por un microsegundo, la tensión se rompió y vi una chispa de diversión, mezclada con el pánico. Me dio una mirada de advertencia, pero también una sonrisa fugaz, prometiéndome que tendríamos que hablar sobre el desastre que se había formado.

La cena continuó, una tortura silenciosa para Jack, donde tuvo que responder a preguntas sobre sus clases y sus gustos, siempre a través del filtro de Leo, quien estaba encantado de ser el protagonista de la noche.

Finalmente, el postre terminó y Jack vio su oportunidad. Se puso de pie con demasiada prisa, empujando la silla con un crujido molesto.
—Fue un placer. De verdad, un placer. —Jack le hizo señas a Leo, y Leo se lo tradujo a mis padres.

Mi madre sonrió, con la bondad de una mujer que había conocido a un "chico tan dulce a pesar de sus desventajas". Mi padre, en cambio, se puso de pie, su imponente altura se acercó a la de Jack

Mi padre no le hizo señas a Jack. Simplemente habló, en un tono bajo y firme que solo yo y mi madre pudimos escuchar.
—Jack. Sé que no te conozco, pero veo cómo miras a mi hija. Ella es una buena chica. Sé que Ava... no sabe todo sobre ti. Solo te digo una cosa: no quiero problemas aquí. Mide tu velocidad, muchacho. Dentro y fuera de la moto.

Jack, solo sonrió y al mirar a leo, el indico que no valía la pena traducirlo, Mi padre lo miró, analizando la seña, la seriedad de su postura, la velocidad con la que había reaccionado, y pareció aceptarlo.

Jack salió de la casa sin decir una palabra más, dejando un rastro de incomodidad y un enorme malentendido en la sala. Me quedé parada, viendo cómo la puerta se cerraba tras él.

Mi madre me abrazó por la espalda. —Es un chico tan educado, cariño. Pero parece muy tenso. Y... qué pena que sea sordo- Sentí una punzada de culpa en el pecho- pero si te gusta lo vamos a aceptar

—Sí, mamá —murmuré, sintiendo que la situación era mucho más grave de lo que imaginaba—. Es una pena.




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