Las siete dimensiones

La bestia de humo

LAS GEMAS DEL INFINITO

Tomo I. El libro de Thot

Tomo II. Las siete dimensiones

Tomo III. Los portales cósmicos. 

©Todos los derechos reservados. Cualquier copia total o parcial de esta obra requiere autorización del autor. 

 

TOMO II. LAS 7 DIMENSIONES

Rulfo y Viviana descansaban sobre un tronco que flotaba en la laguna del mundo de Edekibil. Parecía un sueño que unos meses antes ellos estuvieron en ese mismo lugar buscando los talismanes de los elementos para ayudar a los magos adultos a encontrar el libro sagrado de Thot.

Ahora tenían tiempo para disfrutar de algunos de esos submundos en compañía de sus nuevos amigos, todos ellos ancianos regresados a la niñez temprana al ser elegidos como nuevos magos en el mundo.

Rulfo levantó la cabeza ligeramente para ver a Juliano Cafasso, un niño de origen mediterráneo, tumbado de panza sobre la arena, haciendo cálculos en una libreta.

―Ese Juliano es un verdadero matado ―dijo Rulfo―, mira que venir a este lugar con tanto calor y, en lugar de aprovechar la laguna, se pone a jugar al matemático.

―¡Ese Cafasso! ―rio Darel, un niño australiano, moreno y de facciones un tanto toscas—.Toda su vida fue así. Trabajé con él para una cadena de hoteles en Italia y Australia. Una eminencia como analista financiero, no lo voy a negar. Pero pasaba de sus libros de contabilidad a sus libros de fantasía. ¡Pobre! Ni ahora se da la oportunidad de vivir.

―¿Hace cuánto los convirtieron en magos? ―Preguntó Viviana.

―Fuimos los primeros de esta camada ―dijo Darel, dejándose caer con pereza en su tronco, boca abajo―, en la primera tétrada. Yo había regresado a vivir a Australia para mi retiro. Enviudé y Cafasso, quien fue mi mejor amigo por muchos años, me invitó a vacacionar en su casa en Aosta. Estando allá, lo acompañé a un club de lectura al que él pertenecía. Y bueno, era Kenneth el que dirigía la sesión de ese día, así que ya se imaginarán. Irina, que también era parte del club de lectura, Cafasso y yo fuimos llevados con engaños haciéndonos creer que representábamos una escena de Macbeth y, cuando menos sentimos, ya teníamos esta apariencia de chiquillos.

―Parece que a todos nos llevaron con engaños ―dijo Viviana, riendo―, pero es que teníamos que ir por voluntad propia.

―Pero fue divertido al final ―rio Darel―. Niara y Sirhan ―señaló a dos niños africanos―, creían que irían a una ceremonia para conmemorar a Mandela ―luego señaló a una niña tibetana de ojos almendrados y a uno boliviano de tez apiñonada y cabellera hirsuta―, y a Ignacio y Pema los llevaron como “turistas” a Macchu Picchu y ahí les hicieron creer que serían parte de un ritual inca de purificación.

―La cosa es que todos aprovechamos nuestra nueva niñez para divertirnos, excepto tu amigo ―dijo Rulfo con sorna.

―¡Ya Cafasso, deja eso! ―gritó Darel―, te estás cocinando en tus jugos y no entras al agua.

―¡Es que casi lo tengo! ―dijo Juliano, sudando copiosamente―, creo que tengo la relación exacta… sólo dame unos minutos.

―¿Qué es lo que pretende? ―preguntó Viviana

―Se dio cuenta que no hay una relación directa entre la edad aparente de cada mago y su edad real. Yo me conformé con determinar que para nosotros, el tiempo corre cada vez más lento. Cafasso está necio en encontrar la ecuación que determine qué edad equivalente que tendremos año con año.

―¿Para qué? ―preguntó Rulfo

―Para nada, es simplemente un nerd ―dijo Darel encogiendo los hombros―. ¡Ya no aguanto el calor! Voy a lanzarme al agua de nuevo.

Darel se echó a nadar luego de tomar la poción de las yakurunas. Nadó con unas ondinas de corta edad entre las algas y laberintos de un bello coral de mil colores, en donde comenzaron a jugar al escondite.

Una ondina se perdió por uno de los recovecos más ocultos del coral. De repente el agua se tornó turbia, una corriente de agua muy fría provocó el efecto de termoclina, nublando su visión. La pequeña ondina frunció el entrecejo, observando una sombra que parecía moverse en el agua.

El agua se aclaró, pero se tornó completamente fría. Al fondo del coral se veía una zona tan oscura que cualquiera hubiera pensado que era una cueva muy profunda. La ondina nadó lentamente hacia allá, sintiendo cada vez más fría el agua.

Dos ojos rojos se encendieron entre la oscuridad, haciendo respingar a la pequeña quien salió nadando a toda velocidad, con la sombra tras ella.

Darel festejaba haberla encontrado cuando la vio salir de entre el coral, pero su sonrisa se borró al ver que una criatura hecha de humo salía tras ella con las fauces abiertas.

Otras ondinas se acercaron atacando a la criatura con tridentes, pero cada tridente que lanzaban, atravesaba a la criatura sin hacerle daño alguno.

Darel tomó su varita mágica y provocó una explosión que atrajo la atención de la criatura. Esta sonrió de forma maligna y fue ahora tras él. Salió del agua gritando por auxilio. Los niños en la superficie se pusieron alertas de inmediato. Darel provocó una segunda explosión y su cuerpo salió del agua justo a tiempo para evitar que la criatura le alcanzara.

―¿Qué es eso? ―preguntó Irina, posando sus ojos azules en la criatura.

―Parece un glotón con cuerpo de alacrán y garras de oso ―dijo el moreno Sirhan poniéndose a su lado

La criatura fijó su mirada en Viviana y caminó cada vez más rápido por encima del agua. Rulfo sacó de inmediato una gema de su bolsillo y un centenar de flechas cayeron del cielo hacia la criatura, la cual dejó salir un chillido ensordecedor al momento que el humo que formaba su cuerpo estalló dispersándose por el aire.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.