Las siete dimensiones

Las dimensiones paralelas

En el castillo museo de San Basilio, Imamú y el anciano hopi, Kayah, mantenían el corazón negruzco flotando en una energía rosada sobre una mesa.

―¿Y bien? ―preguntó Neruana.

―Es un zuthu, definitivamente ―respondió Kayah―. Tuvieron suerte, es muy difícil atinar a su corazón.

―¿Un zuthu? ―Neruana frunció el entrecejo―. Pero esas criaturas ni siquiera habitan en alguna de nuestras dimensiones, ¿o sí?

―No. Vienen de otra galaxia, ¿cómo pudo llegar un zuthu a nuestro mundo? ―preguntó Agastya.

―Está pasando muy seguido ―comentó Imamú―, creo que es hora de hablar con los niños y ponerlos al tanto de todo.

Por la noche, los nueve niños estaban en casa de Durs, sentados en el piso.

―¿Qué era lo que vimos en Edekibil? ―preguntó Ignacio, el niño boliviano.

―Es una criatura terriblemente maligna llamada zuthu ―dijo Durs quien estaba sentado en un sofá junto con Auset, una mujer egipcia.

―No recuerdo haber visto a esa criatura en mi bestiario ―dijo Viviana revisando su libro.

―Es porque ese bestiario sólo incluye criaturas de nuestro mundo y sus deis ―respondió Auset―, el zuthu es una criatura que mora en un planeta de la galaxia de Andrómeda.

―¿Andrómeda? ―exclamó Juliano con el entrecejo fruncido―Y ¿cómo llegó una criatura de otra galaxia a nuestro mundo?

―Hay algo o alguien que ha estado abriendo portales, pero no sólo entre nuestros deis ―comentó Durs―, también han abierto portales galácticos. Necesitamos el libro de Thot para encontrar pistas sobre quién está abriendo esos portales.

―Pero ustedes dijeron que el libro de Thot lo necesitaban para salvar la tierra del daño que le ha hecho el hombre―reclamó Rulfo.

―De hecho, sí ―respondió Auset―, pero el daño que el hombre le está haciendo al planeta tiene un origen más oscuro.

―El hombre es por naturaleza una criatura sencilla ―explicó Durs―. Según las memorias del mago Giglamesh, su mentor, el gran mago Ziusudra, le mencionó que, paulatinamente, la humanidad se va volviendo más cruel. Y eso no sólo sucede aquí. Nuestro mundo no sólo tiene submundos, tiene siete dimensiones y, en algunas de ellas, hay más perversión que en otras.

Durs sacó su báculo, golpeó el suelo con él y en el aire se formaron siete esferas azules, formando una especie de collar.

―Cada dimensión tiene historias en común, pero destinos diferentes.

―O sea que cada mundo se ve igual, pero en cada uno pasan cosas diferentes ―dijo Irina.

―Exactamente ―respondió Durs―, en cada uno hay magia, pero de naturaleza distinta. Por ejemplo, en este ―señaló uno de los mundos―, existen los llamados a sí mismos chamanes y naguales.

―Este otro ―Auset señaló un segundo―hay una magia a la que llaman “el encanto”, en la cual, quienes la poseen pueden hacer que lo que hay en su imaginación se vuelva real.

―Este solía ser uno de los más protegidos ―comentó Durs señalando un tercero―, tiene un dei muy poderoso llamado Kuiret, que devuelve bondad y esperanza a los humanos. Pero la gente de esa dimensión es cada vez más fría y tratan como criminales a los soñadores, que son los que mantienen viva la esperanza de la humanidad.

―Este es el más dañado ―continuó Auset―. La ambición lo ha aniquilado casi por completo. Tuvieron guerras nucleares a nivel mundial. Quedan pocos sobrevivientes y es el que más urge salvar.

― Este es muy parecido al nuestro ―señaló Durs―, pero tiene muchas entradas a los dei y las criaturas pasan tanto a él que la gente se volvió supersticiosa y desconfiada.

―En el último no hay magia en absoluto ―concluyó Auset―, sin embargo, es el único dei que ha sido visitado por extraterrestres que viajan a través de portales intergalácticos. La gente de este lugar ha hecho tantas estupideces tratando de crear esos portales que han desestabilizado a esa dimensión.

Auset sacó el sello de la verdad, el cual Rulfo y Viviana ya conocían. Les mostró los hexagramas explicando que el difunto mago Shilbung había documentado todas las entradas a los dei y las otras dimensiones por medio de ese aparato mágico. Pero, con el tiempo, los magos han encontrado más hexagramas, otros que Shilbung jamás mencionó, que permite identificar las entradas a otros planetas e incluso, a la galaxia de Andrómeda.

Pero pocos de esos planetas podrían sustentar la vida como en la tierra, la vida en la galaxia era tan diversa, que iba desde seres como globos que flotaban en planetas de metano hasta criaturas hechas de energía pura viviendo en un púlsar.

―Esos zuthus ¿de qué tipo de planeta vienen y qué es lo que hacen? ―preguntó Rulfo

―Vienen de un planeta gaseoso llamado Hatso ―explicó Auset―, un planeta en el que no sobreviviríamos, pues su atmósfera es de gases hidrocarburos. Son incorpóreos, pero aun así son peligrosos. Buscan cuerpos sólidos para fusionarse y hacerse más poderosos. Hay seres parecidos a los humanos en una de las lunas de Hatso, Ximantsi. Se llaman a sí mismos mbohos. Es gracias a ellos que sabemos de la peligrosidad de los zuthus.

―¿Tenemos que encontrar quién abre los portales? ―preguntó Pema.

Durs caminó de un lado a otro, como queriendo decidir si continuaba hablando. Miró a Auset quien le asintió con la cabeza. Entonces Durs comenzó a hablar de nuevo.

―Por mucho tiempo mantuvimos sellados y ocultos los pasos hacia los deis, para evitar que criaturas malignas salieran de los inframundos. Saben que abrimos algunos de ellos para que Rulfo y Viviana encontraran los talismanes que nos llevarían al libro de Thot.

―Y en esos días ―intervino Auset―-, ambos tuvieron que confrontar a un leviatán, una luzmala, a algo que hechizó un espejo con el fin de hacerlos dudar de su misión, y a un par de sujetos misteriosos que atacaron a las aguanas.

―Imamú cruzó a los deis de hielo, y atrapó a tres luzmalas. Si recuerdan lo que dicen sus bestiarios, las luzmalas son almas de gente mala que lograron evitar cruzar hacia los inframundos.




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