Unas horas antes:
—¡¿Qué has hecho?! —pregunto escandalizada al ver cómo Betania cae al suelo inconsciente.
—Los había descubierto —contesta Taiga y yo alejo a David lejos de mi cuerpo, me acomodo el vestido y corro a ver a mi hermana.
—¿Acaso estás loca? ¿No sabes el problema en que esto nos puede meter? —Me arrodillo a su lado y me acerco a ella para asegurarme de que aun respira.
Suspiro aliviada, solo está inconsciente.
—Está viva —murmuro pasando mis manos por mi rostro. La calentura se me ha quitado de un plumazo. Observo a Taiga con genio mientras me incorporo—. Pudiste haberla matado, Taiga y todos nuestros esfuerzos se habrían ido por la borda. Si cualquiera de mis hermanas muere, habrá una investigación y tarde o temprano darán con nosotros.
—Lo siento, alteza, pero me asusté; no era mi intención. Betania lo sabe todo ahora, podría desenmascararla y ahí sí estaríamos acabados.
—La chica tiene razón, Mónica.
—¿Y qué se supone que haremos ahora? —pregunto poniendo mis manos en mi cintura—. ¿Secuestrarla? Antes del mediodía de mañana ya habrán notado su ausencia y registrarán cada minúsculo lugar del palacio hasta dar con ella. Sabes que Joshua lo haría.
David resopla y yo prefiero ignorar ese gesto, la verdad es que aun no entiendo cómo le importa el hecho de que mi hermanita esté enamorada del guardia y se revuelque con él cuando le da la gana.
—Yo tengo una idea mejor —anuncia Taiga de repente y yo centro toda mi atención en ella—. En estos momentos, todas las princesas menos Anaileth por ser la menor y Alejandra pues Nany entrará en su lugar, son candidatas a la corona.
»No es un secreto para ninguno de nosotros que Reni y Ximena fueron incluidas para introducir a Joskani sin llamar demasiado la atención; en otras palabras, la reina sigue estando entre tú y Betania. ¿Pero qué pasaría si Betania renuncia a su condición de candidata?
Frunzo el ceño ante su pregunta. Betania nunca abandonaría la corona, no por su propia voluntad.
—Supongo que tienes un plan. —Taiga sonríe y no puedo evitar pensar en que esa chica de vez en cuando me asusta.
—Primero saquemos a la princesa de aquí. La mejor opción es una de las habitaciones al fondo del pasillo Este; ya casi no se usan y será más fácil sacarla luego del palacio porque desde que Joshua se dé cuenta de que Betania está desaparecida, virará este lugar al revés hasta encontrarla.
Llamo a Huston, uno de los guardias de seguridad que me son fieles hasta la muerte y junto a otros dos, logramos sacar a Betania de la biblioteca hasta una habitación que antes servía para atender a las visitas, pero que ya no se usa fundamentalmente porque esta zona del palacio, la están reparando.
Las próximas tres horas pasan lentamente mientras la impaciencia hace estragos conmigo. Betania está sentada y maniatada a una silla en el centro de la habitación, pero no acaba de despertar. Hemos aprovechado todo este tiempo para planear nuestro próximo movimiento y ya todo está listo, solo falta que su consciencia decida iluminarnos con su presencia.
—No tengo paciencia para esto. —David se acerca a su esposa, se arrodilla ante ella y golpea su rostro sin tanta fuerza, solo la suficiente para despertarla.
La idea de que el golpe le ha provocado algún traumatismo cruza por mi mente al ver que no despierta, pero suspiro aliviada al ver cómo, poco a poco, comienza a abrir los ojos.
—Bienvenida, bella durmiente —se burla David.
Betania lo observa confundida, sin saber qué está sucediendo. Mira todo a su alrededor y sé el momento justo en que su mente recuerda lo sucedido horas antes en la biblioteca porque en seguida intenta liberarse de sus amarres en la silla, pero como es lógico, no puede.
—¿Qué…? —Pasa la lengua por sus labios y cierra los ojos como si le doliera algo. Supongo que el golpe—. ¿Qué creen que están haciendo? Suéltenme.
—Lo siento, preciosa, eso no va a ser posible, necesitamos un favorcito tuyo.
David se aleja unos pasos de ella y Betania se concentra en mí.
—Moni, ¿qué crees que estás haciendo? Suéltame y prometo que diré nada, de hecho, olvidaré la perturbadora imagen de ustedes dos en esa biblioteca. No me interesa lo que hagan con sus vidas, aunque sí debo admitir que me sorprende y me duele tu traición.
—Oh, no seas dramática, Bet y deja de intentar zafarte, te vas a lastimar innecesariamente.
—¿Acaso te importa?
—No, pero aunque no lo creas, no veo necesario que salgas herida siempre y cuando colabores conmigo. —Y lo digo en serio, puedo haber hecho muchas cosas, digamos… inmorales, pero nunca he planeado hacerle daño a ninguna de ellas. Al menos no físicamente.
—Ya, y el golpe en mi cabeza fue porque no querías hacerme daño.
—De hecho, esa fue la señorita Bridger; se asustó y bueno, me he dado cuenta de que es un poco violenta.
Betania observa a Taiga.
—¿Sabe tu padre lo que haces?
—Mi padre es un lame botas tuyo y soy lo suficiente mayorcita para tomar mis propias decisiones.