Las Siete Repúblicas: La Pluma

Conflicto

Las Siete Repúblicas eran, hasta aquel momento, una nación que había demostrado una unidad firme y decidida. Pese a las diferencias culturales y lingüísticas que las separaban, la unión se volvió posible gracias a un objetivo común: la supervivencia.

A diferencia de otras naciones, las repúblicas contaban con algo único. Una red de recursos e infraestructuras tan interdependiente que, si una sola de ellas fallaba, las demás se verían arrastradas al colapso. Fue esa dependencia mutua lo que tejió un sistema invisible, pero implacable, capaz de detener incluso los impulsos expansionistas de ciertos líderes que soñaban con un imperio. Algunos, como Travis Francisco, intentaron desafiar ese orden. Todos fracasaron. Lento quizás, pero efectivo: así era el engranaje que sostenía a las Siete Repúblicas.

Sin embargo, como todo en este mundo, había aspectos del comportamiento humano que escapaban a la lógica o la razón. Por más que uno expusiera ideas concretas, por más que se presentaran pruebas irrefutables, había quienes simplemente se negaban a ver. Es de humano ser terco. Ser obtuso.

Pero, ¿Qué ocurre cuando alguien con esa naturaleza ocupa un cargo dentro de una institución poderosa? No solo poderosa, sino antigua y estructural, como el ejército. Entonces la terquedad deja de ser un rasgo molesto para convertirse en una amenaza. Grave y peligrosa.

El discurso de Fausto no pasó desapercibido entre los altos mandos militares. Generales que ya antes habían mostrado su descontento, vieron en sus palabras una amenaza directa. Las políticas de Karen, que intentaban calmar los ánimos, no bastaban. Rivas, el supuesto portavoz conciliador "entre muchas comillas" era visto con recelo. Aunque muchos militares se sentían orgullosos de tener a uno de los suyos con un papel relevante, no dejaban de verlo como un político. Y ser político no basta en un juego donde no conoces las reglas.

El sistema no perdona la ignorancia. Puedes tener herramientas para cazar, pero si no sabes cómo hacerlo, morirás de hambre igual. Puede sonar burdo el ejemplo, pero sirve para entender la esencia del asunto: la política no se rinde ante los uniformes, y el poder no distingue entre la terquedad y el peligro... hasta que es demasiado tarde.

El 21 de Abril de ese mismo mes, hubo una maniobra no autorizada de unos cuantos batallones del ejercito, esto no pasó desapercibido en el congreso, y por supuesto, de la presidenta Karen, que aun con el embarazo fue al congreso, pese a las recomendaciones de sus médicos. A buscar una explicación por parte de los militares, quien dio la orden y por qué.

Rivas no sabía nada, nadie le había notificado nada al respecto, ni siquiera su amigo, uno de los coroneles Erickson Del Caño.

Entonces pasó, la radio más importante de la republica de Cárdenas, salió un comunicado del cabecilla de la operación, dando una cadena nacional por las siete republicas, incluyendo a Bélua.

"Soy el Mariscal Andrés Tomas Reccson. Este comunicado lo hago porque es necesario para la patria que juramos proteger.

Quiero recordar a todos que nosotros tenemos el derecho de tomar las armas cuando vemos que la nación que juramos defender está en peligro. La patria es sagrada, la patria es deber, la patria no es para cualquiera. No es revuelta ni engaño: es deber y convicción. Lo hacemos por la patria y por su honor.

Hoy hemos escuchado algo alarmante y hemos decidido actuar. No por gloria ni por venganza, como quieren vernos. El Senado, que se supone está para defender los valores del pueblo, acaba de votar una ley de reducción de presupuesto alarmante para el mantenimiento de los muros. Muros que nos protegen a todos nosotros, muros que miles de civiles y soldados murieron al levantar. Ver cómo los burócratas intentan destruir algo que se levantó con tantos sacrificios nos ha dado motivos para tomar las armas y proteger la patria.

Alguien debe decidir. Alguien con más convicción y con verdadera lealtad a la nación.

Por eso damos una advertencia: tienen seis horas para desestimar dicha ley, o si no, barremos ese lugar y un nuevo orden se forjará.

Estamos cansados de ser pacientes. Estamos cansados de que nos traten de tontos.

Están advertidos."

El mundo había entrado en pánico. El temor que Fausto había expresado con insistencia, con persistencia y molestia para algunos, comenzaba ahora a tomar forma en la realidad. Ya no era una advertencia ni una hipótesis. Era un hecho. Y nadie estaba preparado.

El Senado se reunió de emergencia. Según varios historiadores, aquella sesión fue una de las más caóticas y tensas de la historia reciente. Se escucharon gritos, insultos, recriminaciones cruzadas. Unos exigían que la presidenta interviniera de inmediato. Otros culpaban directamente al partido URI, acusándolo de haber permitido que esto pasara. Algunos señalaban que la raíz del conflicto estaba en el abuso prolongado de la institución militar, utilizada como herramienta política durante demasiado tiempo. Entre miles de voces, se cruzaban teorías, sospechas, y una ira que no encontraba a quién golpear sin consecuencias.

Entonces ocurrió lo inesperado.

Las puertas de la cámara se abrieron de golpe. El sonido seco del impacto hizo que todas las miradas se giraran hacia el umbral. Y allí, bajo el marco imponente de la entrada, apareció ella.

Karen Samanta Freeman. La presidenta de las Siete Repúblicas.



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En el texto hay: historia, apocalipsis zombie, politica

Editado: 17.12.2025

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