-Y así, sin sin mediar palabra alguna, fue quemada hasta los huesos. En medio de sus gritos y gemidos de dolor se escucho como finalmente consagrada su alma a Satanás.-
-Letras, con sangre se ha escrito la historia, mas sin embargo la iglesia nos protege de toda la oscuridad que nos asecha.- pensó Verónica mientras sentía entre sus dedos aquellas ultimas páginas de su libro.
Su hermoso cabello carmín, había sido su marca desde muy pequeña, por desgracia los niños siempre la llamaban bruja por esto y lastimosamente siempre dejó a esconderlo para no tener problemas; amaba leer, cada palabra sonaba cual deleite en sus labios carnosos, su voz era suave y delicada, tenia unas caderas anchas, de muslos suaves y firmes; su tes blanca con algunas pecas en su rostro, otras cuantas se asomaban por su escote; aquellos pechos firmes eran la envidia de muchas de las otras chicas.
Tan inteligente como para evitar problemas, su gracia era algo que envidiar, simplemente era una flor del jardín, hermosa, alegraba el día de quien la viera pasar.
-Veronica- Grita su madre desde la cocina, Verónica baja para ver que necesita, - si mama- necesito que vayas a recoger la leche que deje paga en la granja de los Carrillon, vuelve antes del anochecer y no olvides llevar tu sombrero.