Las Sombras de mi Pasado (prontamente Resubiendo Y Editada)

3: Mi vida en un instante.✓

🦋Temas delicados a tratar. Leer con discreción.🦋

 

 

Aren Campbell.

 

Nuevamente el médico encargado de atenderme entra a la habitación con la tabla de metal entre sus brazos con una enfermera a su lado que no duda en acercarse para revisar mis signos por medio de un aparato. Shamira mi madre estaba recostada en un sofá cama durmiendo con Ala y Alenna entre sus brazos.

—No la despierte, dígame a mí.—dije, cuando las intenciones del médico era despertar a mamá.

Él le da una mirada a la enfermera que levemente se eleva de hombros aceptando mi petición y procede a preguntar lo siguiente.

—¿Sientes dolor?

Era más el emocional que el físico.

—No.

—¿Alguna molestia de la que quieras hablar?

Quería salir corriendo de aquí para lanzarme al primer acantilado que vea.

—No.

—Bueno Aren. En el transcurso de la mañana serás dado de alta, le comunicaré al presidente para que venga por ustedes.—me señala a mi y a mi familia.

—¿Podría notificarle a mi hermano Alexandre? Heins Campbell está ocupado y no quisiera molestarlo.—lo que menos quería ver ahora era el rostro del mendigo que era mi padre.

El médico asiente aceptando lo que he solicitado y sale con su enfermera dejándome consumido por mis pensamientos y demonios.

Bajé mi vista a mis brazos que tenían hematomas violetas en todos lados, leves quemadas rojas que con solo ser rozada con un papel dolía como el infierno. Movía tan solo un poco mi cuerpo y este dolía al igual que una puñalada, mover las piernas después de lo ocurrido no era buena opción, no si quería sufrir aún más.

Aspiré hondo cerrando lentamente mis ojos siendo llevado por mi subconsciente hasta la noche de ayer, el día en que me di cuenta que ya nada podría romperme como aquel recuerdo, ya que nada podría hacerme sentir como una escoria entre las personas y que estaba irremediablemente roto. Mi vida en un instante fue lo que por mis ojos pasó anoche durante el calvario, y en todas aparecía un niño rubio feliz al que su resplandor había sido robado, manipulado y ultrajado.

Dunne…

Su nombre ha estado por mi mente durante toda la noche, recaigo en la tristeza que ahora se adueña de mi sistema y es cuando me pregunto: “¿Soy ahora digno de recibir el amor de una persona pura y sin mancha?”. Ella era inocente, no había pecado en ella y… no era buena idea seguir con la idea de una relación, no sabiendo lo que pasó conmigo.

Había luchado con todas mis fuerzas la noche anterior para evitar estar más herido y me jugaron en contra al recibir un golpe en mi cabeza que me dejó inconsciente hasta esta mañana que desperté entre gritos y llanto. Shamira me había relatado con tanto dolor lo que había ocurrido y le creí, en sus ojos vi reflejado el remordimiento por haberme dejado solo y la impotencia por no hacer nada para sanar mi dolor.

Y es que aunque sanen mis heridas físicas la emocional seguirá estando presente, siempre habrá algo que por muy mínimo que sea te hará recordar con detalles lo que ocurrió, el pasado y los recuerdos no eran fácil de olvidar, no cuando eres un sobre pensador compulsivo.

No podía mirarme sin sentir asco por mí, me veía y quería desparramarme sobre mi cama a llorar al igual que un bebé, no había nada en el mundo ahora que pueda sanar lo que se rompió simplemente porque no tiene reparo, ya aquello estaba hecho pedazos, no puedes pegar los pedazos de un vidrio así como si nada, se vería igual de roto e igual de inservible.

Yo en la realidad me sentía como un vidrio reluciente, donde todo aquel se veía por solo ser resplandeciente, lleno de brillo que es lo que más atrae a las personas a quererte; y ya no me sentía así, porque vino una persona muy cruel, se miró con vanidad y morbosidad y lo quebró a la mitad, aplastó cada fragmento que cayó creando millones de pedazos que se esparcen por el suelo y que con el paso de los días serán olvidados, por ya no ser necesarios.

Yo era ese espejo ultrajado.

La filosofía no era mi fuerte pero debía aprender a expresar mi trauma y dolor mediante el, por ese medio que hoy en día era valorado y admirado.

—Aren.—la voz ahogada de Alexandre me hace salir de mis pensamientos pesimistas.

—Estoy bien.—fue lo que mencioné al segundo de verlo y detallarlo.

Alexandre venía con su rubio cabello peinado tal y como se nos exige, con aquellos trajes formales y costosos que a papá le encanta que usemos ya que nos da aire de grandeza. Lo único que marca la diferencia en el aspecto de mi hermano, son sus grandes bolsas negras bajo sus ojos que eran muy evidente por la palidez de su piel.

—Perdóname por no haberte cuidado.—el remordimiento en su voz era palpable, pude sentir su malestar y dolor correr por sus venas, ya que me sentía igual de roto que él.—Estuve lejos cuando más necesitabas de mí.

—Está bien, Alexandre.—tragué pesado.—Yo lo estaré, ya mamá agendó cita con un psicólogo para tratar eso.

Alexandre negó reprimiendo sus sollozos y se acercó.

—Estuve en tu lugar, Aren. Pasé por aquel infierno, solo que lo mío fue más traumatizante por ser el heredero, quedaron marcas tanto físicas como emocionales que ningún médico o psicólogo en el mundo podrá sanar.—Acepte la mano de mi hermano y me dijo—Aren cuando tenía ocho años de edad me violaron.—¿Qué había dicho? —Todo ocurrió muy rápido pero te aseguro que me acuerdo muy bien de ello, era mi niñera, le encargada de cuidar de mi mientras que mamá estaba contigo en la clínica.

Siempre busqué una explicación al porqué Alexandre odia el contacto físico, de porqué nunca se le ha conocido una pareja oficial y ya lo entendí todo. Él era intolerante al cariño por aquella violación a su cuerpo, por aquel trauma que lo persigue.

»—Perdóname Aren.—inclinó su cabeza hacía abajo llorando desconsoladamente.—Pude evitar que pasaras por eso, pude haberme escapado del internado para ayudarte y no lo hice por temor a ser castigado.—Ahogué el llanto que quería salir para poder darle consuelo a mi hermano, Alexandre no merecía haber pasado por eso aunque ahora estoy más que consciente de que este es el pecado con el que carga cada miembro de la familia Campbell.—Quise correr pero me atrapó, ella era mucho más grande y fuerte que yo y me lastimó, me ultrajó a su maldito antojo y a Heins jamás le importó. Él lo sabe, sabe porque la mandó a “hacerme hombre” —Alex rió irónico.—¿Recuerdas a Jasmine Johnson? Siempre la he querido de una forma intensa pero no me acerco por miedo a que sienta asco de mí, a qué me odie por ser víctima de violación.




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