Aren Campbell.
Había sido una mierda total con ella, la había visto llorar como nunca antes pasó y honestamente no puedo con esa imagen. Cuando Alexandre me contó de ese plan para cuidarla creí que sería sencillo, pan comido pero no fue así, la extrañaba con una locura desenfrenada que me hacía sentir el impulso de salir corriendo a buscarla. Su ausencia en mi vida era una agonía infinita.
Me puse de pie y me quedé de pie mirando por el ancho ventanal de mi habitación, el día había llegado y con ello una nueva oportunidad para cambiar mi destino pero no fue así, puedo cambiarlo pero es huyendo de esta casa y si lo hago me estaría condenando a muerte. Cerré mis ojos y aspiré hondo tocando el frío vidrio deseando que ella estuviera conmigo en este momento, dándome de su apoyo que era lo que más quería y que me dijera te amo.
Pero no era así, no volvería a escuchar salir de sus labios aquellas dulces palabras llenas de amor y confidencia porque la había arruinado todo, pero sabía que era lo mejor. Al final, ella estaría a salvo viviendo una vida común y corriente alejada de la mancha que todo Campbell carga encima
No deseaba que Dunne la tuviera
Me volvería loco y haría hasta lo imposible por sanarla, aún si termino de perderme en el camino.
—Aren en la planta baja te espera tu padre.—me anuncia Marjorie, la tía de Dunne.
—En un rato bajo.—Ella no menciona nada y sale dejándome nuevamente solo.
Acabé de acomodar mi traje y de dame un último vistazo en el espejo para salir de la habitación encontrando el pasillo solo, sin ninguna de mis hermanas corriendo por el riéndose, no había nada ya. Cabizbajo y sufriendo por dentro llego al encuentro con mi padre Heins, que cómodamente esperaba por mi en uno de los sillones de cuero tomando de tu bebida favorita mientras que mamá a su lado me espera ansiosa
Ala estaba en uno de los sillones con su mirada baja y sollozando al igual que Alenna, ambas hermanas estaban tristes por mi despedida. Al momento de entrar mi madre Shamira se acerca para cubrir mi cuerpo con sus delgados y blancos brazos llenos del amor más puro del mundo, el que una sola persona puede darte.
—Aren cuídate mucho, por favor.—me pide suplicante.—Sabes que si algo vuelve a ocurrirte me volveré loca.
Reí negando divertido ante ello.
—Estaré bien.—le aseguré algo que no sabía por el momento.—Solo quiero que no dejes solas a Ala y Alenna, llévalas contigo a todos lados aún si no les gusta pero no las abandones aquí.—le pedí muy serio, aún cuando nunca le hablaba así.
—¿Aren, qué? —la interrumpí.
—Solo cuida de ambas y de…—respira Aren.—De Dunne Evans, no la dejes sola y presta tu ayuda cuando sea necesaria
Y con aquello último dicho mi padre se puso de pie anunciando que nos vamos al internado, siguiendo sus pasos salgo de la mansión entrando en la camioneta blindada de vidrios polarizados para que nadie vea el interior. Subimos y al segundo nos pusimos en marcha, dentro papá no mencionó nada relacionado con lo que había hablado con mamá y de porqué tardé mucho.
—Debes ser el mejor Aren.—me dice haciendo que aparte la vista de los edificios.
—Eso lo sé. Después de todo soy un Campbell.—me elevé de hombros quitando mi atención de él.
—Esa es la actitud mi querido hijo.—sentí las náuseas en mi garganta pero me contuve.
Cerré mis ojos y en ningún momento dejé de pensar en Dunne, en lo encantadora que era su sonrisa, en lo melodiosa que es su voz en lo preciosa que se ve cada día. En verdad estaba enamorado de ella como nunca, la quería en este momento a mi lado, nuevamente su ausencia me pega en el alma y me hace extrañarla.
Minutos después el coche se detiene delante de una enorme institución privada que parecía un castillo de la edad media, de grandes paredes de ladrillos rojos remodelados, grandes árboles rodeando el internado dando un aspecto escalofriante. Le seguí el paso a Heins que sin dudar ingresó con sus guardaespaldas siguiéndonos, ya dentro todos se hacían a un lado dándonos espacio para caminar y se nos quedaban viendo como si fuéramos alguna especie de Dios al cual deben respeto.
Con mi aburrimiento estancado en mi rostro una pelirroja teñida nos indica siguiéndonos por dónde quedaba mi habitación y que por fortuna de la vida era justamente delante de la de Alexandre.
Una ventaja
。*♡ᴥ✧*。
Alexandre Campbell.
Su negra cabellera bailaba al compás de la brisa de la mañana haciendo que luzca tan angelical como de costumbre, haciendo que la mirada de todos dentro del aula se fijen en ella y en lo inocente que se veía. Por un momento deseé ser otra persona, quizás una menos traumática para poder estar con ella de forma sentimental.
Jasmine reía hablando con dos de sus mejores amigas mientras que nuestro supervisor escribía tranquilamente en una laptop las notas de la evaluación que tuvimos ayer por la tarde y de las que hoy sabríamos nuestra nota. El hombre carraspea su garganta y llamando la atención de todos nosotros se pone de pie justo detrás del podio donde los profesores se ponían para dar clases y cualquier noticia.
—Y como siempre el mejor de la clase; Alexandre Campbell.—me señala haciendo que quiera desaparecer, todos aplauden en mi honor.—La segunda mejor de la clase; Jasmine Johnson.—todos voltean a ver a la pelinegra para aplaudirle.—Siendo ellos los dos mejores deberán hacer un proyecto relacionado con el tema del área de salud, quiero que me hablen de los diabetes y sus consecuencias. Todo para mañana, por favor.
Y con ello, la clase acaba. Todos salieron detrás del profesor quedando solo dentro del aula guardando mis pertenencias hasta que un perfume muy conocido por mí me invade las fosas nasales.
Y era ella; era Jasmine.
—Hola Alexandre.—masculló en saludo su dulce voz.
—Jasmine…—balbuceé como el propio idiota teniéndola de frente, estando solos.—¿Qué necesitas? —aclaré mi garganta y puse mi mochila por mi hombro haciendo que ademán de estar saliendo rápido.
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Editado: 03.09.2024